jueves, 19 de diciembre de 2013

GRANDES Y PEQUEÑOS PERSONAJES


Mientras asistimos con profunda admiración a los funerales de Nelson Mandela, uno de los grandes personajes de los últimos tiempos, unánimemente respetado ahora, que no siempre, paseándolo durante diez días – dudo que a Mandela le encantara este eterno trasiego – por las calles y lugares más representativos, más emblemáticos y con una carga más simbólica de en su ajetreada y ejemplar vida pasada contemplamos a las decenas de mandatarios políticos que asisten a la eterna ceremonia celebrada bajo la lluvia, durante cuatro horas, cómo se deshacen en elogios y parabienes hacia ese gran hombre que fue Mandela, que sufrió prisión durante veintisiete años, negándose al chantaje que suponía la libertad que le propusieron en múltiples ocasiones a cambio de su silencio, de su retiro de la labor en la que se había empeñado, que no fue otra que la de liberar de la espantosa y ominosa esclavitud, el Apartheid, que oprimía a los ciudadanos de raza negra, prefiriendo continuar en la cárcel en un gesto que le honra, y al que sumará después, ya en libertad, otras grandes y generosas decisiones como la de obviar toda venganza hacia quienes le humillaron a él y a toda la población que no era de raza blanca, lo cual le sitúa como uno de los más grandes personajes humanos, y como un político hábil y generoso que la historia recordará siempre.
 Resulta grotesco y de un cinismo próximo a la más insolente hipocresía, contemplar cómo muchos de los líderes políticos asistentes a sus funerales, en tiempos pasados le tacharon de rebelde, próximo al terrorismo, personaje rechazable y violento, y que ahora le honran y alaban en sus discursos que medio mundo puede ver y escuchar, cuando cualquiera que se informe acerca del comportamiento de estos personajes con respecto a Mandela, no ignora que intentaron evitar que llegara al poder, ayudando a sus opresores con la venta de armas y oponiéndose al bloqueo que una gran parte del mundo mantuvo contra el odiado Apartheid. todo ello supone una absoluta demostración de descaro y desvergüenza hacia una persona que dedicó su vida a liberar a sus conciudadanos que representaban una inmensa mayoría de la población de Sudáfrica, que sufrían la opresión y las cadenas impuestas por parte de ese mínimo sector de la misma que suponía la omnipresente y tiránica raza blanca.
En el extremo opuesto, el de los personajes ruines, mediocres y sin escrúpulos, que jamás pasarán a la posteridad, sino que pronto caerán en el olvido por sus manejos y fechorías políticas, tendentes a dividir a la ciudadanía, a toda una Cataluña – no olvidemos que más o menos, la mitad de población no es independentista – que quedaría definitivamente fracturada en dos bloques, en dos sectores contrapuestos e irreconciliables, se encuentra este oportunista e intrigante personaje llamado Artur Mas, empeñado en seguir adelante después de fracasar estrepitosamente al adelantar las elecciones, pensando que conseguiría una mayoría absoluta que le dejaría las manos libres, cuando lo que se llevó, fue un sonoro y espectacular fracaso, perdiendo una importante cantidad de escaños, que le debería haber conducido a una elemental y lógica dimisión, que al no llevarla a cabo le obligó a caer en manos de Esquerra Republicana, que ahora le supera en expectativo de votos y que como consecuencia final, le ha llevado a seguir una loca e incalificable deriva soberanista cuyos traumáticos efectos son difíciles de predecir.
Nelson Mandela es un gran hombre, un personaje que quedará en los anales de la historia. Artur Mas, un intrigante personaje que no merece dedicarle una línea más.

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