Dícese de la mecánica, que es la rama principal de la
Física, dedicada al estudio de los movimientos y estados en que se encuentran
los cuerpos, describiendo y prediciendo las condiciones de reposo y movimiento
debido a la acción de las fuerzas. Se divide en tres partes, a saber:
cinemática, dinámica y estática, y aunque no siendo el objeto ni el propósito
de lo que aquí se expone, ni se van a describir, simplemente se citan escuetamente,
porque el título lo exige y porque no es nuestra intención la de desvirtuar,
por incompleta, una definición que citamos muy somera, concisa y estricta, con
la sobriedad y brevedad que el asunto merece, con la intención de no aburrir al
posible lector, al que no deseamos introducir en los principios de la física,
objetivo que de ninguna manera persiguen estas líneas, como más adelante se
podrá comprobar, aunque no obstante, la relación y la proximidad existentes,
por leves que parezcan, existen sin duda entre el texto y la mencionada
mecánica, así como con el citado plano inclinado, más conocido, sobre todo en
estas fechas, como rampa.
La Física es una ciencia cuyo dominio no está al
alcance de cualquiera, como tampoco lo está la economía, aunque no sea preciso
ni absolutamente necesario licenciarse en estos últimos conocimientos para
fundar una sociedad mercantil, cuyo objeto sea el de crear una sociedad entre
dos o más socios, para así desarrollar una actividad determinada con fines
lucrativos. Constituir una sociedad mercantil, por ejemplo en un matrimonio, supone
que ambos cónyuges no desconocen que de ese acto necesariamente se desprende
que de hecho y de derecho, existe una voluntad inequívoca de que los posibles
beneficios que se ingresen en esa sociedad, han de corresponder necesariamente
a los dos miembros de la misma.
Pues bien, se consiguió que la Infanta, hija de los
Reyes, se deslizase por el plano inclinado – la famosa e inefable rampa - que
conforma el acceso a los juzgados de Palma de Mallorca, tan traída y llevada desde
hace tiempo, con el objeto de declarar como imputada, una vez que el fiscal
consintió en ello, en un acto extraño e injustificable que impidió en su
momento, pero que al final ha tenido que permitir, en una maniobra impropia de
su cargo, que más que beneficiar, ha perjudicado a la protagonista a su pesar
de esta historia, que más le hubiera valido entonces haber recorrido la dichosa
rampa, cuando los cargos que se le imputaban eran de menor gravedad que los
actuales, habiendo podido evitar en gran parte el oprobio y la afrenta que para
ella ha de suponer la actual situación, impensable en este País, hace no mucho
tiempo, cuando la Monarquía era inexplicablemente intocable, donde el falso
respeto, la absurda transigencia y la insoportable actitud cortesana, lo
impedían por completo.
Hemos sabido, debido a una filtración, que entre las
innumerables respuestas en sentido negativo, del tipo no recuerdo, no me
consta, no sé o simplemente no contesta, ante preguntas como si firmaba actas,
su negativa respuesta llevó al juez a enseñarle alguna con su firma o, sobre
todo, y aquí entroncamos con el título de estas líneas, si conocía el objeto
social de las sociedades a las que pertenecía y si entendía que en una sociedad
mercantil, los socios se reparten los posible beneficios que puedan generar.
Su respuesta no deja lugar a dudas acerca de la
desmemoria de la Infanta: “desconozco la mecánica”. Es decir, tal como
afirmábamos, aunque te muevas con frecuencia por ese plano inclinado, no supone
que llegues a familiarizarte con su mecánica. Aunque sí con el vértigo que sin
duda causa.
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