sábado, 4 de abril de 2020

LA LIBERTAD PERDIDA

Nadie, ni en el peor de los escenarios, ni en la más insoportable de las pesadillas, podía presagiar lo que nos está pasando a nivel mundial en pleno siglo XXI, cuando los libros de historia recogen las épocas vividas hace seiscientos años, en el siglo XIV, con la peste negra, o con la mal llamada gripe española, hace más de cien años, que diezmaron la población mundial.
En estos momentos, en el año del señor de dos mil veinte, cuando la humanidad, con todas sus deficiencias y miserias que sufre el tercer mundo, goza de unos avances en todos lo órdenes como jamás había disfrutado antes, con una tecnología desbordante, y, en general, con enormes progresos, incluida la sanidad y la higiene a todos los niveles, nos encontramos inmersos en una inaudita e inesperada pandemia, que está afectando a toda la humanidad, con unas consecuencias devastadoras.
Con un incierto origen, se ha extendido con una velocidad y una mortalidad inauditas, expandiéndose cada día ante la imposibilidad de controlar sus espantosos efectos por parte de una sanidad, que a nivel mundial se ve sobrepasada ante la incidencia de un virus contra el que no tenemos ninguna vacuna, ni habíamos previsto, pese a quienes venían avisando desde hace tiempo, y de modo generalista, que algo así podría suceder en el futuro, como efectivamente ha sucedido.
Hemos reaccionado tarde, mejor dicho, “lo han hecho tarde”, ellos y ellas, los responsables, los que nos dirigen y confinan, conculcando nuestra libertad, no sólo aquí, aunque nosotros ya teníamos las referencias de China e Italia, y que no tomaron las decisiones oportunas, acertadas, por motivos de todo tipo, entre los que figuran aquello de “que inventen ellos”, o sea, a ver qué pasa allí afuera, y luego, ya veremos.
Y así, nos pilló el toro, con errores garrafales como permitir eventos masivos varios, desde los deportivos a los sociales, como manifestaciones enormes, que han dejado un rastro terrible, cuando ya la Organización Mundial de la Salud, había advertido en su contra, incluido el acaparamiento de material sanitario, ybien por motivos puramente políticos o por aquello de “a ver quienpone el cascabel al gato”, se permitieron auténticas barbaridades, que nos han llevado adonde estamos, sin que nadie asuma responsabilidades, faltaría más.
Henos aquí, enclaustrados, confinados y prisioneros en nuestras propias casas,  lamentando una situación que necesariamente hemos de aceptar y respetar, según nos dicen por el bien de todos, pero que resulta, más que insoportable, que también lo es, absolutamente increíble a estas alturas de una Historia, que no nos permitía visualizar, ni por asomo, lo que nos está pasando.
Y es que si esto nos lo sugieren hace diez años, seguramente nos lo habríamos tomado a guasa, pese a que ya por entonces, algunas voces, entonces apenas audibles, ya avisaron del peligro de de este enemigo invisible, inmensamente pequeño, que nos ha dejado estupefactos, incrédulos, y sobre todo inmensa y ridículamente diminutos e insignificantes.
Todo ello supone una portentosa lección para nosotros, los altivos y soberbios seres humanos, que deberíamos aprender de esta catástrofe que seguimos sin asumir por inesperada e inaudita, y que pese a todo, me permito dudar, aunque siempre con la necesaria, fugaz y desesperada esperanza, de que esta vez sí rectifiquemos definitivamente, para no volver a caer jamás en tantos y tan repetidos errores.

No hay comentarios: