Escucho en la radio a un oyente
que interviene en un programa de los pocos que dejan intervenir a los pasivos
escuchantes, cómo muestra su indignación contenida, al manifestar su sorpresa
ante la machacona, insistente y pedante actitud de los medios de información
sobre el caso catalán, que parece tenerlos totalmente absorbidos.
¿Es que no existen Orense,
Guadalajara, Segovia, Jaén, Burgos, Badajoz, Teruel y Murcia? ¿El territorio
nacional, se limita exclusivamente a una zona del noreste de España, que usa y
abusa de su protagonismo como si nada más existiera?
Insoportable, inexcusable e
inaguantable, el apabullante y pertinaz
bombardeo mediático, al que nos someten por doquier, allá donde pongamos y
fijemos, tanto el sentido de la vista como el del oído, siempre con el mismo
contenido, el mismo mensaje, con la sensación de que nada más sucede en este
atribulado País.
Problemas acuciantes de toda
índole siguen pesando en la vida de las gentes, como una pesada losa, y nadie
parece prestar atención, salvo a la pesadilla catalana, que parece seguirnos
allá dónde estemos, siempre con un tono monocorde e insoportable, que no
debería robarnos ni un minuto más, porque no lo merece, ya que no es más que la
historia de una ambición desmedida, egoísta e intolerante.
¿Cómo es posible que el
capricho catalán, acerca de una absurda independencia, mantenga en vilo a todo
un País entero? ¿No es verdad que, empezando por Cataluña, los problemas son
cada día son más acuciantes para un importante sector de la población?
Entonces, ¿Cómo puede
mantenerse este banal pulso entre una región, y el Estado en el que se
encuentra ubicado desde siempre? ¿Hasta cuando hemos de soportar este pulso
absurdo? ¿Cómo puede permitirse estos lujos una población sometida, como el
resto de España, a unos problemas reales que le afectan en la misma medida?
Por supuesto que tienen el
derecho a reclamar la independencia, la secesión, la ruptura. ¿Pero no sería
esta decisión objeto de consulta a todo el País? ¿No deberían votar también los
ciudadanos del resto de la Nación, que han contribuido con sus impuestos, su
trabajo y su esfuerzo a la construcción de Cataluña?
¿Se olvidan acaso, que todas
las infraestructuras de todo orden y tipo, que a lo largo de la historia se han
ido consolidando en esa Comunidad, han sido sufragadas con la contribución de
todos los españoles, a través de las cargas económicas a las que todos estamos
obligados, por lo que todos, ellos y el resto de los conciudadanos, somos
propietarios de una parte proporcional de un País que entre todos hemos
construido?
Que se decida de una vez, o se
abandone un tema que está irritando a una ciudadanía, harta ya de tanta
complacencia. Vótese en referéndum, sin miedo, sin reparo alguno. Las últimas
elecciones han sido significativas. Jamás ganará el independentismo.
Votemos todos o no, la gente es
mucho más práctica e inteligente de lo que los políticos creen. La inmensa
mayoría, catalanes incluidos, son conscientes de que nos interesa permanecer
todos juntos, porque así somos más fuertes y más solidarios. Y dejémonos de
caprichos, que sólo satisfacen a unos pocos.
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