miércoles, 19 de noviembre de 2014

REBELIÓN CIUDADANA

Cuando la paciencia se agota, y el ciudadano harto de esperar, de quejarse, de escuchar palabras vacías de contenido y de aparentes buenas intenciones que después de mucho tiempo devienen en vanas, en falsas, en dejar pasar el tiempo, en trabas burocráticas, en imposibilidad de acceder al personajillo, léase politiquillo de turno, siempre ausente, siempre reunido, siempre tan ocupado como para no entender que está al servicio del ciudadano, que es quién paga su poltrona y su sustento diario, entonces, en ese momento, el ciudadano de a pie, cansado, hastiado y con la ira a flor de piel, decide salir a la calle, a montarla, a protestar, a intentar hacerse visible ante una Administración sorda y ciega, que nunca ha asumido que se debe a la ciudadanía, y que su cargo no le da el menor derecho a gozar de privilegio alguno de ningún tipo, ni a aprovecharse de su situación con ánimo de enriquecerse o de llevar a cabo un tráfico de influencias que pueda beneficiarle a él y a otros que puedan agradecerle determinados favores.
Y ya puestos en la calle, la protesta mediante el grito, las consabidas consignas y los carteles alusivos, se convierten en las armas arrojadizas que puede utilizar, para tratar de llamar la atención, de mover conciencias, y de paso, conseguir adeptos a la causa, llevando a cabo aquello tan típico y no tan tópico, de no me mires, únete, que hoy, más que nunca, y debido a las circunstancias actuales de escándalos, corruptelas y derroches varios, resulta fácil y sencillo de conseguir, con lo que la posibilidad de atraer a nuevos adeptos a la causa, suele tener más éxito que nunca, ya que cada vez más gente está dispuesta a salir a la calle en lugar de quedarse en casa, o limitarse a comentar los problemas que cada vez más le acucian, ya sea en el trabajo, en el bar, en casa, o en cualquier lugar dónde se reúnan dos o más conocidos, que más pronto que tarde acabarán comentando la actualidad, que en estos tiempos, siempre es de última hora.
Después de diez meses pasados desde las protestas que tuvieron lugar en el barrio del Gamonal de Burgos, debido a las obras de modificación de una avenida que el ayuntamiento quería convertir en bulevar, y que culminó con el abandono del citado proyecto después de varios días de constantes protestas a cargo de la población, nuevamente, vecinos y vecinas de Burgos han vuelto a tomar las calles para manifestar su rechazo ante las obras que se desarrollan para remodelar la plaza de toros de Burgos, un proyecto especulativo sin ningún interés más allá del beneficio de las empresas constructoras, que han movido a la ciudadanía, harta de tanto derroche inútil e innecesario, a salir a la calle y llevar a cabo auténticas batallas campales, en una ciudad que parece militarizada, ante una protesta ciudadana que aumenta sin cesar, en lo que ya traspasa una simple movilización por la paralización de unas obras, para convertirse en muestra de un hartazgo popular cada vez más generalizado.
La gente está ya algo más que cansada de tanta estupidez y de tanto y tan inaceptable derroche por parte de los políticos que ni tienen en cuenta ni respetan a una ciudadanía que no ceja en su asombro ante un nuevo ejemplo de un gasto absolutamente injustificable, que supone ni más ni menos que 6 millones de euros a emplear en las obras de acondicionamiento de un local dónde se lleva a cabo una costumbre bárbara y cruel con los animales, cuando ese dinero ha de emplearse en gastos sociales que repercutan en el bienestar de una ciudadanía que se encuentra harto necesitada de ellos, por lo que esta rebelión ciudadana, como tantas otras, es necesaria, oportuna y absolutamente justificada.

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