miércoles, 5 de agosto de 2009

CRISIS EN LA PLAYA

En la misma playa de la misma costa de una población Alicantina, hállome justo un año después, pese a la crisis o quizás más bien, gracias a ella, que me ha permitido ocupar un apartamento, en primerísima línea, por cierto, a un módico precio que supera ampliamente, a la baja, por supuesto, el importe del que alquilé el año anterior.
Uno se sorprende, sin duda influido por las circunstancias actuales, al contemplar la playa donde me encuentro más densamente poblada aún que entonces y trata de deducir conclusiones que, seguramente no son válidas, pues de una muestra tan pequeña, al fin y al cabo una playa, difícilmente pueden obtenerse unas conclusiones estadísticas válidas aplicables a una situación extensible a todo un país.
Puestos a ello, tampoco explica esta situación, el hecho de que hayan bajado los apartamentos, ya que en general no es así. Yo he tenido suerte al encontrar a una persona sensibilizada con los tiempos en los que vivimos y comprensiva hasta extremos impensable hoy en día, pero la mayoría mantienen los precios del año anterior, en un gesto que, pretenden muy dignos ellos, deberíamos agradecer.
Por aquí, no debe de haber pasado la dichosa crisis, ya que el resto de los servicios de todo tipo, mantienen o han subido los precios del año pasado, e insisto, la demanda es la misma o superior. Quizás la excepción confirme la regla o los inefables brotes verdes hayan acabado por madurar convirtiéndose en árboles hechos y derechos.
También por estas fechas, siempre hace un año, llegué con unos créditos firmados que me permitirían continuar a la vuelta la actividad de la pequeña empresa que desempeño. Por cierto que los famosos y tan cacareados ICO, me los denegaron después de toneladas de documentación y tres meses de espera; no conozco ni una miniempresa que haya percibido las ingentes cantidades de euros destinados a tal fin y que nadie sabe donde están.
Panorama desolador a la vuelta. Parte de los avales aprobados y firmados, no son respetados por el banco, pues, según me dicen, la crisis ha comenzado en mi ausencia y donde dijeron digo, ahora dicen diego. Léase la letra pequeña, me recomiendan. Con dificultad y unas buenas gafas me ponga al asunto, y, sorpresa, ahí estaba la engañifa: el banco unilateralmente y sin más, puede anular lo firmado por ambas partes en el momento que lo crea conveniente a sus intereses, claro está.
Un año después, solicito los mismos avales, en el mismo banco y, se supone que con la misma crisis, ya no sé si instalada o desinstalada. Espero con ansiedad la vuelta para comprobarlo, confiando en que no me obliguen a leer de nuevo la nefasta letra pequeña del año pasado, lo que supondría disfrutar de otra vuelta de tuerca más.
Lo cierto es que hay sectores a los que esta coyuntura no afecta de ninguna manera. Es más, salen beneficiados del presente berenjenal en el que nos han metido. Si tienes trabajo asegurado, lo demás viene por añadidura, es decir, se benefician de la bajada de muchos productos de consumo y deben dar gracias a la crisis porque les permite vivir mejor instalados en ella que en su ausencia. Hablo, naturalmente, de los funcionarios, privilegiados hoy y siempre en el panorama laboral nacional.
En cuanto al resto, y me refiero siempre a los nominados, por aquello de la nómina mensual, el trabajo, que ahora se dice está en precario, nunca ha estado asegurado, simplemente ahora, ha bajado unos escalones más al aprovechar muchas empresas aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid, para llevar a cabo unos ERE, que les viene de perlas. Excluyo a la miniempresa, que falta de financiación, no puede soportar la presión y muchas de ellas se han visto abocadas al cierre.
Bien, creo que esto es todo, así que voy a darme un baño en la playa, ahora que se ha liberado espacio en la misma. Acabo de llamar al banco y me dicen que, tranquilo, que este año no voy a tener que destrozarme la vista con la letra pequeña. Además debo decirles, que, afortunadamente, para mayor tranquilidad mía, mi esposa es funcionaria.


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