jueves, 15 de agosto de 2024

El perverso encanto del poder

 

Habló – es un decir – el bulldog del gobierno, y hasta las avecillas del bosque dejaron de trinar. Asustadas quedaron por los atronadores improperios del ariete presidencial, que lejos de ocuparse de lo suyo, de los transportes, que están hechos unos zorros desde que llegó, aquejados de continuos sobresaltos de todo tipo, que él trata de evadir, se dedica a aquello para lo que fue diseñado en este gobierno: incordiar, insultar, molestar e incomodar, a la par que faltar el respeto y ningunear al poder judicial, una de sus diversiones favoritas, que resultan inauditas por rechazables y ofensivas, sobre todo cuando proceden de un miembro del gobierno, ejecutivo que por este motivo ya ha sido advertido en varias ocasiones por la institución pertinente de la Unión Europea, sin que ello suponga una rectificación.

En sus últimas declaraciones, se atreve  a censurar al Supremo por no aplicar la amnistía al titiritero catalán – al que han dejado escapar otra vez - algo que ansían con auténtico fervor, y que presumen el Constitucional corregirá, lo que les ha supuesto una llamada de atención de ambos tribunales, algo que no les preocupa en exceso, como en el caso de las llamadas de atención de Europa, ya que ellos se consideran representantes de los tres poderes del estado, y pueden en consecuencia ejercer en cada momento las funciones correspondientes que más les interesen, tal es el grado de la ególatra soberbia en la que se han instalado.

Si además tenemos presente que este comportamiento cada vez más autoritario, más despectivo, lo comparten todos los miembros del gobierno, sin fisuras, con la consigna del todos a una, el bloque se siente cada día más fuerte, y así se permiten el lujo de turnarse a la hora de intervenir, cada uno desde su elevado atril, para defender la acción de conjunto, mejorar la imagen – algo que les ocupa y preocupa en grado extremo – y mostrarse como un sólido y desafiante bloque ante los “perversos” contrincantes que se atreven a desafiarlos, criticando su “inmejorable” labor, algo que no permiten que nadie ponga en cuestión, cuando la única e incuestionable verdad, es que gestionan, que no gobiernan, con el único y obsesivo objetivo de perpetuarse en el poder a toda costa.

Se permiten tomar partido como gobierno a favor de la esposa del presidente, incluido el ministro de justicia, en un ejercicio de una absoluta falta de neutralidad  y de una discriminación rechazable ante un caso en el que la persona investigada es una ciudadana más, como lo es el presidente, cuando ha de prestar declaración ante un juez, aunque ambos no sólo se negaron a declarar, sino que a renglón seguido, lo denunciaron por prevaricación, derecho que los asiste, pero que es muy ilustrativo del talante de ambos.

En este orden de hechos, el presidente tiene aún pendiente la investigación de su hermano, sobre el que la jueza del caso ha solicitado un informe al ministerio de hacienda, dirigido por la hooligan del gobierno, a la sazón viceministra primera, que lo ha emitido en sentido favorable, ante cuya lectura, un exdirector de la Agencia Tributaria, ha afirmado que le parece una infamia, aunque para el conjunto del gobierno, al igual que en los casos del presidente y su esposa, muestren una absoluta unanimidad a la hora de absolverlos de toda responsabilidad: nobleza, lealtad y apego al poder, obligan.

Algo ha de tener el poder que tanto subyuga a quién llega a tocarlo. Sorprende cómo la línea de actuación de este ejecutivo, desde sus comienzos, ha sido siempre la de mantenerlo a toda costa, y así ha cedido, concedido, vendido, amnistiado y legislado, a pesar de todo y pese a todos, cuanto fuera necesario a cambio de los votos precisos con los que mantener esa inapreciable joya, que el presidente y su grupo de fieles, incluyendo a sus socios de gobierno, tanto estiman y valoran.

¡Quién lo iba a decir! tan progres ellos, tan reivindicativos y tan antisistema cuando ni soñaban con tocar poder, y ahora lo disfrutan como el resto, de los que han aprendido todas las malas artes y prácticas del poder, todos los truculentos manejos y todas las arbitrariedades propias que antes criticaban a rabiar  y ante las que ahora callan y guardan silencio. Imaginen cual hubiera sido su actitud ante la detestable fiscalidad singular para Cataluña. Y es que  dónde se encuentran ahora están muy calentitos, y fuera hace mucho frío: el irresistible y perverso encanto del poder.

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