martes, 11 de febrero de 2014

LA MECÁNICA DEL PLANO INCLINADO

Dícese de la mecánica, que es la rama principal de la Física, dedicada al estudio de los movimientos y estados en que se encuentran los cuerpos, describiendo y prediciendo las condiciones de reposo y movimiento debido a la acción de las fuerzas. Se divide en tres partes, a saber: cinemática, dinámica y estática, y aunque no siendo el objeto ni el propósito de lo que aquí se expone, ni se van a describir, simplemente se citan escuetamente, porque el título lo exige y porque no es nuestra intención la de desvirtuar, por incompleta, una definición que citamos muy somera, concisa y estricta, con la sobriedad y brevedad que el asunto merece, con la intención de no aburrir al posible lector, al que no deseamos introducir en los principios de la física, objetivo que de ninguna manera persiguen estas líneas, como más adelante se podrá comprobar, aunque no obstante, la relación y la proximidad existentes, por leves que parezcan, existen sin duda entre el texto y la mencionada mecánica, así como con el citado plano inclinado, más conocido, sobre todo en estas fechas, como rampa.
La Física es una ciencia cuyo dominio no está al alcance de cualquiera, como tampoco lo está la economía, aunque no sea preciso ni absolutamente necesario licenciarse en estos últimos conocimientos para fundar una sociedad mercantil, cuyo objeto sea el de crear una sociedad entre dos o más socios, para así desarrollar una actividad determinada con fines lucrativos. Constituir una sociedad mercantil, por ejemplo en un matrimonio, supone que ambos cónyuges no desconocen que de ese acto necesariamente se desprende que de hecho y de derecho, existe una voluntad inequívoca de que los posibles beneficios que se ingresen en esa sociedad, han de corresponder necesariamente a los dos miembros de la misma.
Pues bien, se consiguió que la Infanta, hija de los Reyes, se deslizase por el plano inclinado – la famosa e inefable rampa - que conforma el acceso a los juzgados de Palma de Mallorca, tan traída y llevada desde hace tiempo, con el objeto de declarar como imputada, una vez que el fiscal consintió en ello, en un acto extraño e injustificable que impidió en su momento, pero que al final ha tenido que permitir, en una maniobra impropia de su cargo, que más que beneficiar, ha perjudicado a la protagonista a su pesar de esta historia, que más le hubiera valido entonces haber recorrido la dichosa rampa, cuando los cargos que se le imputaban eran de menor gravedad que los actuales, habiendo podido evitar en gran parte el oprobio y la afrenta que para ella ha de suponer la actual situación, impensable en este País, hace no mucho tiempo, cuando la Monarquía era inexplicablemente intocable, donde el falso respeto, la absurda transigencia y la insoportable actitud cortesana, lo impedían por completo.
Hemos sabido, debido a una filtración, que entre las innumerables respuestas en sentido negativo, del tipo no recuerdo, no me consta, no sé o simplemente no contesta, ante preguntas como si firmaba actas, su negativa respuesta llevó al juez a enseñarle alguna con su firma o, sobre todo, y aquí entroncamos con el título de estas líneas, si conocía el objeto social de las sociedades a las que pertenecía y si entendía que en una sociedad mercantil, los socios se reparten los posible beneficios que puedan generar.
Su respuesta no deja lugar a dudas acerca de la desmemoria de la Infanta: “desconozco la mecánica”. Es decir, tal como afirmábamos, aunque te muevas con frecuencia por ese plano inclinado, no supone que llegues a familiarizarte con su mecánica. Aunque sí con el vértigo que sin duda causa.

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