En un panorama político y social tan agitado, con un
descrédito galopante de unos políticos en los que ya nadie confía, que adolecen
además de una falta cada vez más evidente de una necesaria aptitud e integridad
para el desempeño del cargo, con unos índices de corrupción y despilfarro que
han alcanzado niveles harto preocupantes que nos han hecho enrojecer en Europa,
con una con una falta de apoyo cada vez mayor hacia los dos grandes partidos
que se ha visto reflejado en las últimas elecciones europeas, y, en definitiva,
con un distanciamiento cada vez más claro y expreso entre los partidos y los
electores, se hace necesario un cambio, que ya no cabe esperar de dos partidos
que se reparten el poder alternándose en el ejercicio del mismo, y que parece
haberse manifestado tímidamente en las últimas Europeas, donde han surgido
varios partidos, en principio de pequeño tamaño, pero que lo han hecho de una
forma sorprendente, entre los cuales se encuentra Podemos, cuyo líder, después
del éxito conseguido se ha prodigado escasamente, y de una forma extremadamente
radical, que ha sorprendido a propios y extraños.
Ignoro lo que está pasando por la
mente de su portavoz o representante más visible, Pablo Iglesias, cuáles son
las intenciones reales de un personaje – y por ende de la iniciativa política
que representa - que se ha erigido en
una nueva esperanza para sus electores y para muchos otros que tienen su punto
de mira en este nuevo grupo político que ha ilusionado a tantos, y que parece
haberse desinflado últimamente, según mi modesta opinión, pues al margen de
otras consideraciones que expongo más adelante, parece haberse recluido en sus
cuarteles – asamblearios según parece, pero ni incluso por ahí aparece – y
haberse olvidado de unos votantes a los que no debería abandonar ni un minuto,
pues considero ésta relación lo suficientemente frágil como para que una mínima
desconexión entre ambas partes dé al traste con la confianza depositada en unas
perspectivas que se han creado y que el hecho de no existir una continuidad y
un seguimiento permanente, pueda ocasionar una ruptura y una pérdida de
confianza por parte de su electorado actual y del abandono por parte de quienes
se planteaban votarles en el futuro, léase elecciones generales, donde debería
plantearse dar un golpe de efecto, en un panorama muy distinto al de las
Europeas, con mayor poder y capacidad de influir en el escenario político
nacional.
Después del éxito conseguido en Europa, me da
la impresión de que no están sabiendo gestionar el éxito conseguido. Están
cometiendo demasiados errores con declaraciones radicales que les van a alejar
de la mayoría de su electorado – hablo siempre de Pablo Iglesias, que parece
ser el único que se pronuncia hasta ahora – al tiempo que como he manifestado,
están dejando pasar el tiempo sin tratar de acercarse a sus posibles electores,
sin mimarlos, sin cuidar delicada y dedicadamente de ellos, sin dar una imagen,
quizás un poco más moderada que les aproxime a una mayoría de ellos, que no les
van a admitir que se radicalicen de una forma absurda que no tiene cabida en la
sociedad actual y entre sus votantes.
Sería deseable que se mantuvieran en
lo esencial de su programa, alejándose de fundamentalismos y radicalismos
ridículos que no les van a favorecer, ni a sus líderes, ni a la mayoría de sus
seguidores, ya que si es así, no merecen estar donde sus votantes les han
situado, porque representan una opción esperanzada, que espera cambios en
muchos aspectos y sectores de la vida nacional, pero que de ninguna forma la
inmensa mayoría de ellos desea una radicalización que no lleva a ninguna parte,
y que esperan que tengan una deseada sensatez, de la que pienso que adolecen,
ya que en caso contrario, me temo que van a ser flor de un día, algo pasajero,
una esperanza más defraudada. Confiemos en que se moderen un mínimo, porque
fuera de ahí, la mayoría de sus votantes les van a dar de lado. Pienso que
deberían dar la cara con más frecuencia y que se definan definitivamente,
porque pese a todo, suponen una alternativa, una novedad, una esperanza que
confiamos en que no sea una vez más defraudada.
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