martes, 30 de enero de 2024

La mala educación de la ministra

 

Cuando aún no se han apagado los ecos de las declaraciones de la ministra Ribera, acerca de las malas querencias de los jueces, en concreto del juez Castellón, cuando aún seguimos impactados por el inaudito señalamiento de los representantes del poder judicial, otra ministra, a la sazón la también vicepresidenta Montero, nos ha sorprendido con unas lindezas, no exentas de una torpe y rechazable grosería, que nos han dejado estupefactos, a la espera de un próximo exabrupto, que a la vista de la evolución de estas malas y rechazables maneras, es muy posible que no se harán esperar.

Según la inefable ministra, al referirse al portavoz del PP en el congreso, afirma: “este hombre que habéis mandado para Madrid, el de las gafas, bueno, los dos tienen gafas – en referencia a Feijoo – el que tiene menos pelo, Tellado”, pronunciado con su mordaz y cáustica sonrisa, no perseguía otra cosa que, de una despectiva forma, algo habitual en ella, molestar y señalar de una punzante y corrosiva manera que “ese hombre” es calvo, enfatizándolo para que, en una mezquina maniobra, pretendiese que el comentario resultase altamente peyorativo y molesto para la persona a la que se refería.

Maniobra propia de gente sin escrúpulos, sin educación ni respeto alguno, que no merece formar parte de un grupo social representativo del tipo que fuere, y mucho menos de un gobierno, que mantiene en sus filas a dos representantes, ambas ministras integrantes del poder ejecutivo, que no tienen la entidad ni la ética que debería exigírsele a quién ostenta un cargo tan relevante como el que ostentan, y que son incapaces de reflexionar, y en su caso formular las excusas oportunas, que es lo mínimo que deberían hacer, pero sabiendo de su soberbia y altanera actitud, sin duda no llevarán a cabo.

Tampoco podemos esperar, porque ya conocemos el talante del jefe del ejecutivo, que en un alarde de honestidad y sentido común, cese a estás ministras, por entrometerse una de ellas en el poder judicial y la otra por ofensas, burlas y falta de respeto hacia otro representante político, que no deberían, en ningún caso, continuar en un gobierno al que no hacen honor alguno ante tanta falta de una ética mínima exigible de la que no parecen disponer en absoluto, y que el susodicho presidente no va a tomar en cuenta, ya que tanto él como el resto de componentes del ejecutivo, no se han molestado en censurar, algo que ya esperábamos, y que no nos sorprende en absoluto, en un alarde impresentable de defensa de unas actitudes absolutamente rechazables de las ministras en cuestión.

La pregunta es ¿qué está pasando? No ya en este impredecible e impresentable gobierno, sino en un PSOE desconocido, desnortado, sin debate interno ni contestación externa, que en una huida hacia adelante, está batiendo todas las marcas posibles, irreconocible hasta en sus nombres más ilustres que dejan hacer y deshacer, con apenas unas manifestaciones críticas mínimamente audibles, temerosos de lo que a algunos les ha acarreado, léase expulsión, olvido y, lo que es peor, desprecio, que es peor aún que el ninguneo con el que los castigan estos aprendices de socialistas venidos a menos, que están logrando que muchos de sus votantes se lleven las manos a la cabeza en un gesto de incredulidad primero y desesperación después, que creen lo que está pasando porque lo ven, y que dudan abiertamente del acierto de un voto del que dudan seriamente volver a llevar a cabo.

Cierto es que la ministra en cuestión recibió por la otra parte, y en uso de su derecho de réplica, una advertencia en cuanto a su aspecto y atuendo personal, algo que le debió afectar en sumo grado, pero a la que se hizo acreedora por sus malas artes, maneras y formas de toda una ministra vicepresidenta de un gobierno, por lo que tanto aquella como éste, debieran hacérselo ver, no tanto el aspecto personal, en un caso, como la negativa imagen en el otro, sino la mala educación y la deriva crispante,  y autoritaria, respectivamente, que los define, caracteriza y descalifica para el ejercicio de sus funciones.

No hay comentarios: