jueves, 2 de abril de 2020

BAJO SOSPECHA

Las suspicacias más diversas, teñidas de la casi necesaria y correspondiente incredulidad, llena nuestras mentes atormentadas por lo que nos está pasando, tratando de encontrar respuestas a una angustiosa situación que estamos viviendo, a la que nos resistimos preguntándonos por qué nos ha tocado vivir estos desolados tiempos, y sobre todo qué y quienes, si los hubiere, han provocado está espantosa pandemia.
Es una reacción instintiva y espontánea que nos asalta a un amplio sector de la población más o menos pensante que se aleja de quienes por diversas razones de índole variada, no se lo plantean, sino que, o bien se resignan, o lo admiten como un designio supra terrenal, que bien pudiera ser un castigo, o simplemente algo irremediable que pronto o tarde había de llegar, que ya tocaba, que es cíclico e inevitable.
Muchos piensan que el Planeta ha dicho “basta”, que está harto de unos seres que no han parado de maltratarla de múltiples y malvadas maneras, que la han hecho reaccionar, con el objeto de avisarnos, quizás por última vez, que no está dispuesta a soportarnos más, si seguimos por este camino de destrucción a la que la sometemos diariamente, y que lleva advirtiéndonos con la subida de los niveles de los océanos, como una de las muchas amenazas con las que quiero hacernos ver lo lejos que hemos llegado en nuestra loca carrera hacia un desastre que quiere evitar por el bien la Humanidad.
Otros, mantienen la teoría cada vez más extendida, de que somos objeto de diabólicos experimentos de la guerra química, que o bien se les ha ido de las manos, o bien forma parte de una mezquina y ruin infamia de una maldad extrema, que persigue un fin perverso, infame y voluntario, de probar la eficacia, ahora limitada, de provocar una pandemia para observar los resultados en la sociedad y la economía mundial, con la intención de llevar a cabo sus  pavorosos resultados en una futura guerra mundial.
Pero cada vez menos creen, que toda esta atroz y escalofriante pandemia, tenga su origen en un pequeño mercado chino de pescados y mariscos, dónde vendían también animales salvajes, atribuyendo el origen del virus a un pequeño animal llamado pangolín, que al consumirlo hubiera transmitido el virus, y de ahí, a todo el Planeta, lo que resulta francamente difícil de asumir como una teoría creíble.
Por último estarían, los que, dada la magnitud de la tragedia, quieren pensar que nada es real, que todo es un sueño del que despertaremos un venturoso día. Resistiremos entonces, que remedio nos queda, a la espera de que todo acabe, y volvamos a una vida que ignoramos ahora si volverá a una completa normalidad, y podamos olvidarnos, aunque quizás no debamos, las sospechas que nos acechan
Mientras tanto, nuestro más cálido, sincero y agradecido homenaje, a los que luchan cada día en los hospitales, supermercados, transportes, oficinas y demás héroes, que arriesgan su vidas, y nuestro pésame a todos los que han perdido a algún ser querido. Y a los que aquí seguimos, ánimo, valor y constancia para sobrevivir, para no olvidar jamás, y para pedir las responsabilidades que corresponda para que nunca más vuelva a repetirse esta tragedia.

No hay comentarios: