martes, 15 de julio de 2014

ASOMBRANDO AL MUNDO

No hay nada más ofensivo, despectivo y vejatorio, que las ironías cínicas y humillantes, a las que nos someten en ocasiones los políticos cuando dicen hablar en nuestro nombre, en el de los ciudadanos, en el del pueblo con voto, pero sin apenas voz, pretextando actuar en representación nuestra, en la de los habitantes de un País sometido a unas duras y lacerantes medidas económicas, sociales y laborales, que van a dejar huellas durante decenios en un País, donde los recortes en todos los ámbitos, han conseguido deprimir una sociedad que ve cómo se han rebajado los sueldos de los trabajadores, para no volver a recuperarse jamás, donde en el mejor de los casos se han congelado, con una durísima reforma laboral que ha permitido despidos masivos, con unos altísimos índices de paro, sobre todo juvenil, que está consiguiendo que toda una generación de jóvenes se vean inmersos en una generación perdida, sin esperanza de encontrar un trabajo, con unas oscuras perspectivas de futuro y con una jubilación que quizás nunca lleguen a conseguir, a base de no cotizar más que unos pocos años a lo largo de toda su vida laboral.
Si a todo esto unimos los tremendos recortes en sanidad, educación, vivienda, infraestructuras, investigación y formación, el panorama que queda es francamente desolador, a lo que hemos de añadir, la corrupción, los despilfarros y la ineptitud de una clase política, que pese a todas las críticas y los mea culpa, continúa a lo suyo, protegiéndose por si las moscas, y escudándose para ello en el aforamiento, que les garantiza que la justicia no pueda actuar contra ellos como haría con cualquier ciudadano de a pie, y son diez mil los susodichos beneficiados por esta medida que no tiene parangón alguno en una Europa que sigue abriendo estupefacta los ojos, en un acto de sorpresa continuada, ante las actitudes de los políticos de un País que constituyen un gremio que goza de todos los privilegios habidos y por haber, en medio de un denigrante desprestigio que no parece que les haga mella alguna.
Y en medio de todo este desolador panorama, surge el Sr. Montoro, a la sazón ministro de Hacienda, con unas intrigantes y cínicas declaraciones, en las que afirma que “el pueblo español, cuando se levanta empieza a asombrar al mundo”. De incalificables siempre, pero sobre todo de mordaces, ridículas y sobre todo burlonas, cabe calificar dichas palabras que ofenden, por hirientes y ridículas, porque quieren dar a entender, que el pueblo español, solicitó expresamente las agresivas y duras medidas tomadas contra ellos, en un acto de suma y valiente heroicidad, sacando pecho, pidiendo le rebajasen su nivel de vida unos cuantos escalones, solicitando a gritos que le echasen de su trabajo, que le bajasen el suelo y que le dejasen bajo mínimos los servicios sociales de los que disponía, todo en aras de levantar un País al que ellos no han contribuido a devastar.
No Sr. Montoro, no nos hemos levantado bravamente para auto sacrificarnos, para hacernos el harakiri, ni hemos salido a la calle para celebrar, como usted parece dar a entender, que nos hayan impuesto tan duras medidas para recomponer lo que no hemos descompuesto, no somos tan ingenuos y heroicamente absurdos como para pedir que paguemos los platos que otros han roto, no hable en nuestro nombre, no nos ponga ni de ejemplo ni de escudo humano, nosotros no tratamos de asombrar al mundo por nada, no hemos sido nosotros sino otros, los más poderosos, los más corruptos, los más derrochadores los que han provocado este desastre, por lo que nunca seremos los ciudadanos los que voluntariamente nos ofrezcamos a resolver el problema, porque dicha resolución, nos la han impuesto ustedes, los políticos, con el respaldo de todos los poderes fácticos de todo orden, que han decidido cargar sobre nuestras espaldas los daños que ellos causaron. 

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