miércoles, 22 de abril de 2020

ALARMA BAJO SOSPECHA

Nos encontramos inmersos en un estado de ausencia de alguna de las libertades que proclama nuestra constitución, encargada de garantizarlas, y que en estos momentos no disfrutamos plenamente, ya que el denominado estado de alarma, las ha suspendido de hecho, pese a que el gobierno insiste en que aplica dicha situación con arreglo a la ley suprema que nos ampara a todos los ciudadanos, pero con lo que no todos están de acuerdo, levantándose voces en contra, por no estar conformes con su aplicación, sumamente restrictiva, que supera con mucho el susodicho estado de alarma.
El estado de alarma prevé la limitación de ciertas libertades, pero nunca su supresión. La diferencia es evidente, ya que las garantías de reunión, movilidad y manifestación, han quedado manifiestamente eliminadas, y en estos momentos, no pueden ser llevadas a efecto, no pueden ser disfrutadas por los ciudadanos de este País, lo que constituye un serio y contundente agravio que han denunciado reputados personajes de diversos sectores, sobre todo del área jurídica, como jueces, profesores y magistrados, que consideran el estado de alarma inconstitucional, y así lo han denunciado ante el correspondiente tribunal.
La inmensa mayoría de este País, se limita a cumplir este durísimo confinamiento sin cuestionarse su legalidad, con una actitud más o menos amable de aceptación o rechazo de sus consecuencias, que a medida que se avanza en el tiempo, van dejando huellas más o menos palpables en el ánimo de una ciudadanía enormemente castigada por una pandemia, que pese a la forzosa y obligada reclusión, arroja espantosas cifras de muertes y contagios, así como unas terribles consecuencias negativas en la economía y en el mundo laboral de las gentes de un País que se plantea un futuro incierto y con unas expectativas en absoluta halagüeñas.
Hemos asistido estos días, a una auténtica ceremonia de la confusión, cuando un alto portavoz del gobierno, que pertenece a la fuerzas del orden público, ha manifestado que se están controlando las opiniones en las redes sociales para evitar críticas al gobierno, algo que han tratado de desmentir con aquello de que se ha tratado de un malentendido, que ha quedado en ridículo, cuando se han descubierto correos internos que ratifican este lamentable suceso que deja en muy mal lugar a una administración que entra así en un juego peligroso.
Veleidades autoritarias, en suma, que dudo lleguen más allá de un ligero ramalazo de poder, en unos momentos terribles, cuando más necesita la población de unos gobernantes que no han sabido estar a la altura cuando primero China, y después Italia, avisaron que el desastre se avecinaba, y como de costumbre en este País, actuaron mal y tarde, permitiendo eventos masivos de toda índole hasta el último momento, son que nadie se atreviera a poner el cascabel al gato, sin tomar unas decisiones rápidas y decisivas, que hubieran minimizado una catástrofe que nos llevado adonde estamos, con unas cifras espantosas de pérdidas humanas, que en parte se podían haber evitado.
Numerosas denuncias se han presentado ante el Tribunal Supremo y el Constitucional, ante un confinamiento extremo y riguroso, con importantes multas y detenciones caso de no ser respetado, que después de mes y medio de absoluto encierro, va a permitir salir a los más pequeños, para dar un simple paseo con sus padres, habiendo llegado incluso a regular cómo han de moverse, comportarse o dar saltos, que reflejan hasta qué punto han llegado los gobernantes a la hora de controlar a una población que no sale de su asombro ante lo que está pasando en un País, dónde la democracia se pregunta si ha llegado el momento de velar por su respeto y continuidad.

No hay comentarios: