Cataluña nos
harta, nos incordia y exaspera, nos machaca diariamente desde hace ya casi dos
años, estableciendo una marca que ni siquiera logró el cansino de Ibarretxe,
que durante casi el mismo tiempo nos tuvo con su famoso Plan, parecido al
catalán, pero que mandó al garete, y así se lo comunicó a los Vascos, cuando el
Congreso de los Diputados le dijo que no, que nada de aventuras
independentistas, nada de consultas no autorizadas, algo que le detuvo en seco
y de manera sorprendente, pues nadie pensaba que se quedaría ahí, pero así lo
hizo, se retiró y hasta ahora, hasta el presente, relegado al olvido, de una
forma tal, que tanto el dichoso Plan como su autor, han desaparecido del mapa
político durante todos estos años.
Sin embargo
en Cataluña, que pensamos siempre que nunca llegaría a estos extremos, la
situación ha llegado a tal punto de cansina extenuación, de cansancio e
insufrible aburrimiento diario, que al cabo de nueve meses de amenazar con
llevar a cabo la consulta, ésta se ha llevado a término.
Y todo después
de un tira y afloja que ha durado casi un año, durante el cual nos han
martirizado tanto los unos como los otros, léase Gobierno y Generalitat, hasta el
extremo de mostrarse insufribles los unos e insoportables los otros, en un
continuo batallar, que digan lo que digan, han ganado los catalanes al
conseguir aquello que el Presidente del Gobierno dijo que nunca se conseguiría,
es decir, sacar las urnas y votar.
El Gobierno
afirmando machaconamente, una y otra vez, que no votarían, que en todo caso no
tendría efectos jurídicos – ahí ya dieron muestras de flaqueza, agotamiento o
simple y llanamente un miedo insuperable a tomar medidas drásticas – mientras
que los otros, repetían una y mil veces, que sacarían las urnas, aunque no
tuviese validez, que para ellos era lo de menos, ya que la repercusión social y
política iba a ser innegable, que en definitiva es lo que ellos querían, y que
a todas luces han conseguido nítida, cristalina y holgadamente, por mucho que
la otra parte trate de negarlo.
Y en medio
nosotros, los cansados y sufridos ciudadanos, hartos, hastiados, cansados de
tanta inútil y absurda pelea con la que nos maltratan cada día desde hace tanto
tiempo, como si no hubiera nada más importante en un País que vive bajo mínimos
desde hace casi una década.
Hartos de la intolerancia y la falta de
solidaridad mostrada por una parte de la población catalana y de un sentimiento
nacionalista exacerbado y exaltado acerca de unos valores patrios, ya caducos,
y que no tienen cabida en una Europa unida.
Hartos de la falta de diálogo y de una
manifiesta incapacidad política por parte de un Gobierno, que con una
insultante mayoría absoluta, no ha sido capaz de llegar a acuerdo alguno, y en
todo caso, de tomar las medidas que dijo llevaría a cabo, mostrando de paso una
inaudita debilidad que no asume.
Hartos, en
definitiva, de soportar a unos y a otros, en medio de un panorama desolador
para tanta gente que sufre los desastres que han provocado unos políticos
ineptos, muchos de ellos corruptos y derrochadores, que siguen a su aire,
olvidándose de una ciudadanía que no los soporta.
Y mientras,
nos desayunamos cada día con el mismo cantar. El problema Catalán. Como si el
paro, la precariedad laboral, los desahucios, los comedores sociales y los
recortes de todo tipo, no existieran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario