lunes, 20 de abril de 2020

UN INCIERTO FUTURO

Llegará un día, en que esta situación presente que nos maltrata cada uno de nuestros sufridos días, con un confinamiento obligado a causa de la pandemia que asola al mundo, será sin duda un mal recuerdo, una pesadilla vivida durante, aún no sabemos cuánto tiempo, pero que terminará, que tendrá un final en un momento determinado, que ahora ignoramos, y que esperamos, con una profunda incertidumbre que nos angustia cada momento de nuestra sufrida y pesarosa existencia, tan sólo un mal recuerdo, una mala jugada del destino.
Es lo lógico, lo que cabe pensar para una mente lógica y razonable, quizás por aquello de que no hay mal que cien años dure, que aunque no es una reflexión que entre dentro de la racionalidad más sensata, sí es consecuente con la experiencia humana de la sucesión de acontecimientos históricos vividos a lo largo de los tiempos, que concluyen que todo tiene un principio y un final, que nada es eterno, nada es para siempre, salvo la desaparición física de los seres vivos, todos ellos con fecha de caducidad, no obstante, desconocida.
Pero mientras tanto, al margen de razonamientos más o menos acertados, o impregnados de un humano y elemental deseo, las esperanzas de millones de seres obligados contra su voluntad, a guardar un encierro que nos aseguran es por nuestra seguridad, algo que muy pocos se atreven a dudar, aunque ahí están, y que nos causa una angustia y una tensión vital, de tal envergadura, que a medida que pasa el tiempo y se alarga está reclusión, se va haciendo más insoportable.
La sensación de confinamiento sin límite, llega a ser insoportable para muchos ciudadanos que anímica y físicamente tienen una menor capacidad para sobrellevar una situación que los supera, y que les genera un sufrimiento vital tan elevado, que puede llegar a causarles traumas, lesiones y conmociones que pueden condicionar su futuro, tal como ya predicen, más bien diagnostican, los especialistas en psicología y psiquiatría, algo que en cualquier caso, resulta fácil de concluir.
Algo que puede marcarles para siempre si este encarcelamiento se prolonga demasiado tiempo, que no necesariamente, según nos dicen, será continuado, seguido, consecutivo, sino que puede alargarse indefinidamente, con tramos en los que nos dejarán salir a la calle por tiempo limitado, para regresar de nuevo a nuestro enclaustramiento, a la espera de la próxima liberación temporal que nos corresponda. Pero aún peor es la siniestra perspectiva de que nos plantean quienes auguran que a partir de ahora, y para el resto de nuestros días, nos veremos sometidos a la aparición de estas pandemias, con lo que el futuro más negro e incierto, teñiría nuestro porvenir inmediato.
Sería algo que aún pesaría más sobre los apesadumbrados y frágiles ciudadanos que más están sufriendo estos siniestros tiempos, al visualizar un panorama venidero que en nada les alegrará ni suavizará sus ya pesarosas vidas, pegados a una máscara y unos guantes, a los que jamás nos acostumbraremos y que esperamos algún día desparezcan de nuestras vidas.
Pero son los niños, los más pequeños y los que no lo son tanto, como los incipientes adolescentes, los que más duramente están sufriendo esta insoportable condena, encerrados entre cuatro paredes, en ocasiones de dimensiones muy reducidas, sin un pequeño patio o una mínima terraza desde dónde contemplar un cielo que se les niega cada día durante ya demasiado tiempo.
Preguntan cada día por qué de este castigo, obteniendo por toda respuesta una tan irreal y abstracta como que ahí afuera, está el coronavirus. Esta situación puede causarles daños de diferente tipo que quizás acusen más adelante, si no se  pone remedio a este confinamiento lo antes posible, permitiéndoles, aunque sea de forma temporal e intermitente, poder salir a una calle que no pidan desde hace mucho tiempo.
Y quedan los jóvenes, los que tienen todo un oscuro e incierto futuro por delante, con una economía diezmada que les va a ofrecer aún menos oportunidades laborales de las que ahora carecen, con un curso académico paralizado, que les va a causar trastornos sin cuento.
Todo ello a la hora de una formación cada vez más exigente para poder acceder a un trabajo, algo que les está sucediendo también a los trabajadores en activo y que la parada de la actividad y el paro consiguiente, les está conduciendo al pesimismo y a la incertidumbre, ante un futuro imprevisible, que nadie se atreve a augurar, dadas las circunstancias actuales.

No hay comentarios: