miércoles, 1 de noviembre de 2023

No en mi nombre

Alguna vez leí, y convencido quedé con ello, que es propio de países serios y responsables, aquellos en los que la democracia de hecho, se sustanciaba en un Estado social y de derecho, dónde las leyes se respetaban y los encargados de su redacción y ejecución, eran los primeros, no sólo en hacerlas cumplir, si no en cumplirlas, dando ejemplo de ello, por encima de todo y de todos, el poder ejecutivo, representado por el gobierno democráticamente elegido en las urnas.

 Y aquí, en este singular País, nos encontramos con el primer obstáculo al encontrarnos con un ejecutivo que lleva en funciones tres meses, los mismos que lleva enfangado en la negociación con los posibles aliados de los que depende para formar gobierno, con el Congreso cerrado a cal y canto, con un irreconocible partido en el poder que parece haberse transformado en un auténtico camarote de los hermanos Marx, pero con una disciplina que allí no se contemplaba, obligados a seguir a un secretario general que lo ha sustituido con mano de hierro, mutándolo a su imagen y semejanza, y bajo la estricta máxima de que aquel que se mueva, no sale en la foto.

Atrapados en sus redes, mantienen un desigual pulso con quienes no tienen reparo en afirmar que la gobernanza de España no les importa en absoluto, y que sólo persiguen  los objetivos de lo que ellos denominan su país, que en nada coinciden con los del nuestro, para lo que como moneda de cambio pretenden alcanzar dos metas fundamentales, que no únicas, como son la amnistía y la autodeterminación, sin cabida en La Constitución vigente, después de haberlos allanado el camino previamente, con la derogación de varias leyes que los penalizaban, y que lejos de satisfacerles, los han envalentonado lo suficiente como para seguir en sus inacabables reivindicaciones.

Y mientras tanto, los ciudadanos de este País, contemplan el esperpéntico espectáculo que se les ofrece con una mezcla de asombro y escepticismo, preguntándose como se puede mercadear con la formación de un gobierno a cambio de ceder ante los representantes de una pequeña parte del territorio que exige unas concesiones inasumibles para el resto, pero que el jefe del ejecutivo no tiene previsto descartar, ya que asegura que gobernará, pese a los mínimos avances registrados en tres meses que llevamos soportando este insufrible tormento, que pese al mal disimulado intento de disfrazarlo de una mejora de la convivencia, no es sino una moneda de cambio, un trueque para conseguir seguir en La Moncloa.

 Nadie, salvo el jefe del ejecutivo y unos pocos allegados conocen las oscuras negociaciones que están teniendo lugar a espaldas de la opinión pública,  hasta el extremo de que ni siquiera los barones del partido dicen conocer, y mucho menos las bases del mismo, debido a una opacidad permanente, que parece ocupar todo el tiempo de un presidente que parece haberse olvidado de todo lo que no suponga su continuación en el cargo al que tanto apega muestra, meta y objetivo único y obsesivo que desesperadamente persigue.

Un País que parece narcotizado, que no reacciona ante lo que diariamente se le presenta que no contempla solución alguna a sus problemas, con cinco millones de ciudadanos sumidos en la pobreza más severa, con la cesta de la compra por las nubes, con la mayor tasa de desempleo de  la Unión Europea, y que incluso ha de soportar  cómo el presidente del gobierno en funciones afirma que “el País va como una moto”.

 Ocurrencia banal e irresponsable, de un jefe del ejecutivo obsesionado por continuar a los mandos,  dotado de una soberbia sin escrúpulos, espoleado por una jaula de grillos que se autodenominan “progresistas”, que le aplauden a coro deseosos también de continuar en sus poltronas, y que están dispuestos también a llegar adónde sea necesario con tal de conseguir sus objetivos, y que han contaminado a un desconocido PSOE, que muy pocos reconocen, sin debate interno, que se permite ningunear a viejas glorias, y que está suponiendo un lastre para un partido desacreditado hoy, y que siempre ha gozado de una impecable trayectoria.

Una situación insostenible que no parece tener solución, salvo que se rompan las perversas negociaciones con quienes le presionan y chantajean a la vista de la debilidad que el presidente en funcionas muestra ante sus indisimulados deseos de poder, y que llevarían a convocar de nuevo unas elecciones, que posiblemente arrojarían unos resultados similares a las últimas habidas, lo que supondría un bloqueo institucional sin parangón posible, ya que la oposición, víctima de la aproximación a unas malas compañías, que sin duda le han perjudicado, pocas posibilidades tiene.

Tan perversa situación, podría tener una solución con un gobierno de coalición entre ambos partidos, algo que se antoja utópico, pero que solucionaría un problema institucional de primer orden que no podemos perpetuar,  ya que en caso de ceder a las intenciones nacionalistas, el chantaje sería permanente durante toda la legislatura, además de lesionar la credibilidad constitucional, con los consiguientes riesgos que ello conlleva, y que de ninguna manera nos podemos permitir.

Lo que definitivamente resulta inaceptable, es la continuación de una situación a la que nunca debería haberse llegado, a la vista de las exigencias de quienes pretender bloquear este País, con la colaboración de un gobierno en funciones que no se resigna a alejarse dl poder, y que parece haber olvidado que no son más que los representantes de los ciudadanos, que no les votaron para permanecer en el gobierno a toda costa, sino para encontrar la mejor solución posible para que el País y sus ciudadanos, dispongan de un gobierno libre, legal, justa y democráticamente constituido, que no rinda cuentas, ni se pliegue más que ante sus ciudadanos, que son los únicos y exclusivos propietarios de la soberanía popular y del gobierno que en ellos ha delegado.

De no ser así, de no trabajar para todos los ciudadanos de una forma clara, democrática, concisa y cristalina, con equidad y dedicación absolutas, sin mercados políticos ni ambiciones personales desmedidas, desde aquí les decimos que no hablen por nosotros, que no lo hagan por tantos ciudadanos callados que relegados a un segundo plano no pueden mostrar su desacuerdo y su profundo descontento. No en mi nombre y en el de multitud de ciudadanos de este sufrido país.

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