viernes, 16 de enero de 2015

UNA CUESTIÓN DE IMAGEN

Vivimos unos tiempos poderosamente influidos por los medios audiovisuales, capaces de captar, tratar y transmitir imágenes y sonidos en cualquier lugar del mundo, a cualquiera hora, en cualquier circunstancia que pueda rodear a un determinado personaje o acontecimiento, con permiso o sin él, si de un ser humano se tratara, a la vez que millones de personas en el Planeta pueden verlo, bien en tiempo real, bien en diferido, pero siempre de forma inmediata, a través de las denominadas redes sociales, que gracias a Internet, han transformado y trastocado el mundo tal como lo entendíamos.
Cualquier persona, puede registrar un suceso determinado y enviarlo al instante a cualquier rincón del Planeta, para que a su vez sea visualizado simultáneamente por millones de personas, a los que ya nada asombra, ni tiene capacidad para dejarlos fascinados, hasta el extremo de deslumbrarlos, tal es el avance al que ha llegado la tecnología humana, en un Mundo donde millones de personas carecen de lo más indispensable para sobrevivir.
Pero las modernas tecnologías, utilizadas también para denunciar las inmensas carencias con las que convive media Humanidad, son empleadas fundamentalmente para propagar imágenes de la otra mitad, utilizándolas como meros objetos destinados a una utilización que no tiene otra intención que el mero divertimento, con exhibición de fotos, mensajes y situaciones que no tienen otra intención que la de distraer, divertir, informar, opinar y debatir, siempre con unos destinatarios más bien próximos, conocidos, que son los receptores de dicha información.
Estas redes sociales, como el resto de los medios de comunicación audiovisual, son sin embargo utilizadas con otros propósitos muy diferentes y concretos, con fines muy determinados, como por ejemplo la divulgación de la imagen personal de un político con intenciones de lograr un apoyo hacia sí mismo, su programa, su partido político, y en definitiva, su promoción en aras de sumar votos mediante la captación de adeptos a una causa que no es otra que la de aglutinar votantes en torno a un ideario programático, mediante la utilización de los recursos adecuados, de los que se encargan los correspondientes asesores de imagen, a través de las oportunas técnicas, que sabiamente utilizadas, conseguirán divulgar la imagen deseada.
Aplicado exclusivamente a la política y los políticos, el resultado obtenido, es franca y definitivamente devastador para quienes utilizan indebidamente estas artes publicitarias, bien de una forma cicatera por insuficiente, bien de una forma equivocada por errónea o antiestética, o bien porque se caracterizan por no llevar a cabo ninguna promoción de imagen, que es el peor de los supuestos planteados, ya que sin una imagen amable, atractiva e inteligente, el protagonista tiene pocas opciones de conseguir sus fines.
De todos es conocida la insultante carencia de habilidades comunicativas de un Presidente del Gobierno que se caracteriza por huir de la prensa, por darle la espalda a todo lo que suponga enfrentarse a una cohorte de periodistas de los que reniega una y otra vez, a la par que su afición a las pantallas de plasma de televisión, a través de las cuales se comunica con los viles redactores de prensa, que se ven obligados así a escuchar y callar, pues no suele admitir preguntas.
Son maneras de actuar que le descalifican ante la ciudadanía, como Presidente, y le perjudican como político. Si a todo ello sumamos su poco gracejo físico y su nulo encanto personal, apaga y vámonos.

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