miércoles, 4 de noviembre de 2015

EL CAPRICHO CATALÁN

Escucho en la radio a un oyente que interviene en un programa de los pocos que dejan intervenir a los pasivos escuchantes, cómo muestra su indignación contenida, al manifestar su sorpresa ante la machacona, insistente y pedante actitud de los medios de información sobre el caso catalán, que parece tenerlos totalmente absorbidos.
¿Es que no existen Orense, Guadalajara, Segovia, Jaén, Burgos, Badajoz, Teruel y Murcia? ¿El territorio nacional, se limita exclusivamente a una zona del noreste de España, que usa y abusa de su protagonismo como si nada más existiera?
Insoportable, inexcusable e inaguantable, el  apabullante y pertinaz bombardeo mediático, al que nos someten por doquier, allá donde pongamos y fijemos, tanto el sentido de la vista como el del oído, siempre con el mismo contenido, el mismo mensaje, con la sensación de que nada más sucede en este atribulado País.
Problemas acuciantes de toda índole siguen pesando en la vida de las gentes, como una pesada losa, y nadie parece prestar atención, salvo a la pesadilla catalana, que parece seguirnos allá dónde estemos, siempre con un tono monocorde e insoportable, que no debería robarnos ni un minuto más, porque no lo merece, ya que no es más que la historia de una ambición desmedida, egoísta e intolerante.
¿Cómo es posible que el capricho catalán, acerca de una absurda independencia, mantenga en vilo a todo un País entero? ¿No es verdad que, empezando por Cataluña, los problemas son cada día son más acuciantes para un importante sector de la población?
Entonces, ¿Cómo puede mantenerse este banal pulso entre una región, y el Estado en el que se encuentra ubicado desde siempre? ¿Hasta cuando hemos de soportar este pulso absurdo? ¿Cómo puede permitirse estos lujos una población sometida, como el resto de España, a unos problemas reales que le afectan en la misma medida?
Por supuesto que tienen el derecho a reclamar la independencia, la secesión, la ruptura. ¿Pero no sería esta decisión objeto de consulta a todo el País? ¿No deberían votar también los ciudadanos del resto de la Nación, que han contribuido con sus impuestos, su trabajo y su esfuerzo a la construcción de Cataluña?
¿Se olvidan acaso, que todas las infraestructuras de todo orden y tipo, que a lo largo de la historia se han ido consolidando en esa Comunidad, han sido sufragadas con la contribución de todos los españoles, a través de las cargas económicas a las que todos estamos obligados, por lo que todos, ellos y el resto de los conciudadanos, somos propietarios de una parte proporcional de un País que entre todos hemos construido?
Que se decida de una vez, o se abandone un tema que está irritando a una ciudadanía, harta ya de tanta complacencia. Vótese en referéndum, sin miedo, sin reparo alguno. Las últimas elecciones han sido significativas. Jamás ganará el independentismo.
Votemos todos o no, la gente es mucho más práctica e inteligente de lo que los políticos creen. La inmensa mayoría, catalanes incluidos, son conscientes de que nos interesa permanecer todos juntos, porque así somos más fuertes y más solidarios. Y dejémonos de caprichos, que sólo satisfacen a unos pocos.

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