jueves, 13 de agosto de 2009

MIS ADMIRADOS ESCRIBIDORES

Acostumbro a leer los artículos de opinión de los muchos escritores/escritoras que pueblan con sus firmas más o menos conocidas los medios ce comunicación, ya sean revistas, diarios o periódicos de frecuencias varias.
Trato humildemente, no sólo de disfrutar con sus escritos, sino de aprender de ellos, de descifrar sus, a veces intrincadas expresiones, de bucear en sus giros sintácticos e ingeniosas construcciones, tomando nota incluso del empleo que hacen de los signos de puntuación, del empleo que hacen del tan controvertido laísmo, leísmo y loísmo, en cuyo empleo no parecen ponerse de acuerdo, según llegan a reconocer alguno de ellos en sus artículos.
Observo con suma atención el enfoque general que sobre la base del título elegido, más o menos acertado, conduce a la comprensión del tema tratado y como colofón, a la conclusión del mismo que conduce a la reflexión personal, que, en buena lógica debe buscar y perseguir el autor en sus potenciales lectores.
Autores hay que simple y llanamente reflejan la realidad, tratando los hechos sin más. La objetividad es su lema. Los hay que persiguen tratar temas absolutamente intrascendentes, que no buscan sino divertir con sus temas frívola tendencia. Otros buscan provocar el debate, la discusión, el contraste y enfrentamiento de ideas con el fin de provocar una corriente de opinión que conduzca o debiera de conducir inevitablemente a una conclusión sobre el tema propuesto.
Citaré algunos de los más significados, tres hombre y tres mujeres, por mí los más leídos y que creo son representantivos del panorama crítico nacional, escritores de novela, alguno de ellos de ensayo, y todos articulistas de reconocido prestigio. Aquí los analizo por éste último género abundantemente utilizado por todos ellos.
Javier Marías, azote de la derecha más recalcitrante y de la izquierda más ingenuamente snob y bobalicona. Con un estilo propio, muy definido y personal no deja títere con cabeza cuando trata temas y personajes políticos. En ocasiones complicado de leer, recargado y retorcido en sus expresiones, pero siempre preciso y acertado, golpeando a diestro y siniestro. Todos los años, en las mismas fechas, lanza su afilado dardo contra las hordas de encapuchados que durante una semana ocupan las calles con sus procesiones como si tuvieran patentare de corso.
Rosa Montero y Maruja Torres, con un estilo similar, un temperamento parecido y una exquisita sensibilidad, poseen un estilo directo, claro y preciso, sin ambages de ningún tipo, con una fino sentido del humor en ocasiones, irónicas a veces y mordaces siempre, con una tremenda capacidad de para sacar a la luz con toda su crudeza, dureza y realismo, las innumerables miseria que azotan al ser humano.
Impagables los brillantes artículos de Juan José Millas, con sus irónicos titulares, su lacerante humor, su crítica mordaz y directa, siempre sin ambages ni dobles interpretaciones, que sabe captar con un fino instinto las situaciones más insospechadas y los hechos más sorprendentes partiendo de una simple foto o de un comentario puesto en boca o atribuido a alguno de los protagonistas de sus relatos.
Almudena Grandes, posee una gran capacidad para atrapar al lector con sus narraciones cortas donde sus protagonistas, personajes sencillos con los que nos topamos cada día en la escalera, en el ascensor o en el trabajo, viven historias sencillas que suceden cada día y en las que normalmente no solemos reparar.
Inolvidable su artículo sobre el libro, objeto de culto siempre, pero más aún hoy en día, cuando la tecnología amenaza con su desaparición. Más que una defensa, es un enorme derroche de sensibilidad cuando describe todos los sentimientos que le sugiere un libro en las manos, desde su olor y su textura hasta la capacidad que tienen de trasladarnos a otros mundos.
Me dejo en el tintero a tantos y tantas articulistas de lujo como Vargas Llosa, Manuel Vicent, Javier Cercas, Elvira Lindo, y tantos otros/otras que con sus opiniones crean un debate cada vez más necesario en un mundo globalizado a todos los niveles, salvo, afortunadamente en el terreno de las ideas y las opiniones, al que estos escritores colaboran.
Quizás nuestros jóvenes, encerrados en sus cuartos con sus múltiples juguetes tecnológicos que los mantienen permanentemente comunicados entre sí y aislados del resto del mundo, debieran leer al menos a estos y otros escribidotes con el fin de intentar al menos que posean un espíritu crítico, capacidad de discriminar y mente abierta ante un mundo que les pertenece y que tendrán que afrontar.Tomarían nota también del correcto empleo de un lenguaje que cada día se les escapa más de las manos, al hacer un uso de él cada vez más críptico, abreviado e ininteligible, que se aleja poco a poco pero con paso firme e imparable de la hermosa lengua de Cervantes.

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