domingo, 12 de abril de 2020

AUTE

En medio de la desolada situación en la que nos encontramos, ensombrecidos, deprimidos y humillados por un confinamiento extremadamente insoportable, con una extraña sensación de soledad, pese al obligado y duro compromiso de compartir las veinticuatro horas de cada uno de los días que llevamos, y sin saber cuántos aún nos quedan, nos despertamos con la triste y melancólica pesadumbre de la desaparición de uno de los últimos grandes creadores, protagonistas del mundo de nuestra cultura: Luis Eduardo Aute.
Como si lo hubiera sabido, como si lo presintiera, pese a ausente estado de salud desde hace bastante tiempo, como si hubiera decidido abandonar este mundo que juzgaba tan caótico, devastador y profundamente decepcionante, se ausentó lenta, tranquila, sosegadamente, sin hacerse notar, sin molestar a nadie, como si no deseara dejar una huella que nos ha quedado profundamente impresa a quienes le seguimos, admiramos y respetamos como ser humano, músico y poeta.
Qué feo, feo, mundo / qué feo, feo inmundo / qué feo, feo, contramundo / sin revés. Así rezaban algunos de los versos de una de sus últimas composiciones que ya presagiaban el desastre en el que ahora nos encontramos inmersos, y que afortunadamente para él, no tendrá ocasión de sufrir ni lamentar, que le habría angustiado, sin duda, como lo está haciendo con la inmensa mayoría de una población que no comprende, ni quiere entender, porque no es culpable, de lo que nos está pasando, soportando una forzosa reclusión que nos está desgastando física y anímicamente.
Aute nos acompañó, en momentos duros, de hierro, durante una dictadura que suprimió las libertades más elementales, durante demasiado tiempo, sorteando las limitaciones que nos imponían a la fuerza, con su poesía y su música liberadora y sedante, sin estridencias, pero con la fuerzaque la belleza siempre imprime a los versos de quien ama y siente la profunda y honda sensibilidad de su poesía, como en el tema “al alba”, que disfrazada bajo una letra que parece una carta de amor, una denuncia de las atrocidades de la dictadura.
No solamente fue un excelente y reconocido letrista y cantautor, sino que su actividad artística y creativa, se extendió a otras artes como la pintura, la escultura, la arquitectura y el cine. Hablaba varios idiomas y fue un admirador de los cantautores franceses Georges Brassens y Jacques Brel, que conoció, admiró en y siguió en su estancia en París, dónde residió temporalmente.
Sin cultura no somos más que zombies. Ya no somos sapiens, nos hemos quedado en s.a., en sociedad anónima. Estamos en la edad media, con cruzadas, epidemias y una nueva inquisición. La tecnología es el gran Dios y tiene abducido a todo el mundo. Tenemos sobredosis de información y absoluta ausencia de conocimiento.
Todas las anteriores expresiones, llenas de sensatez y sabiduría, son suyas. Dan una idea bastante clara acerca de su capacidad para analizar el mundo y su sociedad, hoy hundida en unos terribles momentos que nos hacen lamentar aún más todavía la desaparición de personajes como Luis Eduardo Aute, que se ha ahorrado este tiempo de pandemia, de soledad y de la necesaria y triste reflexión que debiera acompañarnos, y que ya forma parte de la historia, no sólo de la música, sino de la cultura en general de este País.

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