jueves, 16 de noviembre de 2023

Huye Luna Luna luna

Si vinieran los gitanos/harían con tu corazón/collares y anillos blancos. Así canta Federico García Lorca, en su Romance de la Luna Luna, del Romancero Gitano, en su Granada, a la misma Luna que contemplamos hoy, sin duda no tan lúbrica y pura, con senos de duro estaño, aunque siga prestándonos hoy su mágico brillo y su portentosa luz, pese a los agravios, ofensas y atropellos que le dispensamos los humanos.

Durante siglos, los poetas, músicos escritores y pintores, han sostenido un apasionado idilio con la luna, a la que han cantado en sus rimas y partituras, en sus cuadros y escritos, y en todas las manifestaciones artísticas posibles, con especial mención a los románticos, que han mantenido siempre a la Luna como una perenne fuente de inspiración para sus obras.

La veneración que sienten los lobos por la Luna, ha originado una auténtica leyenda acerca de éstos singulares animales, tan injustamente denostados por el ser humano, cuando en las noches de luna llena parecen cantar a este luminoso astro de los cielos, cuando dirigiéndose hacia él, aúllan y con un armonioso y agudo canto, como si intentasen comunicarse con el satélite que, impasible, parece escuchar con suma atención tan dedicada composición musical, como si de una nana nocturna se tratara.

Durante miles de millones de años, la Luna se ha mantenido intacta, virginalmente respetada, hasta que los humanos, hace poco más de medio siglo, irrumpieran en su límpida superficie para despertarla de tan largo sueño, con seis viajes tripulados que sin permiso, hollaron su superficie una y otra vez, que desde entonces, ha visto continuamente invadida por multitud de visitas de unos seres terrestres que la han convertido, poco a poco, en un auténtico y espacial vertido de chatarra a través de su, hasta entonces, intacta y limpia superficie lunar.

Y lo han llevado a cabo con artefactos que han dejado abandonados en su retirada, que han ido en aumento con la llegada de nuevos países, que han enviado todo tipo de vehículos espaciales, que, sin retorno, allí han quedado para ensuciar con su metálica chatarra, allí dónde alunizaban, sin respeto alguno hacia  nuestro satélite.

Pero lo peor está por llegar, en una loca y absurda carrera de las principales potencias por explorar la Luna en busca de minerales y otros posibles recursos que puedan suponer una nueva fuente de ingresos, para lo que no tienen escrúpulo alguno a la hora de proyectar la construcción de bases humanas para su explotación, con la construcción de carreteras y otras infraestructuras, que cambiarían la faz de la Luna para siempre.

Uno de los países interesados, China, ha confesado que piensa utilizar misiles desde la órbita lunar para abrir túneles y remover terrenos rocosos, para la construcción de pequeñas ciudades, dónde se alberguen los trabajadores de la base desde la que operar, lo que constituye una auténtica y devastadora desfachatez, cuyo alcance ahora ignoramos, pero que supondría el inicio de una alocada carrera por la explotación de los recursos lunares, con consecuencias imprevisibles en un futuro próximo para un sufrido planeta Tierra, que ve cómo su satélite, tampoco se libra de la devastadora ambición humana.

Mentes desenfrenadas, piensan que la Luna puede ser un destino futuro para una humanidad que necesitara buscar un nuevo destino para los seres de este planeta, como lo buscan también en otros astros de nuestro sistema solar, cuando sabemos que ninguno de ellos ofrece condiciones para la vida, en lugar de mejorarlas en esta hermosa Tierra, que nos hemos empeñado en hacerla inhabitable, y no contentos con ello pretendemos invadir la Luna, después Marte y así seguiremos jugando a convertirnos en dueños y señores del universo, cuando somos incapaces de gestionar nuestro destino en el mejor de los mundos posibles que el ser humano puede soñar.

Nuestro hermoso planeta Tierra puso un día a nuestra disposición cuanto podíamos necesitar, y consideró después que ya podíamos comenzar a disfrutar de él y a utilizar sus inmensos recursos, utilizándolos sabia y racionalmente. Pero ahí se equivocó, pues ignoraba nuestra naturaleza que nos conduce a la autodestrucción, con una ambición sin freno, un consumo desmedido de los recursos, y una absoluta incapacidad para vivir en una necesaria armonía que nuestra estúpida vanidad no puede concebir.

Quizás la Luna nos observe desde su privilegiada  posición con una actitud condescendiente y bondadosa, e intente recordarnos con su luminosos lenguaje, que nos equivocamos, que vivamos en paz, y así la dejemos a ella en paz, que nuestro destino seguro y definitivo está aquí, y no en las estrellas que nos observan desde el principio de los tiempos, que leamos a Lorca y contemplemos en paz el universo que tenemos la suerte de disfrutar: La Luna vino a la fragua/con su polisón de nardos/el niño la mira mira/el niño la está mirando.

Con permiso de Lorca y obligados con Selene, diosa griega de la Luna, nos permitimos rimar: Huye Luna Luna Luna, que ya vienen los humanos.

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