miércoles, 24 de abril de 2013

UN PAÍS INEXISTENTE

Escucho una de las emisoras de radio de titularidad pública, nacional o nacionalizada como parece en éste caso, en la que en uno de sus programas, el locutor que lo dirige y presenta, y eso, a fe mía que le honra, comenta la última encuesta oficial de audiencia de medios en la que no salen bien parados, sino todo lo contrario, ya que según comenta, ellos y otros programas de la misma titularidad, tanto de radio como de televisión, han perdido una considerable cantidad de oyentes en la última encuesta y en las precedentes a ella, y todo desde que se llevaron a cabo los cambios en el personal y en la dirección, que han dado al traste con la buena marcha que dichas emisoras llevaban hasta entonces.
Y es que parecen no haberse dado cuenta de que esta País ha cambiado, que ya no es y desde hace mucho tiempo, el País folclórico, beato y cortesano con el que nos quieren hacer comulgar cada día, y que la gente espontáneamente - ahí están las encuestas que ellos mismos tienen que sacar a la luz – rechaza unos contenidos con los que están en franca oposición y que se empeñan en machacar día sí y día también, pese a que esa España Oficial ya no existe, pese a ellos y afortunadamente, está cambiando y no parecen darse por enterados.
La gente está inmersa en problemas de un profundo calado económico primero y social después, que los medios oficiales se esfuerzan en ocultar unas veces y en disimular otras, consiguiendo con ello lo contrario de lo que se proponen. A la gente no se le puede engañar durante mucho tiempo, ya que tarde o temprano se descubre la trampa y el resultado es la justa indignación del personal, el cabreo generalizado y como consecuencia el abandono y espaldarazo a esos medios que tergiversan los hechos y que no responden a las expectativas de los ciudadanos.
Una de las emisoras de radio a la que me refiero, que ha sufrido radicales cambios en todos los órdenes y que confiesa haber bajado en gran medida su audiencia, está presente en las ondas en hora de máxima audiencia. Hasta hace poco tiempo, antes de los susodichos cambios, se alzaba con una envidiable media de oyentes que ahora ha caído en picado. Elemental. Ha caído en un folclorismo vulgar, mediático religioso – la semana santa ha sido espantosa y la gente tiene otros problemas más importantes que ver y oír continuamente los pasos mil veces ya vistos – beato y cortesano y con algunos colaboradores que proceden de la caverna más ancestral, de donde no deberían haber salido, y que nadie se explica cómo los pueden haber incluido en unos medios públicos donde no deberían haber tenido cabida y que la gente, a la vista está rechaza de una forma clara y palpable.
Se empeñan en seguir considerando a este País como aquel de la España de charanga y pandereta que dibujó Machado y que aún hoy continúa haciendo el paseíllo diario en estos medios radiofónicos y televisivos, que avergüenzan a cualquiera que los escuche o vea, donde igual entrevistan a un famosillo detestable y vulgar que a una tonadillera trivial y chabacana, que a un matador – espantoso nombre – que a un personaje salido de la caverna más recalcitrante.
Todo esto contrasta con una España real que no está en eso, que no se corresponde con la realidad, que es propio de un País inexistente en el que algunos se quedaron hace tiempo y de donde no saben salir y que siguen siendo los responsables de ese tópico que aún arrastramos en Europa – acabo de oír una encuesta europea que nos deja a la altura del betún – y del que no lograremos escapar con estos voceros de la España más cutre, vulgar y ordinaria, que pese a que aún quedan rastros de ella, afortunadamente vamos abandonando poco a poco, de lo cual no parecen haberse enterado estos medios de comunicación que con harta frecuencia repiten que son la radio y la televisión de todos, encerrados como están en su caverna mediática, demasiado alejados de la gente, de la realidad y de un País inexistente.

viernes, 19 de abril de 2013

SIMULAR, DIFERIR Y MOVILIZAR

Toda profesión requiere de un estudio y de una preparación técnica que nos permita adquirir los conocimientos necesarios que nos habiliten para desarrollar una actividad relacionada con los habilidades adquiridas, aunque demostrado está que no siempre es así, y que con demasiada frecuencia las tareas que se llevan a cabo, necesariamente no están íntimamente ligadas a la preparación efectuada, con lo cual, uno se pregunta qué sentido tiene dedicar unos preciosos años a una elevada formación, si por experiencia sabemos que no vamos a poder desenvolvernos el área para el cual nos hemos preparado. La respuesta, no obstante, es elemental e inmediata: siempre merecerá la pena, si está a nuestro alcance, lograr la mayor y mejor preparación posible.
Debería ser incuestionable el razonamiento anterior, pero también es cierto que mucha gente, con un gran poder de raciocinio práctico y perfectamente comprensible, decide formarse a un nivel de destrezas y capacidades técnicas inferior, a la vista de la situación del mercado laboral del País donde reside, y más teniendo en cuenta que no desea tener que abandonarlo para encontrar trabajo allende sus fronteras – hemos sabido recientemente que a esta necesidad se le llama ahora movilidad exterior – lo cual es perfectamente lógico y lógicamente entendible - aún en el caso de los más jóvenes que son los que en mayor medida se encuentran en esta situación.
Constituye toda una rémora para España, para su nivel tecnológico y, sobre todo para el mercado laboral y por ende para los jóvenes en edad de formarse profesionalmente, el hecho de que la Formación Profesional, y lo pongo en mayúsculas para destacar su importancia, se la haya situado siempre en un segundo escalón y se la haya minusvalorado de una forma vulgar y absurda, infravalorándola de tal modo que la mayoría de los estudiantes declinan llevarla a cabo por motivos tan simples como los expuestos, sin conocer exactamente su alcance, sus potencialidades futuras laborales y las posibilidades que tiene de dar el salto a escalones formativos más altos desde ella, de lo cual es en gran medida culpable la Administración, que nunca se ha empeñado en potenciar esta salida, ni la ha publicitado lo suficiente entre los alumnos que llegado el momento, pudieran decidir tomar esta opción.
Abruma, apena y desconsuela, contemplar el fracaso escolar tremendo existente en nuestro País, y cómo no obstante, las cifras de los estudiantes universitarios, teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, resultan harto elevadas, con unos resultados en nada halagüeños, y que desgraciadamente tendrán que enfrentarse al paro, incrementando las listas del desempleo, una vez terminadas sus respectivas carreras, muchas veces llevadas a cabo a trancas y barrancas, cuando podían haber elegido la opción de la Formación Profesional, posiblemente más accesible para muchos y con mayores y mejores salidas laborales, dejando a un lado las consideraciones absurdas en cuando a la reputación que esta formación carga a sus espaldas.
Los políticos y la pésima concepción y divulgación de los planes formativos, junto con los continuos cambios de sistema, tienen gran parte de culpa en todo esto. Habría que preguntarse, no obstante, si dichos políticos están preparados para aconsejarlos. Todos hemos oído aquello de la simulación en diferido, de la movilidad exterior y otras lindeces por el estilo. Me pregunto qué hay que estudiar para ser político, pero sin duda, a la vista de lo expuesto, no han de llegar muy allá.

martes, 16 de abril de 2013

ENTRE VIÑEDOS, ABADÍAS Y MONASTERIOS

Dejar atrás la gran ciudad y abandonar el bullicio de sus calles, inexistentes ya, desprovistas de su propósito original y convertidas desde hace demasiado tiempo en auténticas carreteras por donde los vehículos circulan llenándolo todo de ruido, humos y estruendo, acorralando a los peatones, desterrados a unos escasos metros por donde se mueven hacinados, como en una huída permanentemente, constituye el sueño de la mayoría de los sufridos ciudadanos que contemplan cómo el  automóvil se ha hecho dueño y señor de su hábitat, día y noche, cada día de su vida, apropiándose de un espacio que debería pertenecerle en exclusiva y que le ha sido arrebatado por una supuesta modernidad que de ninguna manera debiera reducirse a las prisas, al estrés y a la insalubre contaminación que todo lo salpica.
Abandonamos la ruidosa urbe a primera hora, cuando el sol apenas despunta en el horizonte, dejando atrás ese espacio que no parece poseer ni un ápice de humanidad, mientras las autopistas de entrada que fluyen hacia ella desde los cuatro puntos cardinales, a modo de caudalosos ríos desbordados de aparatos mecánicos que vomitan ruido y contaminación, pugnan por entrar en la vorágine de la que nosotros nos alejamos, conducidos por seres humanos con caras de circunstancias, con gesto de cansancio y resignación, sabedores de lo que les espera en las entrañas de la gran ciudad, cuyos rascacielos, esbeltos y de un brillo cristalino monótono y vulgar, se adivinan ya en el horizonte, donde les espera la rutina diaria, hasta que al final de jornada inicien el camino de vuelta.
Sin mirar atrás, avanzamos por la solitaria autopista, con el ánimo dispuesto para disfrutar de un fin de semana en la Rioja, la tierra con nombre de vino, cruzada por el camino de Santiago, y alfombrada de viñas, monasterios y abadías, que salpican un hermoso y suave paisaje ondulado, de unos intensos colores, verdes, ocres y amarillos, que alegran la vista y el espíritu de quién queda atrapado entre sus redes, pues quién la visita una vez, no puede evitar la vuelta, el retorno al embrujo de su historia cargada de arte, de sus paisajes plenos de singular belleza y de una delicada gastronomía, regada por unos caldos ya universales que le dan nombre, fama y prestigio en el mundo entero.
Dejamos Burgos, su bellísima catedral gótica y su precioso y mágico monasterio cisterciense de las Huelgas, para internarnos por el Camino de Santiago, viajando siempre en paralelo a una senda perfectamente señalizada, que a veces se aleja de la carretera y se interna en el campo a través de lomas y cerros sembrados de viñedos,  por donde se divisan los peregrinos, ora en pequeños grupos, ora en solitario, diseminados, desperdigados unos de otros, con su incansable andar en dirección a Santiago, ansiada meta final de su viaje, a la que llegarán muchos días después, pues el camino que queda es largo, después de reposar haciendo un alto  en el camino en las numerosas posadas que hallará a lo largo del mismo.
Llegamos a Santo Domingo de la Calzada y hacemos el primer alto en el camino, visitamos su espléndida catedral – donde cantó la gallina después de asada – y la torre exenta, maravillas ambas, entre otras, de esta hermosa ciudad, por cuyo centro discurre el Camino perfectamente marcado, para que el peregrino no se extravíe y disfrute de ella haciendo una obligada y reconfortante parada que tanto el cuerpo como el espíritu agradecerán.
Dejamos atrás Santo Domingo y nos dirigimos por una plácida y serpenteante carretera, entre bellos y deliciosos paisajes de un verde clarísimo, salpicados de viñas y de tierras de un suave ocre, que invitan a aminorar la marcha y disfrutar de tanta y tan amable belleza como se nos regala a la vista. Al fondo, imperturbable y serena, cubierta su majestuosa cumbre por la nieve, aparece de improviso, para no ocultarse jamás, la Sierra de la Demanda, dominándolo todo, como un gigante que ya contemplaran Santo domingo, San Millán y Berceo, entre otros, que anduvieron por estos lares, por San Millán de la Cogolla, cuna del Castellano y del Euskera y donde cumple y rinde meta final nuestro viaje.
Aparece ante nuestra vista el impresionante monasterio de Yuso – del latín deorsum, arriba -, donde nos alojaremos en una de las alas del mismo, cedido por los monjes con el objeto de destinarla a hostería, la hostería del monasterio de San Millán de la Cogolla, cuyos orígenes se remontan al siglo X, aunque el definitivo se construyó sobre él, en los siglos XVI y XVII, dónde se encuentran los restos de San Millán, fraile eremita que vivió con sus monjes en los siglos V y VI, en las cuevas sobre las que se edificó después el monasterio de Suso – del latín sursum, arriba – ambos a una distancia de un kilómetro, Yuso abajo, en el valle, Suso arriba, en las escarpaduras de la montaña. Suso de un tamaño minúsculo, preciosa joya de origen visigodo, con añadidos mozárabes y toques finales románicos, Yuso de origen románico, reconstruido después en los estilos renacentista y barroco.
Descansamos en Yuso, abajo, en el valle de Cárdenas, junto al río del mismo nombre, después de visitar ambos monasterios y disfrutar de un relajante paseo, donde sólo el murmullo del agua del río y el piar de los pájaros, más que alterar, añaden aún más silencio y  paz de la que ya se respira, rodeados de bosques y con la permanente presencia de la nevada Sierra de la Demanda, que vigilante y serena domina todo el valle.
Dedicamos el día siguiente a visitar algunas de las maravillas que los alrededores nos deparan, como el monasterio de Santa María la Real de Nájera, la abadía de Santa María de San Salvador de Cañas, el monasterio de Santa María de Valvanera, El monasterio de San José en Calahorra, el monasterio de Nuestra Señora de Vico en Arnedo, el monasterio de Nuestra Señora de la Piedad en Casalarreina, el monasterio de Santa María de la Estrella en San Asensio y otros hermosos monasterios, conventos y abadías que podríamos citar.
En la Tierra con nombre de vino, no podía faltar una visita a una de las numerosas bodegas que pueblan por doquier las tierras riojanas, donde el vino reposa en las barricas durante el tiempo necesario para que alcance la oportuna madurez. Amablemente nos documentan sobre el proceso desde que llega la uva a la prensa y recorremos los silenciosos espacios donde descansan los sabrosos caldos que verán la luz años después, finalizando la visita con una breve pero ilustrativa demostración de una cata de uno de sus vinos, los cuales degustamos después, tras tratar de emular la cata previamente mostrada.
Abandonamos las confortables estancias de la hosteria de San Millán de la Cogolla y nos despedimos de Suso, arriba, imperturbable y apenas visible desde Yuso, abajo, donde estamos, pasando por el pueblo de San Millán, por Berceo y Santo Domingo de la Calzada y regresamos de nuevo por el Camino de Santiago hasta Burgos, desde donde enfilamos rumbo a la gran ciudad, desde donde partimos, con el cuerpo y el espíritu renovados y con el ánimo dispuesto a regresar otra vez, a volver de nuevo.

miércoles, 10 de abril de 2013

DÓNDE ESTÁN LOS LÍMITES

En una de las múltiples manifestaciones que están llevando a cabo los afectados por los desahucios, un conocido personaje que en sus tiempos fue un relevante dirigente político y que ahora lo mismo puede vérsele en estos actos, como en tertulias televisivas, como en debates varios de diversos medios de comunicación, afirmaba con rotundidad manifiesta, que la gente que allí y en tantos otros lugares del País se limitaba por ahora sólo a ladrar, acabarían pronto o tarde mordiendo, lo cual no tiene más que una interpretación posible, en el sentido de que pasarían a la acción, a la siguiente fase que se supone sigue al estruendo, a los gritos y a los improperios.
Pero por mucho que me devano los sesos, no consigo entender ni ahora ni desde hace ya mucho tiempo, en qué forma la gente puede materializar su profunda y justa indignación, al margen de los ladridos mencionados, entiéndase las palabras, pasando de esta forma a unos hechos, léase morder, con el fin de intentar cambiar una situación que no hace sino empeorar desde hace ya demasiado tiempo, y a la que la ciudadanía quiere poner remedio pasando de las palabras a los hechos, dando de esta manera un paso cualitativo y cuantitativo severo, serio y trascendental, del que tanta gente habla, bien serena, bien cabreada, bien fuera de sí, fruto de una crispación que está llegando a niveles alarmantes.
La conmoción reinante está llegando a un grado tal, que si se llega a tomar una medida restrictiva más, que como siempre recaería sobre las clases más oprimidas, que están soportándolo todo, seguramente se de ese paso hacia adelante, hacia la materialización de una violencia más o menos contenida, que la ira y la irritación permanente pueden desatar por parte de tanta gente que ya nada tiene que perder, porque se ha quedado sin nada, porque se lo han arrebatado de múltiples formas, no solamente con la pérdida de la vivienda, que supone una auténtica tragedia, sino con la ausencia total de perspectiva de un futuro que se les niega a ciudadanos que aún no han cumplido los cincuenta - para qué hablar de los jóvenes – y que no tienen esperanza alguna de encontrar un trabajo, sin prestaciones y seguramente sin una muy lejana jubilación que posiblemente ni siquiera van a poder disfrutar, mientras contemplan cómo la corrupción parece no tener fin.
Si escuchan con frecuencia la radio, medio de comunicación que sigue manteniendo un altísimo valor informativo, las gentes, cuando los dejan intervenir para expresar libremente lo que piensan, en los pocos minutos que los dedican, las pocas emisoras que lo permiten y en el escaso tiempo que les conceden, vierten toda su irritada crispación con una fuerza emotiva tal y con una  desgarradora intensidad dramática, fruto de su dolor, de su tragedia personal, que consigue encoger el espíritu y el entendimiento del oyente, que como yo, los escucha todos los días, y que en ocasiones el locutor del programa radiofónico queda tan afectado, tan impresionado, que se solidariza con él, cosa que no es frecuente en programas de este tipo, en el que se limitan a escuchar, sin intervenir ni tomar partido por lo allí expuesto.
Son tragedias personales que conmueven, que indignan y sobrecogen hasta extremos difícilmente soportables, fruto de la incalificable y brutal actuación de los poderes públicos que han empobrecido aún más a las clases menos favorecidas, que han frenado en seco a la clase media  y que ha enriquecido un poco más a los de siempre, para que quede bien claro dónde están los límites. Límites que pueden y deben saltarse cuando la injusticia campa por sus respetos.

viernes, 5 de abril de 2013

LAS MUCHACHAS DE VELÁZQUEZ

Esta obra cumbre del genial Velázquez, de la pintura española y posiblemente del arte pictórico mundial, más conocida por Las Meninas, afortunadamente propiedad del patrimonio de este País – sorprendería saber la cantidad de obras de arte de todo tipo en manos de otros países y no digamos de particulares del mismo país – y de poder exhibirla en el museo del Prado, una de las más importantes pinacotecas del mundo, donde todos podemos disfrutarla junto con el resto de las obras allí expuestas, innumerables y magníficas, que dan testimonio de la capacidad del ser humano para amar, crear y difundir la belleza a través del arte, una de cuyas manifestaciones, la pintura, todos podemos admirar, seamos entendidos y expertos o legos y profanos, con el objeto de disfrutar del sublime goce que su contemplación puede depararnos.
Desde las ancestrales pinturas rupestres, hasta las primeras pinturas prerrománicas, de origen religioso, realizadas fundamentalmente al fresco, pasando por el románico y gótico con sus tablas y retablos al óleo y al temple, que tratan el mismo tema, hasta llegar al Renacimiento, el Barroco y entrar en los tiempos actuales, el ser humano ha tratado siempre de plasmar sus sentimientos, emociones, su espiritualidad y cuanto con el artista estaba en contacto, bien fueran seres vivos, inertes o paisajes, tratando de retenerlos en la tabla o el lienzo, plasmándolos en el mismo con el fin de eternizarlos, de detener el tiempo que no habría de pasar por ellos, y que los sobrevivirían en un futuro al que el artista no podría asistir, aunque sí pasaron a la posteridad como autores de las obras de arte que crearon.
Sorprende y emociona profundamente, cómo un especialista reconocido analiza, descompone y desmenuza un cuadro, entrando en él, recorriéndolo y detallando cada una de sus pinceladas, la luz, la perspectiva y el más mínimo detalle. El estudio de los personajes nos revela la intención con que el artista los plasmó, lo que revelan sus miradas, su situación en el cuadro, y así, llega a la conclusión de las intenciones del pintor a la hora de llevar a cabo su obra, la escuela pictórica a la que pertenece, los rasgos que denotan las influencias de uno u otro maestro pintor y mil detalles más, que jamás pensamos puede sugerir un cuadro por muy obra maestra que pueda ser.
Resulta increíble que pueda llegar a existir materia suficiente como para escribir todo un libro o tratado sobre una obra, pero es así, y existen numerosos casos en los que se analizan los diferentes aspectos, tanto objetivos como subjetivos, consiguiendo con ello descubrir ante los no iniciados todo un mundo de interpretaciones que el autor quiere transmitirnos, toda una sinfonía plástica de colores, luces y sombras que el pintor utiliza para llevar a cabo la materialización de su genialidad.
Estudiando Las Meninas, muchachas en portugués, que originalmente se denominó La Familia, haciendo referencia a la familia de Felipe IV plasmada en esta obra genial, el autor de dicho estudio cita, pongo por ejemplo, cómo el pintor sustituye la tradicional perspectiva óptica por la espacial, lo cual consigue distribuyendo con perfección los distintos focos de luz en el espacio pictórico, quedando ágilmente entrelazados, y cómo queda compensado la carencia de enlosado en el suelo, con los marcos negros y la distribución de las figuras dispuestas en perspectiva y cómo Velázquez distribuye los chorros de luz con el objeto de que vayan enfocando o desenfocando a los personajes del cuadro.
Jamás imaginé que un cuadro pudiera contener tanta información, que pudiera sugerir tantas páginas a un entendido observador. Deberían tomar nota quienes se dedican a trastocar continuamente los planes de enseñanza y a llenar de contenidos baldíos a que nos tienen tan acostumbrados y dirigir sus ojos hacia el arte, hacia todas las artes, desde pequeños, inculcándoles así y de una forma amena, el amor por la belleza y el interés por la cultura, que les hará más libres, cultos y responsables a la hora de conservar el valioso patrimonio que nos donaron los genios del arte que nos precedieron desde los comienzos de la civilización.

martes, 2 de abril de 2013

CATALUÑA VERSUS COREA DEL NORTE

La comparación o semejanza entre dos cosas, es un recurso lingüístico harto recurrido en el lenguaje tanto ordinario, de cada día, de la calle, como del lenguaje culto, literario, propio de quienes se dedican al oficio de escribir, bien en prosa, bien en verso, con el objeto de comunicar, informar o distraer, funciones propias de esa cualidad fundamentalmente humana, mediante la cual expresamos, pensamientos, sentimientos y emociones, mediante la articulación de los signos lingüísticos, convenientemente sistematizados, elementos diferenciadores de los sonidos que los animales pueden emitir, a través de los cuales son capaces de comunicarse con sus semejantes e incluso con nosotros, los seres humanos.
Mediante el símil o semejanza, figura que consiste en comparar una cosa con otra, con el objeto de dar idea viva y eficaz de una de ellas, podemos establecer el paralelismo existente entre dos objetos, situaciones o sentimientos, tratando de hacer ver el parecido entre ambas entidades o estados, consiguiendo con ello ilustrar de la forma más gráfica, expresa y clara, dicho paralelismo, logrando así un mejor y más preciso entendimiento de la idea que deseamos manifestar ante nuestros interlocutores, facilitando al mismo tiempo tanto la emisión como la comprensión del mensaje gracias a la imagen utilizada para describir la situación que deseamos manifestar.
En la vida diaria tendemos a establecer comparaciones continuamente para así hacernos entender con mayor facilidad, y lo hacemos sobre todo tipo de asuntos, temas y situaciones, con lo cual el mensaje se abrevia, consiguiendo con ello una reducción del mismo mediante las oportunas partículas del tipo “como”, “Igual que”, “parecido a”, “más que”, “menor que”, y tantas otras que podríamos citar, a las que recurrimos con más frecuencia de lo que nos puede parecer a simple vista, hecho que podríamos comprobar si nos molestamos en hacer un breve recorrido por el historial dialéctico diario del lenguaje empleado.
Solemos establecer una permanente comparación entre los tiempos actuales y el pasado, quizás como un reflejo automático y nostálgico del paso del tiempo que experimentamos y ante el cual de alguna forma nos rebelamos con aquella conocida frase de cualquier tiempo pasado fue mejor. La mayoría de las veces lo hacemos de una manera irreflexiva e instintiva, mirando atrás, hacia un pasado al cual sabemos que no podemos regresar, a diferencia de las comparaciones científicas, como por ejemplo las derivadas del cambio climático que estamos experimentando y que nos pueden conducir a una nueva glaciación o a un calentamiento del Planeta, hechos que ya tuvieron lugar en tiempos pretéritos.
También las peculiares circunstancias tanto económicas como sociales por las que estamos atravesando, admiten comparaciones con épocas remotas, de las cuales podemos obtener conclusiones positivas si es que sabemos y queremos hacer una lectura realista y objetiva. Lo mismo sucede con situaciones políticas pasadas que condujeron a la Humanidad a espantosos hechos, situaciones con las cuales podemos establecer comparaciones válidas hoy, con el objeto de no repetir los antiguos errores que condujeron a los terribles sucesos que no pueden caer en el olvido.
La esperpéntica situación en la que los gobernantes Catalanes han colocado a su comunidad autónoma con respecto al Estado Español en lo que se refiere a sus intenciones separatistas, se presta a que establezcamos una sutil comparación entre el chantaje que permanentemente somete Corea del Norte al resto del Mundo, cuando se deshace en amenazas con ataques nucleares si no se dejan de tomar sanciones económicas contra un país hundido en la miseria, regido por una férrea dictadura hereditaria, y el chantaje económico y estatutario al que Cataluña somete al resto de España, con la machacona, absurda y pertinaz cantinela de la independencia, fruto todo ello de unos políticos nefastos, que utilizan a la población para sublimar sus frustraciones de toda índole, intentando conducir a una rica y próspera Cataluña, a una loca aventura en la que no creen ni ellos mismos.
Sería un error ceder ante exigencias económicas para evitar la consecución de objetivos políticos inaceptables, que sin ambages supone un chantaje inadmisible que constata una insolidaridad y un agravio para el resto de los ciudadanos españoles, que en cualquier caso tendrían también el derecho a decidir. Dudo que en cualquier caso consigan algo. No serán necesarias ni contrapartidas económicas ni de otra especie. Basta con que los catalanes sepan que el Barsa no jugará la liga española de fútbol para que les den la espalda a unos políticos que no parecen haber valorado suficientemente este aspecto tan peculiar. Y es que medio en serio, medio en broma, la pela es la pela.

lunes, 1 de abril de 2013

UN SANTO PAÍS

No se entiende cómo un País como el nuestro, tan aparentemente religioso, católico ferviente, beato y meapilas como pocos, donde los santos están por doquier, donde el “gracias a Dios”, tan recurrido por tantos, ya sean cristianos, ya sean ateos, está a la vuelta de la esquina, en cada charla suficientemente relajada por las buenas noticias – encontrar un trabajo, por ejemplo - donde la tan socorrida frase cobra más sentido, en definitiva, en cualquier ambiente, lugar o situación dónde las buenas noticias sean bienvenidas, dicha frase es moneda corriente y común, pronunciándose con agradecimiento en unos casos, con liberación y contenida alegría en otros y con el uso que la costumbre da, llevada a cabo desde tiempos inmemoriales, fruto de la educación religiosa recibida, y que sin duda tiene bastante de hipócrita y puritana en la mayoría de los casos, sobre todo cuando se pone en boca de todo tipo de personajes, incluyendo dictadores, corruptos, políticos de dudosa integridad y acaudalados varios, que de esta forma atribuyen su buena suerte y su fortuna a ese Ser Supremo, convencidos de que han sido los elegidos por un Dios justo y cabal.
La costumbre de recurrir a los rezos, de invocar a los santos, tan numerosos ellos que ya no caben en el santoral, y sobre todo la costumbre anual de  pasearlos por las calles de las ciudades y pueblos como si para ello tuvieran patente de corso, en un frenesí de pasos que en algunos lugares del País logran copar las avenidas de las grandes poblaciones, en un discurrir de procesiones incesantes, llevando en andas a esculturas dolientes, tétricas y asaz tristes, que consiguen encoger el espíritu del espectador no asiduo a semejantes espectáculos, entre gentes sumidas en el más estricto y conmovedor silencio en la mitad norte de España y de una mezcla de algarabía y regocijo que parece presagiar la inmediata y próxima fiesta pagana, la inefable Feria de Abril, en la mitad sur del País, que lo sumen en una catarsis colectiva impropia y fuera de lugar, que consigue dar una imagen atípica y primitiva ante el resto de una Europa, donde no existe paralelismo posible de semejante espectáculo.
Las fiestas de la mayoría de los pueblos que salpican la geografía española se celebran en honor de algún santo, virgen o Cristo, con lo cual, España entera se tiñe de santidad, de procesiones y de actos litúrgicos varios que junto con todo lo que rodea a la mal llamada fiesta nacional de los toros, ofrece un panorama de lo más variopinto, pintoresco y curioso, que recuerda a aquella España de charanga y pandereta de la que hablara Antonio Machado hace ya mucho tiempo, panorama que continúa incólume, pese a los vaivenes sociales, históricos y de todo orden por los que ha pasado este País, que continúa inmerso en unas costumbres que sorprenden a los foráneos, y descolocan cada vez más a tantos ciudadanos de aquí, que no entienden cómo esta España no acaba de entrar de lleno en la modernidad.
Sólo son costumbres, puro teatro, dicen quienes aún no siendo partidarios, transigen sin más, mientras que los más tradicionalistas entran de lleno en una especie de fanatismo religioso, que nubla el entendimiento y la razón, y que queda excesivamente fuera de lugar en pleno siglo XXI, y que yendo más allá y en función de la clase política gobernante, influye en la educación y en la formación, pues consideran que la religión ha de formar parte de las materias de la enseñanza obligatoria, considerándola además como puntuable.
Todo ello en un Santo País, cuya Constitución recoge la aconfesionalidad del Estado Español, pero dónde los gobernantes siguen haciéndose acompañar por las autoridades religiosas, por supuesto católicas, en actos institucionales o haciendo ofrendas al Santo de turno, en actos que están fuera de lugar, al margen de la constitución y de unos tiempos en los que dichas ofrendas tienen más de idolatría, que de devoción, costumbre o incluso de un anacrónico folclore.
Por último, y para rizar el rizo más esperpéntico, conviene recordar que tanto la patrona de la llamada Hispanidad como el patrón de España, son respectivamente, una virgen y un Santo, lo cual nos da una idea de hasta qué punto existe una cultura pseudoreligiosa que impregna toda un País, y que sigue teniendo una fuerte influencia en determinadas regiones, y en general en las generaciones más veteranas, fruto de la educación recibida.
Los países tradicionalmente más religiosos, siempre han sido los más atrasados, social, política y económicamente hablando. Basta con revisar este extremo y comprobar que efectivamente es así. Nuestro problema es que el sentimiento pretendidamente religioso, está mucho más fuertemente arraigado que en el resto de esos países, donde no existen estas costumbres que año tras año se repiten, y que logran conmover el espíritu de aún mucha gente.
No es nada extraño que nos cueste tanto entrar en la modernidad y que continuemos con un atraso secular del que no logramos zafarnos. Solamente el tiempo, y las nuevas generaciones lo conseguirán, y seguramente con ello entrar en una nueva era en la que la religión sea un íntimo sentimiento que cada ser humano lleve consigo, sin necesidad de expresarlo a través de actitudes que entran en el dominio de la idolatría, la sumisión, la superstición y el fanatismo.