martes, 16 de enero de 2024

Miguel Ángel genio del Renacimiento

 

El Renacimiento, constituye sin lugar a dudas, la época más brillante del florecimiento de las bellas artes de la historia de la humanidad. La pintura, la escultura, la arquitectura, entre otras artes, sobresalieron de una forma tal, que con una impetuosidad y una pujanza  que seguramente nunca volverá a repetirse, congracia a los seres humanos con una redención necesaria, ante tantos destrozos y desvaríos como ha cometido a lo largo de su existencia en este planeta Tierra.

Los siglos XV y XVI, sobre todo en Italia, dónde los mecenas jugaron un importante papel – Los Medici, Sforza, Gonzaga - el arte en general alcanzó cotas inimaginables para la época, que aún hoy, siglos después, sigue maravillando a los amantes de la belleza, que siguen extasiados ante la contemplación de infinidad de obras que nos legaron los numerosos genios que surgieron, fundamentalmente en Florencia, Venecia y Roma, que llenan los museos de estas ciudades, y las de todo el mundo, en una admirable y gloriosa demostración de la enorme capacidad del ser humano por ingeniar, desarrollar y materializar el amor por la belleza, la elegancia, y la irresistible atracción que a través de su perfecta armonía llena los sentidos al contemplar una hermosa obra de arte.

Fueron tantos los talentos que brillaron durante el Renacimiento, que citarlos a todos supondría una ingente tarea, excesivamente larga, que conllevaría el riesgo de dejar de lado a alguno de ellos, lo que constituiría una  imperdonable omisión, que ni debemos ni podemos permitirnos, ya que su ausencia, dejaría incompleto el relato de éstos irrepetibles genios del arte, lo que podríamos calificar de una absoluta injusticia histórica que cometeríamos, nosotros, los mortales, humanos insignificantes, ante estos dioses, gigantes del Renacimiento, del Quattrocento y Cinquecento, que merecen toda la admiración y el respeto de una humanidad agradecida por la belleza que a través de sus obras nos legaron.

Imposible destacar a alguno de estos talentos, ya que supondría no sólo una desconsideración hacia los demás, sino un manifiesto e injusto error, ya que cada uno de ellos, desarrolló una hermosa e ingente obra, que no debe ser comparada con los demás, ya que poseen características propias que la hacen exclusiva, diferente y original para cada uno de ellos, alimentando así, la variedad, la magnitud y la grandiosidad de una obra desarrollada durante un período que consideramos impagable para la cultura de una humanidad tan necesitada de éstos hechos y acontecimientos que dignifican a los seres humanos.

Michelangelo Buonarroti, Miguel Ángel, el Divino, es uno de los gigantes de esta época.  Brilló en la escultura, la pintura y la arquitectura, con un carácter que le definen como hosco y colérico, presto a las discusiones y al mal genio, desarrolló su inmensa obra – vivió ochenta y nueve años- entre Florencia y Roma, dónde trabajó para varios papas, a los que trataba de igual a igual, que le encargaron numerosos trabajos, siendo famosas las broncas y frecuentes discusiones con ellos, con los que rompía con frecuencia los contratos acordados, retornando casi siempre a los mismos.

Cuando Julio II le encargó el monumental trabajo de los frescos de la bóveda de la capilla Sixtina, los enfrentamientos fueron continuos. Julio II se sentaba en la base de los andamios y le gritaba ¿Cuándo acabarás? ¡Cuando termine! le respondía invariablemente Miguel Angel, que pese a la impresionante labor llevada allí – se negó en principio a ello, ya que él se consideraba un escultor y no un pintor -. Años después de pintar la bóveda – el génesis – hizo lo mismo con el ábside – el juicio final – , constituyendo un hermoso y grandioso ejemplo de la pintura al fresco, especialidad que él siempre dijo que no dominaba.

Es conocida la respuesta que dio a quién le preguntó acerca de cómo esculpió La Piedad:  “la escultura ya estaba dentro de la piedra, sólo tuve que quitar  el mármol que sobraba”, lo que resume la inmensa capacidad artística de este genio, dotado de una exquisita sensibilidad, que llevó a cabo además obras como David, Moisés, Tondo Doni, Esclavos, El Angel, Piedad Rondanini, tumba de Julio II, tumba de los Medici, entre otras, así como la cúpula de la basílica de San Pedro como obra más representativa de Miguel Angel en su faceta de Arquitecto, que le consumó como uno de los genios más grandes de todos los tiempos.

No hay comentarios: