sábado, 3 de agosto de 2024

Un corral de comedias en La Moncloa

 

Nadie podía imaginarse que las mejores comedias, los más celebrados sainetes, incluso los mejores dramas de nuestro genial siglo de oro, llegaran  a representarse no solamente en los mejores teatros del País, en Almagro y su corral de comedias, en el teatro romano de  Mérida, y en otros muchos escenarios, dónde  mediante la escenificación de la oportuna farsa, los asistentes nos contemplamos en el espejo de la vida a través de las vicisitudes y miserias que el autor nos muestra ante nuestros atónitos, sorprendidos e incrédulos ojos.

Obras de Lope de Vega, de Lope de Rueda, de Tirso de  Molina, de Calderón de la Barca, de Quevedo, de Góngora, de Garcilaso, de Baltasar Gracián, y de tantos otros que podríamos citar, se pasean por las tablas de corrales, teatros y teatrillos de nuestro país,  a cargo de actrices y actores que se entregan en cuerpo y alma a transformase en el personaje diseñado para él por el autor de la obra, y así llevar adelante la trama hasta la bajada del telón que conllevará los agradecidos aplausos del público.

Con la llegada del verano se multiplican con afortunada frecuencia estas agradecidas y culturales representaciones, en ocasiones al aire libre en multitud de festivales de teatro clásico, moderno, actual y de siempre, en todo el territorio nacional, ora en pequeñas ciudades, ora en pueblos, ya sea en interiores o al aire libre,  con la consiguiente, animada y celebrada acogida a cargo de los ciudadanos que no tienen ocasión de disfrutar de estos espectáculos con la frecuencia que desearían, y que de esta forma  verán cómo sus veraniegos y calurosos días cobran una nueva dimensión.

Lo que no esperaban los afortunados ciudadanos, es que este verano iban a deleitarse con la inauguración de un nuevo festival de teatro en un reciente y deslumbrante corral de comedias, ubicado en un destacado e ilustre lugar de la capital, en un palacio, en la residencia del presidente del gobierno, léase, palacio de La Moncloa, sin reparar en gastos, con todo lujo de detalles, para, emulando a Almagro, pero con infinidad de medios técnicos a su disposición, representar obras de teatro inéditas,  a cargo de actores y actrices conocidos por el gran público del país, y con una amplia divulgación a través de todos los medios de comunicación autorizados, por supuesto,  por los propietarios del local, deleitar y entretener con las cuitas, miserias y bondades que allí tengan a bien representar.

Que son muchas y variadas, con jugosos espectáculos con los que nos deleitan cada día, dónde el protagonista de todas las obras es siempre el mismo, con ligeras cesiones a sus compañeros, y, sobre todo, a su compañera, protagonista con él de sus múltiples avatares, con secundarios, que desempeñan el papel de ministros de un gobierno de cuento, que se encargan de proteger al protagonista de cuanto bulo o malintencionada crítica intente acosarlos, ahora que según la trama, a la susodicha compañera del jefe intentan imputarla por algo que afirman todos los actores, es una falsedad, una mentira que, incluso el actor que ejerce de ministro de justicia, se atreve a afirmar que dichas acusaciones son inhumanas, cuando él debería ser el primero en mostrar una exigida  neutralidad – al fin y al cabo es una ciudadana más - dado el cargo que representa en la obra, en lugar de discriminarla, de defender a capa y espada a la actriz que ostenta el papel de esposa de su jefe, a la sazón, el propietario del citado corral de comedias, y protagonista, junto con su compañera de reparto.

Una obra que mantiene expectantes a los entregados espectadores, que   no dan crédito a lo que sus desorbitados ojos contemplan, que se renueva cada día con ligeros matices, con nuevas situaciones, que logran mantener en tensión a un público que espera la entrega de cada día, que ven como el protagonista se desespera al contemplar cómo su compañera se  ve agraviada por las circunstancias que considera injustas y que los “pseudomedios” que él así denomina, se empecinan en cargar malévolamente contra ella, con el propósito inconfesable de perjudicarle a él, objeto de toda la trama mediática.

Una comedia de enredo, que atrapa al espectador, manteniendo su atención en todo momento. Divertida, intrigante, decadente a veces, y, sobre todo insólita y original. Obra que nadie debería perderse, porque imita a la vida, porque nos muestra las debilidades, las miserias y las ambiciones, de quienes, a su pesar, dejan ver ante todos, lo que desearían mantener oculto y alejado de la contemplación de quienes tenemos todo el derecho a exigirles la rectitud, la honorabilidad y la honestidad obligadas por razón de su cargo.

No hay comentarios: