jueves, 8 de febrero de 2024

Madrid bien vale una pista

 

Si para disfrutar de una carrera de fórmula 1, hemos de acercarnos aquí al lado, a la capital, a Madrid, encantados estaremos de oír rugir de cerca estos impresionantes bólidos, que hasta ahora solamente bramaban en Barcelona – años hace que estas carreras se disputaron en el circuito del Jarama - a un paso de la capital, hoy dedicado a competiciones no tan exigentes como el gran circo de la F1 que según últimas noticias, podría trasladarse a Madrid en los próximos años, lo que ha supuesto un auténtico acontecimiento a nivel deportivo, social, económico y hasta político, dadas las connotaciones extradeportivas que esta declaración de intenciones tiene, pues nada hay confirmado, ya que la celebración de la prueba del mundial de fórmula 1 pasaría de Barcelona a Madrid.

La polémica está servida, algo que nada debe extrañarnos dada la rivalidad existente entre esta dos ciudades que compiten por el protagonismo a la hora de llevar a cabo eventos relevantes que les otorguen notoriedad a nivel tanto nacional como internacional, lo que entra dentro de una elemental lógica,  más aún cuando se trata de las dos ciudades españolas más importantes, competitivas siempre, con una trayectoria impecable y deseable a la hora de destacar en todos los órdenes, sobre todo ahora, en éstos momentos de conflictos políticos que, de alguna manera, afectan a este proyecto que ha planteado Madrid, y que está causando estragos en Barcelona.

La oposición al cambio de escenario que supondría la celebración del gran premio de F1, con el consiguiente perjuicio económico y, sin duda, de prestigio deportivo a nivel internacional para Barcelona, es total, y está levantando ampollas en Cataluña, acostumbrados como están a que tan celebrado  evento tuviese lugar en esa Comunidad Catalana, rival dónde las haya de la de Madrid, no sólo a nivel deportivo, algo que egoístamente  puede entenderse, pero que debería también a su vez ser comprendido si se tiene en cuenta que podrían alternarse los grandes premios, si ello es técnica y deportivamente posible, con lo que las susceptibilidades, ahora a flor de piel, desaparecerían posiblemente, aunque nos permitimos dudarlo, ya que la oposición a este circuito, va más allá de la mera celebración del susodicho gran premio.

Por supuesto también en Madrid existe una corriente de opinión que se opone a su celebración, aunque de otra índole, en este caso centrada en el impacto ambiental, algo que sorprende cuando por Madrid circulan diariamente millones de automóviles que contaminan infinitamente más que veinte bólidos en los entrenamientos y la carrera a celebrar una vez al año, y aunque el circuito urbano quedara como definitivo y tuviesen lugar más carreras al año, la comparación no aguanta un elemental análisis.

Y ya metidos en estos lares, y abundando en la construcción de pista varias, no podemos dejar al margen el mega proyecto faraónico de ampliación del aeropuerto de Barajas, que el inefable presidente del gobierno ha anunciado a bombo y platillo, en persona, con toda la pompa y solemnidad en él acostumbradas, con un colosal presupuesto, y que supondría duplicar la capacidad de dicho aeropuerto, hasta llegar a los noventa millones de pasajeros anuales, el doble de la población de este país, que contempla con asombro cómo se pueden llegar a gastar dos mil cuatrocientos millones en semejante proyecto, cuando la situación económica, existiendo otras necesidades más urgentes no debería aconsejar tan descomunal inversión.

 Todo ello cuando se intenta reducir el número de vuelos para reducir un impacto ambiental que afectará no sólo a los ecosistemas próximos - el ruido de los aviones se hará insoportable - sino a la capital, que ya soporta un más que notable aumento de un turismo que abarrota sus calles y plazas, como ya sucede en muchas ciudades del mundo que contemplan cómo se van haciendo cada vez más inhabitables, mientras que aquí optamos por un gigantismo que no favorece en absoluto la vida de unos ciudadanos a los que parecen quedar deslumbrar con estas millonarias demostraciones.

  Proyectos que poco tienen de sociales y mucho de un interesado populismo partidista por lo que quizás debiéramos optar por un término medio, dedicando el espacio de ampliación de las pistas del aeropuerto, o minorarlo, y dedicarlo al trazado del circuito de fórmula 1, en un intento de un ejercicio de moderación, o medias tintas, que seguramente no satisfará a nadie, ya que tanto uno como otro tiene sus adeptos y sus opositores, y, al final, y como siempre, no seremos nosotros los que decidamos, pero al menos, si podemos manifestar públicamente nuestra opinión, nos sentiremos  afortunados, porque aunque aquí no medie una misa como en la capital de Francia para conseguir un trono – París bien vale una misa – sí queremos proclamar que Madrid bien vale una pista para disfrutar de una carrera de fórmula uno.

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