sábado, 8 de junio de 2024

Carta abierta al Diablillo de Segovia

 

Mi muy mejor amigo:

Me entero con cierto pesar, que te trasladan, que te desalojan de tu privilegiada atalaya, para acomodarte en otro lugar de tu adorada ciudad de Segovia, desde dónde podrás seguir contemplando tu colosal obra, aunque no disfrutarás de tan mágicas, preferentes y soberbias  vistas sobre las imponentes y grandiosas arcadas del acueducto que tú, su inmortal arquitecto y constructor, decidiste iniciar hace milenios, para goce y disfrute de todos, incluidos aquellos que no pueden creer que lo llevaras a cabo en una sola noche, que aseguran, sólo es una leyenda, que ni tú, ni la aguadora tuvisteis nada que ver, que todo es una historia amable que alguien en su día inventó para ilustrar la magia de tan hermosa y eterna obra, que como tú, perduraréis, ajenos a la insensata dictadura del tiempo.

Espero sepas disculpar a quienes aún te niegan el derecho a estar ahí, a ocupar ese lugar, recurriendo a escrúpulos diversos que a pocos convencen, siempre con ese gesto bonachón y sonriente que a nadie debería molestar y mucho menos ofender recurriendo a sentimientos religiosos, éticos o morales que no pueden justificarse de ninguna manera, pues ni tú, simpático personaje, ni la intención de exponerte al público, pueden mover a agravio a quienes  carecen del más elemental sentido de un necesario y sano humor, a la par que artístico e histórico, incapaces de reconocer que con tu singular presencia, has logrado añadir otro atractivo más a esta hermosa ciudad, que la inmensa mayoría, y no dudo que eres consciente de ello, se siente encantada con tu entrañable presencia.

Ahora, cuando se plantea tu traslado y muchos desearíamos que continuaras donde te encuentras, nos gustaría conocer tu opinión, saber si desearías un lugar más resguardado de las inclemencias del tiempo, más a cubierto, dónde dispusieras de una intimidad de la que allí no gozas, huyendo un poco de una masificación que ha de apabullarte, de molestarte incluso, siempre rodeado de gente que desea replicar tus eternos  selfies, sentarse a tu lado, tocarte y manosearte, en una permanente manifestación de calor humano que lógicamente, aunque te halague, a la larga ha de cansarte, por lo que entendería que quisieras cambiar de aires, aunque para ello, para poder decidir, necesitarías saber adónde pretenden trasladarte.

Amigo mío, mi muy mejor diablillo, no puedo ocultarte que conozco el nuevo lugar adónde te llevarán, que te confieso que no me satisface - aunque he de decirte que no lo haría ningún otro – que será en una plaza, lugar demasiado convencional para ti, no muy lejos de dónde ahora te hallas, que también tendrás muy cerca tu obra, tu acueducto, pero no con la visión de las imponentes arcadas que ahora disfrutas, menos altas, más al comienzo de tu obra, que estará junto al instituto dónde enseñó Antonio Machado, que todos los días contemplaba, recorría  y admiraba tu obra en su diaria caminata de ida y vuelta desde su pensión hasta el instituto.

Resulta curioso que el lugar dónde te encuentras está muy próximo a la Normal de Magisterio dónde estudié, así como que la Plaza Díaz Sanz, adónde pretenden trasladarte, es la misma dónde viví varios años en una pensión, mientras estudiaba Magisterio, por lo que ya ves, casualidades de la vida, estudié al lado de dónde llevas años asentado y residí junto al lugar dónde ahora te quieren instalar, a pocos metros, con una hermosa visión del acueducto pero en absoluto comparable con la que has disfrutado durante estos años.

Desde dónde ahora te encuentras, se disfruta de una hermosa contemplación de tu grandiosa construcción, que extasía a quién pasa a visitarte, como tu imagen, que se adivina desde el inicio de la calle San Juan, algo que en ambos casos será imposible en tu nuevo emplazamiento, más oculto a la vista del paseante ocasional que callejea por Segovia, dónde imagino que, pese a la más que posible tranquilidad de la que dispondrás, echarás de menos el ajetreo continuo de quienes en coche, móvil en mano, o andando, disfrutando de tu amable compañía, se dirigen desde, o hacia la plaza mayor, trayecto que perderá un punto de interés si no volvemos a verte allí, plácidamente sentado.

Te deseo lo mejor, amigo diablillo, tanto si continúas dónde estás como si te trasladan a otro lugar, adónde estoy seguro te sentirás también continuamente admirado, sin prejuicio alguno ya sobre tu derecho a ocupar un lugar en Segovia, porque formas parte de la ciudad, de su paisaje y su paisanaje que te ha adoptado gustosamente y para siempre. Solamente, te ruego, nos permitas abrigar una insignificante, pequeña, pero sutil duda: algún día tendrías que hablarnos acerca del papel que jugaron los Romanos, que andaban por aquí en aquellas fechas, y que se empeñan en rivalizar contigo acerca de su construcción. En cuanto a mí, quiero que sepas que a este respecto, no albergo duda alguna.

 Un fuerte y amable abrazo de mi parte, de cuántos te admiran y respetan, que son multitud, y de tu inseparable acueducto al que seguirás unido en tu nuevo emplazamiento, algo que no podemos negarte, y adónde estoy seguro seguirás disfrutando de nuestro mejor y más agradecido aprecio. Gracias por la magnífica obra que nos legaste, y gracias a la aguadora que a ello te incitó. Por todo ello te ruego aceptes nuestras muy mejores y sinceras gracias por los impagables y entrañables años que durante este tiempo nos has regalado. Atentamente: tu muy mejor amigo.

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