Algo parece estar cambiando en
el panorama político de este País. Las elecciones municipales y autonómicas
recientemente celebradas, han deparado unos resultados, que aunque predecibles
hace solo unos meses, eran impensables hace poco más de un año.
La principal consecuencia y el
cambio más significativo que ha generado esta consulta, ha sido sin duda la
desaparición del bipartidismo y el surgimiento con una inusitada fuerza de las
candidaturas ciudadanas, que van a ostentar una importante parcela de poder,
bien de manera directa, pues van a gobernar en algunas ciudades, bien en coalición
con otros partidos que van a tener que contar con ellas para acceder al
gobierno.
Algunas de estas Candidaturas,
han surgido tan recientemente, que apenas han tenido tiempo de organizarse y de
darse a conocer, por lo que lo conseguido tiene un mérito aún mayor, al obtener
un importantísimo respaldo ciudadano que no ha dudado en desbaratar el poder
hegemónico de los dos grandes que han venido hasta ahora repartiéndose el
gobierno.
Y en una ceremonia de la
confusión que aún no han podido digerir, han llegado hasta el punto de que
algunos representantes de la derecha, ya están interpretando lo sucedido como
si de la Toma de la Bastilla se tratara, en un alarde de sentimiento
apocalíptico de un estado de cosas que jamás llegaron a pensar. Tan cortos de
miras son, que no podían imaginar que tuviera lugar lo que interpretan como una
revolución ciudadana.
Constituye una demostración
palpable de un deseo ciudadano de cambiar un statu quo establecido, que ya
duraba demasiado tiempo, y que quizás no se vuelva a reeditar, lo que supondría
todo un vuelco en el panorama político de un país como el nuestro, sin parangón
en una Europa que nos mira con los ojos muy abiertos, con una mezcla de
incomprensión y sorpresa.
Desde que las manifestaciones
de 15 M, iniciaron su lenta pero imparable andadura, ya nada ha vuelto a ser
igual en la correlación de fuerzas políticas, que han sufrido un cambio
radical, con un giro de ciento ochenta grados que hasta hace muy poco tiempo los
dos principales partidos no daban crédito alguno, y que ahora contemplan con
incredulidad y suma preocupación, contemplando cómo su segura y rutinaria
alternancia en el poder, se ve seriamente trastocada.
Han sido los ciudadanos de una
España harta del sufrimiento que viene soportando todos estos años de crisis,
los que han decidido con sus votos cambiar un equilibrio de poder que tanto
dolor les ha generado, soportando todo el peso de unas terribles medidas
económicas y sociales, que han sumido a un importante sector de la población,
en la pobreza y la desesperación con un paro insostenible y una legislación
laboral que castiga duramente a los trabajadores.
Han sido incapaces de medir las
consecuencias de sus actos de gobierno, llegando a menospreciar a una población
que ahora se vuelve contra sus gobernantes y contra un sistema bipartidista,
que dejaba fuera a los votantes de la oposición, mientras que ahora, con la
fragmentación habida, todas las sensibilidades, todos los votantes van a estar
representados. Formar gobierno va a ser ahora cosa de muchos, y no solo de unos
pocos, es decir, de los de siempre.
La ciudadanía al poder, no va a
ser una mera y casi transgresora coletilla revolucionaria. Es la materialización
de un deseo de ese pueblo soberano, expresión con la que tantas veces se les
suele llenar la boca a los gobernantes al uso. Esta vez, dicha expresión toma
carta de naturaleza. Bienvenido sea.
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