miércoles, 22 de noviembre de 2023

Poesía y política.

No puede haber más oposición, más controversia y más contradicción que ambos términos utilizados en estas prosaicas líneas, que sólo pretenden desligar uno de otro, la prosa de los políticos del verso de los poetas que, afortunadamente, nada tienen en común, en nada se parecen, con un desencuentro total que pese a todo, los primeros se empeñan a citar a los segundos, como un disparatado recurso que embellezca su prosaico discurso, en un fracasado intento de embellecerlo, de dotarlo de una capa sensible de la que no dispone, tanto en su fondo como en su forma, consiguiendo con ello enmarañar, distorsionar y falsear aún más su vano intento.

Pero van más allá cuando estos aprendices de poetas recurren a estas artes, cuando con ello tratan de simular un conocimiento del poeta y su poesía, que no es tal, ya que recurren a citar algunos versos que entienden ellos vienen a cuento, y conviene a su discurso, simplemente porque piensan embellece y refuerza su mensaje, y que seguramente, ni conocen, ni han leído al poeta, sino que le han preparado la cita poética para que la lea, pese a que su desconocimiento es total, lo que supone un falso y absurdo intento de identificarse con el autor, como forma de reforzar su imagen, y así mostrase ante los suyos con un acrecentado carisma, como conocedor de tan insigne autor.

Y así, cometen errores al entrar a saco en las redes sociales, buscando desesperadamente un texto, un verso, una cita de algún escritor conocido, de algún poeta insigne, o de algún personaje famoso, que les dé la oportunidad de citarlo ante los suyos, acreditando de esta forma, no sólo su conocimiento, su cultura y su dominio de las letras y las artes, sino, y sobre todo, su sensibilidad ética y estética, que esperan reconozcan sus votantes, que esperan queden rendidos ante su capacidad para valorar su adornado y estilizado discurso.

No contentos con ello, lo repetirán en sus numerosas y monótonas intervenciones que llevarán a cabo a lo largo de la geografía nacional, como si de algo nuevo se tratara, a lo sumo con ligeras variantes, como si su ingenio lograra alturas que ni soñaban alcanzar, convirtiéndose en modernos juglares del siglo XXI, en busca, no de entretener a la plebe, sino de engatusarla, para obtener su apoyo, sus votos, su confianza para alcanzar su única y ansiada meta: el poder.

Cualquier parecido entre poetas y políticos, es una pura desmesura, que no soporta un mínimo análisis objetivo y desinteresadamente imparcial. Los poetas aman la belleza, lo etéreo y sustancial, mientras que lo políticos no tienen otro objetivo que buscar, a veces por medios inconfesables, eternizarse en el poder, algo que estiman por encima de todas las cosas de este mundo, y que los conduce a experimentar una borrachera de satisfacción tal, que la soberbia, y la ausencia total de escrúpulos, los instala en una ególatra posición, dónde se sienten los salvadores de un mundo que ni los convoca, ni los necesita, por lo que tienden a huir de ellos como alma que huye del diablo.

Recientemente hemos asistido a un debate desigual, con un aspirante a continuar en su privilegiado trono, utilizando cuántos recursos disponía para conseguirlo, algo que ha logrado recurriendo a artimañas de todo tipo, que utilizadas como moneda de cambio, le han servido para continuar en un poder que ambicionaba de una manera tan visible como su capacidad para tergiversar y retorcer un discurso, que la hemeroteca, tan fría y objetiva ella, se encarga de ponerle en su lugar.

Ambos contendientes, han rivalizado con la instrumentalización de unos versos de nuestro ilustre Antonio Machado, con una absoluta falta de respeto y consideración hacia nuestro poeta universal, que no merece semejante ofensa, por parte de dos políticos que han usado sus versos en un rechazable intento de justificar sus posiciones, a años luz de las que el poeta, socialista y republicano auténtico y digno, y hombre bueno por excelencia, hubiera utilizado jamás.

Absténganse los políticos de este País, incapaces, ineptos y con una ambición desmedida en su inmensa mayoría, de citar a nuestros grandes poetas para el logro de sus fines. La poesía es un arte sensible, hermoso y digno, que persigue la armonía, la paz y el entendimiento entre los seres humanos, sin distinciones ni segregaciones de ningún tipo. Es un canto a la libertad y a la fraternidad, sin egoísmos, ni ambiciones de ningún tipo que pudieran contaminarlo. Nada comparable, ni de lejos, al innoble ejercicio de la política.

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