martes, 2 de enero de 2024

El discreto encanto de Muñoveros

Acercarse a este singular pueblo segoviano, supone sumergirse en un mar de pinares que bordean ambos lados de una sinuosa carretera que cruza el río Cega, afluente del Duero por su margen izquierda, para dirigirse ya sin más obstáculos hasta los accesos de este amable pueblo, que nos recibe con los brazos abiertos a través de una limpia y amplia entrada, que como una espléndida avenida, lo cruza de norte a sur, dividiéndolo en dos, a modo de una elegante travesía que pretendiera mostrárnoslo en una única pasada, sin parada alguna, sin necesidad de que el viajero se detenga en su camino.

Pero ha de hacerlo al llegar a la Plaza para contemplar algo que ignora, quizás infravalorado, pero que supone un auténtico hito para Muñoveros, para cualquier pueblo, villa o ciudad que se precie de serlo, y que invita a detenerse para contemplar la placa dónde figura el ilustre nombre de Plaza de la Constitución, atrevido y desafiante nombre, que durante tantos años fue prohibido y relegado al ostracismo en este país,  durante los cuales se ha mantenido intacto, inasequible al desaliento después de tantos avatares sufridos durante los últimos tiempos, que no han supuesto obstáculo alguno para que pese a  tantos altibajos sociales y políticos, haya logrado mantener su nombre, con un orgullo y satisfacción tales, que muy pocas plazas, calles y avenidas del país pueden presumir de ello, si alguna hubiere, y que honra a este afortunado  pueblo.

Pasear por sus calles constituye toda una experiencia saludable, bien urbanizadas, limpias y acogedoras, con edificios cuidados y agradables espacios para detenerse a comprobar la serena y relajante sensación de encontrarse en un lugar que, afortunadamente, no parece pertenecer a la España vaciada, pese a tener una población muy reducida, comparada con la que tuvo, como la mayoría de los pueblos de Castilla, pero que aún así puede considerarse privilegiado si lo comparamos con otros próximos y lejanos  de sus mismas características

Abandonarse por sus alrededores, supone disfrutar de zonas verdes, arboledas y pinares, que invitan al paseo y al descanso más relajante y sosegado, como acercarse hasta el río Cega cruzando las verdes praderas que el camino atraviesa, disfrutando de una amable naturaleza que invita a su contemplación, mientras los sentidos se llenan de todo tipo de sensaciones, que convierten el paseo en un auténtico lujo al tiempo que bordea el serpenteante y  susurrante río que le acompaña en su camino.

La historia no es ajena a Muñoveros. Existen indicios que afirman que la esposa de Juan Bravo nació aquí, que tenía fincas en el pueblo, y que posiblemente el Comunero Segoviano esté enterrado en el pueblo, algo que de llevarse a cabo un estudio serio y detenido, que lógicamente exigiría unos imprescindibles medios técnicos y humanos, quizás pudiera demostrarse algún día, pero que en cualquier caso forma parte de la memoria colectiva de este singular pueblo dónde residí durante diez años, y adónde regresé después de demasiado tiempo de injustificada ausencia, algo que sinceramente lamento, ya que cada vez que por allí me acerco, me siento aún más gratamente sorprendido, sintiéndome como en mi propia casa.

Pero dónde reside su verdadero encanto es en sus gentes y en su sorprendente y admirable capacidad para desarrollar una actividad cultural realmente asombrosa, con varias asociaciones que desarrollan una intensa actividad, desde los más jóvenes hasta los más avanzados en edad, que no en capacidad de iniciativa y creatividad, organizando actos de todo tipo a lo largo del año, como la semana cultural, que dinamizan la vida ciudadana, huyendo de la triste realidad de tantos pueblos de la llamada España vaciada, a la que afortunadamente Muñoveros no pertenece.

Juan Bravo y La Fragua, son dos de las asociaciones culturales que ahora recuerdo. La primera edita una magnífica revista del mismo nombre, en cuya redacción abierta, intervienen no sólo los socios, sino cualquier colaborador que con su participación quiera aportar un valor cultural, que siempre es bienvenido, y así, llevan a cabo visitas al valioso patrimonio que Segovia y muchos de sus pueblos posee, organizan conferencias, talleres, cine, teatro, lecturas poéticas, actos deportivos, conciertos musicales, excursiones, visitas a bodegas, catas, piragüismo, y otras muchas actividades culturales, que hacen de este admirable pueblo segoviano, un pueblo dinámico, ameno y digno de toda alabanza por su saludable y envidiable capacidad para disfrutar de la cultura y de la vitalidad física y mental que ello conlleva.

Muñosound, merece un capítulo aparte por su relevancia, ya  que trasciende los límites de la provincia, al organizar un festival de grupos musicales, que está constituyendo un rotundo éxito a sumar al resto de las actividades culturales de este amable, pujante y creativo pueblo que me honro en destacar. Con sincero afecto, mi admiración, agradecimiento y respeto hacia Muñoveros y su gente.

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