lunes, 12 de agosto de 2013

ESTÁ SUCEDIENDO AQUÍ

Cuando los problemas o sucesos traumáticos nos son ajenos, tendemos a relativizarlos, a marginarlos de nuestras vidas, salvo que tengamos constancia plena de los mismos, bien por cercanos, bien porque exista documentación  exhaustiva que no deje lugar a la duda acerca de sus verosimilitud y certeza plenas, de tal forma que les damos carta de naturaleza real hasta el punto de llegar a afectarnos, de solidarizarnos y de pasar a entrar a formar parte de nuestra vida diaria, concediéndoles incluso un tiempo de la misma, en aras de la confraternización y comprensión humanas.
Sin embargo, cuando tenemos constancia de los sucesos desagradables y desgracias o contratiempos a nuestro alrededor, de una manera sutil o incluso conocemos detalles con toda su crudeza, pero no tenemos constancia material y visible de los mismos, tendemos a mantener una actitud de incredulidad, de cierta sospecha sobre su veracidad, casi de rechazo, renegando incluso de las fuentes que lo divulgan, pretendiendo ver en ello una maniobra oscura y confusa por parte de quienes difunden unos hechos que no se muestran ante nuestros ojos con toda su cruda realidad y que nuestra mente se resiste a admitir.
Si además de todo lo expuesto, los sucesos acontecidos se desarrollan en un tiempo y lugar que no debieran corresponder, por insólitos, inusuales e incluso anacrónicos, la perplejidad más absoluta está servida, acentuando la sensación de una persistente incredulidad que podría resumirse en aquello de que aquí eso no puede suceder, no es posible que esté ocurriendo, mienten los que lo afirman y exageran los que así lo divulgan.
Pero más pronto que tarde, los duros y tozudos hechos se confirman, se materializan en toda su cruda extensión y nos encontramos frente a ellos, con una dura realidad que mantiene una situación que parecía imposible pudiera darse lugar en un país como el nuestro, avanzado, dentro de una Europa próspera en general, con un  nivel de vida más que aceptable, pese a una crisis que azota a gran parte del continente, pero que pese a todo, puede sentirse satisfecho si se compara con el resto de un Planeta, en el que la miseria, el atraso y el abandono a su suerte, campean por sus respetos.
La cruda realidad, nos dice que en España, un sector cada vez más  numeroso de la población, se ve obligado a recurrir a los comedores sociales porque carecen de medios de subsistencia para alimentarse. Muchas familias se ven en la urgente necesidad de enviar a sus hijos a los comedores que han tenido que habilitar los colegios para que puedan al menos tener garantizada una de las comidas diarias, para evitar la desnutrición en un sector de la población infantil.
Casi dos millones de familias se encuentran en una situación desesperada con todos sus miembros en paro. Los desahucios continúan a un ritmo absolutamente inaceptable y en unas condiciones penosas que el Gobierno no debería permitir, mientras los despidos, el paro, y las rebajas salariales continúan amenazando a los que tienen la fortuna de mantener un trabajo cada vez mas en precario.
Todos estos hechos son reales y están sucediendo aquí, a nuestro lado, posiblemente en nuestra comunidad de vecinos, hechos que pese a la evidencia, nos cuesta admitir y de los que tenemos noticia sólo a través de los medios de comunicación. Quizás un día nos encontremos con una fila, una cola de espera y nos preguntemos por qué esa gente espera pacientemente con la mirada resignada, ante un local desconocido para nosotros. Sólo entonces creeremos  que está pasando, que está sucediendo aquí.

No hay comentarios: