domingo, 16 de agosto de 2009

ACERCA DEL TALENTO Y LA INTELIGENCIA

Inmensamente afortunadas deben considerarse las personas que poseen una capacidad innata para desarrollar cualquier actividad plástica y que son capaces, desde que nacen, de destacar en cualquiera de las artes y así son capaces de pintar, esculpir, modelar, etc., sin haberse iniciado previamente en ninguna de ellas, sin preparación técnica que justifique semejantes habilidades.
Simplemente la naturaleza ha sido espléndida con ellas y les ha dotado de la más grande de las virtudes humanas: la capacidad de crear. Desde muy temprana edad muestran sus envidiables aptitudes artísticas sorprendiendo a propios y extraños con esos destellos de ingenio que plasman en su actividad diaria y que denotan un talento que causa admiración y asombro.
Las primeras notas de su ingenio pueden ver la luz cuando te presentan esos increíbles dibujos, impropios de su edad, y que dejan atónitos a quienes descubren en ellos a un portento en ciernes. Luego contemplas con apasionada emoción, la capacidad musical que muestran, cantan como los ángeles, bailan con un exquisito sentido del ritmo y todo ello sin haber adquirido una formación técnica con la cual podrán convertirse en verdaderos artistas.
Este portentoso talento estético, les es dado a muy pocos y no siempre es reconocido ni descubierto, con lo que se pierden verdaderos genios que desde que nacen están dotados de ese maravilloso y generoso don que marca unas enormes distancias entre los humanos normales y corrientes y estos afortunados, con un hermoso sentido de la estética, capaces de sentir intensamente y de comunicar sus vivencias trasladándolas al mundo que les rodea, creando belleza.
Desafortunadamente no siempre llegan a desarrollar todo su potencial debido a diversos factores que evitan que estos talentos se conviertan en artistas reconocidos. El ambiente familiar y social donde se desenvuelven que puede ser negativo a la hora de reconocer e impulsar sus aptitudes podría ser un obstáculo en su desarrollo. A veces incluso ellos mismos se niegan a caminar por esa senda tan vedada a la mayoría del resto de los humanos.
La inteligencia sin más, si no va acompañada de una capacidad artística, de un especial sentido estético, no conduce sino a la consecución de las metas profesionales que el ser humano se ponga por meta, consiguiendo, mediante los oportunos conocimientos adquiridos, el dominio de las técnicas necesarias para desarrollar la actividad para la que ha estado preparándose académicamente y con la que ha configurado las neuronas de su cerebro para tal fin.
Lograrán, lograremos los objetivos en más o menos tiempo, con mejores o peores resultados, todo ello en función de la mayor o menor capacidad y de la fuerza de voluntad que se ponga en el empeño. Pero simplemente serán, seremos, almacenes de conocimientos adquiridos que durante el resto de nuestras vidas pondremos en práctica y llevaremos a cabo en las diferentes actividades que el ser humano desempeña en su actividad diaria,
Seremos trabajadores sin cualificar, cualificados o técnicos de primer orden. Pero nos limitaremos a fabricar, producir, enseñar, comerciar, curar, escribir, pintar, componer, construir, etc, y seremos más o menos creativos, con más o menos talento logrado a través del trabajo, de la fuerza de voluntad y del tiempo. Nuestro trabajo puede alcanzar una encomiable perfección y un estimable reconocimiento a la vista de todos. Podemos llegar a ser creativos de manual, pero jamás creadores de espíritu.
Pero no todas las virtudes que adornan al ser humano se reducen a la capacidad creadora, artística y del talento innato. La inteligencia natural, aunque no lleve aparejada necesariamente la creatividad, es un formidable don, como lo es la capacidad para amar, el sentido de la solidaridad, de la bondad, del respeto, de la capacidad para entender y ayudar a los demás y tantas otras que definen a ese ser que la naturaleza ha dotado de inteligencia, sensibilidad y sentido de la libertad.
Soy afortunado cuando miro a mi alrededor y contemplo a las tres mujeres que llenan mi vida. Dos preciosas y encantadoras hijas; una de ellas dotada de ese talento artístico, aún por desarrollar y a la que animo constantemente para que perservere y sea consciente del don con el que ha nacido. La otra hija está dotada de una inteligencia natural y una delicada y exquisita sensibilidad, poseedora de una hermosa capacidad para hacer felices a los demás. Es todo bondad y corazón. Mi tercera mujer es mi encantadora esposa; inteligente, sensible y con una disposición permanente para soportarme cada uno de los muchos días que llevamos juntos.
Para ellas mi amor, mi devoción y mi cariño. Representan todo aquello que da sentido de mi vida.

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