jueves, 26 de diciembre de 2013

MARCAS DE ESPAÑA


Andamos dando rodeos una y otra vez a ese invento más o menos virtual de la denominada Marca España, que resurge una y otra vez como el Ave Fénix, pues igual aparece constante e insistentemente y durante largos períodos de tiempo en cuantos medios de comunicación quedan a su alcance, como desaparece sin dejar rastro, casi sistemáticamente, como si este ir y venir estuviera cuidadosamente calculado, como si formase parte de una estrategia clara y definida que tuviera por objeto lograr unas metas que vaya usted a saber dónde se encuentran, cuyo destino final, se supone, es el de conseguir que no se olvide que está ahí, que fue creada para enarbolar muy alto el pabellón español con el objeto de que sea visible desde el resto del mundo y transmitirle nuestros mejores, más altos y conseguidos logros de un País que parece que no hace otra cosa que mirarse el ombligo, muy crítico en ocasiones consigo mismo, con abundantes leyes para todo, con normas y reglamentos que apenas se cumplen, y que en todo caso lo hacen mal, tarde y con resultados que en muchas ocasiones extienden una larga sombra de sospechas, dudas y desconcierto que descolocan y desconciertan al común de los ciudadanos.
Nos esforzamos, o más bien nos empeñamos en demostrarle al mundo los logros, progresos y hazañas conseguidas en todos los terrenos, ya sean sociales, políticos, económicos, deportivos y hasta culturales, pero da la impresión de que no nos hacen mucho caso, lo cual no debería extrañarnos, con el ambiente de corrupción y despilfarro que se respira por estos lares desde tiempos inmemoriales, acrecentado éstos últimos años por una continua y degradante escala de escándalos continuos, a todos los niveles, que incluso ha llegado a tocar a las más altas esferas institucionales, logrando con ello un salto a la fama internacional que no se les escapa al resto de los países que ven en ello una oportunidad más para desprestigiarnos, y con razón, viendo en ello una oportunidad de obtener réditos y beneficios políticos y económicos en una Europa que mantiene en este aspecto una dura rivalidad entre sus miembros.
Volviendo a nuestros logros que puedan prestigiarnos a nivel internacional, salvo los deportivos, en los que machacona y cutremente solemos apoyarnos, lo cual es un síntoma de debilidad y falta de recursos – conviene recordar que en el rey de los deporte, el atletismo, no somos nadie -  poco podemos ofrecer, sobre todo en una Comunidad Europea, cuyos principales y más punteros países, nos llevan años luz de distancia en todos los aspectos, que poseen una economía mucho más potente, firme, sólida y estable, donde cualquiera de ellos posee grandes firmas industriales y comerciales a nivel mundial, que nosotros no podemos poner sobre la mesa.
 Simplemente Italia, la menos fuerte entre los cuatro grandes, dispone de una potentísima industria automovilística envidiada en todo el planeta. En cualquier ciudad del mundo, al contemplar la estilizada silueta, el espectacular diseño y el peculiar bramido de un Ferrari, de un Maserati o de un Lamborghini, por poner algunos ejemplos – poseen otras importantes marcas – el observador asocia inmediatamente esta imagen a Italia, algo que jamás nos ocurrirá a nosotros, pues aunque fabricamos una ingente cantidad de automóviles, no poseemos ninguna marca propia, como disponen y en gran cantidad y con unas muy prestigiosas marcas que todos conocemos, países como Alemania, Inglaterra y Francia, además de poseer todos ellos importantísimas industrias petroquímicas, tecnológicas y comerciales, con las que España no puede ni de lejos competir, por mucho que nos esforcemos con destacar las escasas multinacionales que tenemos.
Resulta descorazonador pensar, que aquí se ha llevado a rajatabla aquello de que inventen ellos. Así nos va, con una capacidad casi nula de investigación, agravada por unos recortes que se han cebado en todos los sectores incluidos el tecnológico, la cultura y la formación, que conseguirán retrasar aún más a este País, haciendo inútiles cuantos esfuerzos se lleven a cabo por tratar de hacerlo presente en el Mundo, pues su imagen ya demasiado deteriorada, lo estará aún más con el paso del tiempo, algo que ya se está poniendo de manifiesto con el pésimo estado de abandono en el que están quedando multitud de infraestructuras.
Es triste pensar que aquí, en España, se llevaron a cabo loables intentos por levantar una industria como la automovilística, tan importante hoy en día, cuando gente emprendedora y audaz crearon la marca Hispano Suiza, un automóvil brillante, de lujo y competición que tuvo su vertiente en la fabricación de motores de aviación y transportes diversos y que consiguió importantes éxitos en el terreno del deporte, y que al final desapareció por falta de inversión, por dejadez y desidia, como ocurrió con los camiones Pegaso, también con una vertiente deportiva exitosa en un automóvil deportivo apenas conocido, con el tren Talgo que tuvo que ser patentado en Estados Unidos porque aquí nadie le dio importancia, con el autogiro de De la Cierva o con el submarino de Monturiol, por citar algunos frustrados y destacados intentos que se vieron relegados al olvido en unos casos, rechazados en otros y siempre subestimados por el imperdonable hecho de destacar.
Todos quedaron en la nada, o desarrollados allende nuestras fronteras, olvidados y marginados aquí, por una total desidia y una falta de visión que nos ha conducido a lo que somos y tenemos ahora. Demasiada Marca España, para tan pocas y limitadas marcas españolas.

No hay comentarios: