miércoles, 19 de junio de 2024

Carta abierta al presidente

 

Sr. Presidente:

Acabo de leer su segunda carta, y le confieso sinceramente que me ha decepcionado honda y profundamente.  He esperado unos días antes de leerla, escuchando y leyendo comentarios de toda índole y procedencia, en todos los medios, algunos muy sesudos, otros más banales, parciales e imparciales, de medios próximos a su partido, y de los situados en el extremo contrario.

Todos llevan a cabo una narración similar de lo que usted escribió, pero como es lógico, las interpretaciones difieren, algo perfectamente normal y esperado, que no obstante no influyen en absoluto, ni en mi ánimo, ni en mi voluntad y capacidad de ejercer mi libre interpretación sobre lo que expone en el contenido de su carta, que, como he dejado entrever al comienzo de esta misiva, ni me ha sorprendido, ni me ha deleitado, sino que me ha defraudado ostensiblemente.

Con un estilo que no deja vislumbrar en usted al escritor avezado que cabría esperar de quién ya ha publicado varios libros,  el lamento, el victimismo la inquina, y en ocasiones las malas formas al referirse a opositores políticos, llenan su carta, que no tiene justificación alguna, que es impropia de un presidente del gobierno, que jamás debería recurrir a estas perversas artes para tratar de justificar el hecho de que a su esposa puedan llegar a imputarla judicialmente – la presunción de inocencia acoge a todos los ciudadanos – como medio para desprestigiarle a usted, utilizándola arteramente para arruinar su carrera política.

Es relevante el hecho de que usted se erige en defensor a ultranza de su esposa, olvidándose de que ella, como ciudadana y como mujer, tiene todo el derecho, y nos atrevemos a decir, toda la obligación, a defenderse de las acusaciones de las que sea objeto, ya que la ley la protege, como a todos sus conciudadanos. Esa ley y esos jueces, de los que tanto se permite dudar usted, a los que tantos ataques ha dedicado junto con sus ministros, y con los que con tanto ensañamiento se ha enfrentado con continuas faltas de de respeto.

Por todo esto, he de recordarle que su gobierno ha sido objeto de varias llamadas de atención por parte de la Unión Europea por poner en cuestión al poder judicial, al que ahora se le recrimina el hecho de imputar a su esposa a cinco días de las elecciones europeas, algo absurdo y fuera de lugar, y que ha molestado profundamente a los jueces. Además, usted califica, sin más, las acusaciones formuladas por determinadas asociaciones, como un zafio montaje.

Pero usted, en lugar de animar a su esposa para que se defienda, de alguna forma ha instrumentalizado esta situación, para beneficio suyo, pretextando que al ir contra ella, van contra usted, para defenestrarle políticamente, y así, aprovecha para lanzar su inclasificable y siempre rechazable verborrea insultante, a la que ya nos tiene acostumbrados, y que se basa en las malas formas acostumbradas – usted que habló después de su pasado retiro conventual de regeneración política – recurriendo a la “máquina del fango” y vulgaridades pretendidamente despectivas, como la “coalición reaccionaria”, citando expresamente y en varias ocasiones a dos de sus opositores políticos, en una ceremonia de la confusión, que le deja en muy mal lugar, y denota una absoluta falta de educación, dignidad y sobre todo, de una completa falta de respeto y elegancia que se deja sentir en toda la carta, y que a mi juicio, son impropias de un presidente del gobierno.

Finalmente, la conclusión que observo se desprende de todo este despropósito, Sr. Presidente, es el hecho de que usted, de alguna forma ha intentado conseguir un rédito político de esta kafkiana situación, ya que conociendo su desmedida ambición política, y yo le sigo desde hace mucho tiempo, apostaría por ello, dado el hecho de que las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina, y posiblemente considera que esta situación podría movilizar a su electorado.

Poco más que añadir, presidente. He manifestado en esta carta lo que pienso una vez leída la suya. No pretendo ofender, no es mi estilo, aunque un punto de agresividad crítica y de ironía, no suelen faltar en mis escritos. Pero siempre con el debido respeto, en este caso hacia el ciudadano y hacia el presidente. Le rogaría, no obstante, abandone su novedoso estilo de gobernar a través de cartas y retiros monacales, que considero, no benefician a nadie, incluido usted. Atentamente.

No hay comentarios: