martes, 30 de diciembre de 2014

VIVA CUBA LIBRE

Cincuenta y tres años han transcurrido desde que Estado Unidos rompió las relaciones diplomáticas con el País Caribeño, en una maniobra que dejó inerme a la añorada isla de Cuba, en un acto inexcusable, que el gigante americano ha mantenido a capa y espada, sin resquicio ni concesión alguna a una mínima compasión por una población que desde entonces ha sufrido necesidades sin cuento, en un alarde de crueldad que sólo ese país ha mantenido, sin que ello haya supuesto la menor cesión por parte de un País como Cuba, que desde entonces soporta la dictadura de los hermanos Castro, llevada a cabo con extrema dureza, con mano de hierro, sin que en ningún momento hayan dado impresión de debilidad alguna.
No obstante, no todo es alegría por esta noticia que indudablemente supone un respiro para un País sumido en la miseria. El bloqueo y embargo económico continúa, ya que son, en principio, sólo las relaciones diplomáticas y algunas comerciales, las que se restablecen, como la facilidad para viajar, y algunas económicas, entre otras, así como la apertura de embajadas, lo cual supone un primer paso que aliviará sin duda la difícil situación en la que se encuentra el pueblo cubano, al reactivarse en parte una economía que apenas pueda sustentar a una población desasistida.
Lo que no ha cambiado nada en estos complicados años, es el miedo que los dirigentes experimentan hacia una libertad que niegan a los ciudadanos a los que están sometiendo a una oscura y denostada revolución, incapaz de evolucionar hacia un sistema democrático, que más pronto que tarde habrá de llegar, pero que aún se ve lejana, pese a que las presentes medidas deberían ayudar a conseguir una salida hacia un sistema de libertades que sin duda todo el pueblo cubano ansía.
De nada han servido los mínimos cambios habidos en este aspecto. El miedo a aflojar la despótica presión ejercida sobre la población, por parte de quienes de una forma despótica dirigen el país, es tal, que sienten vértigo cada vez que se encuentran con una situación en la que se lleva a cabo alguna protesta o se encuentran con alguna voz como la de la periodista Yoani Sánchez, premiada repetidamente fuera de su País, como aquí en España, y adonde en su momento no la dejaron viajar para recoger el oportuno premio.
¿Cómo pueden denominar revolución a una situación en la que prohíben  la más elemental de todas las libertades como es la libertad de expresión? Anulan al individuo, lo someten a la voluntad del estado totalitario y castigan la menor desviación en que los ciudadanos puedan incurrir al incumplir las normas que los dictadores a sí mismos se han otorgado.
Es fácil para nosotros admirar el heroico comportamiento del pueblo cubano, resistiendo los embates del imperialismo americano y del resto del mundo que no comulga con sus ideas. Pero esta opinión, cada día más minoritaria, no es sino un espejismo, un sentimiento nostálgico con tintes heroico-románticos, que no responden ni por asomo a una dura realidad que viven los once millones de cubanos, privados a estas alturas del siglo XXI de las libertades más elementales, sufriendo una penuria económica, que provoca un sufrimiento a la población que queda muy lejos del apasionamiento y la fácil admiración y romántica sensiblería que desde aquí podamos sentir.
En España sentimos una especial simpatía y una amable añoranza hacia Cuba y sus gentes. Deseamos de corazón que sus problemas, tanto políticos como económicos, tengan una pronto solución.

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