domingo, 8 de marzo de 2015

LAS BARBAS DEL VECINO

Nadie parecía estar absolutamente seguro, nadie se atrevía a confirmar lo que parecía inevitable, pese a los insistentes indicios, a las encuestas y a la clamorosa reacción de una ciudadanía harta de unos políticos decepcionantes, de una corrupción insoportable, de unos despilfarros sin cuento y de unos recortes en todos los órdenes que están dando lugar a la entrada de nuevos aires en política que se han visto materializados con la victoria de Syriza en Grecia.
Porque los tiempos están cambiando, porque la sociedad no puede permitirse el abandono, el manejo y la sumisión, que lleva aparejado una pobreza cada vez más visible de una clase media, no digamos si miramos aún más abajo,  a la que están sumiendo en la desesperante incredulidad que se está asentando en la población, ante una situación desesperante a la que está llegando, fruto de una política y de unos políticos que han perdido toda credibilidad por parte de quienes en su momento les votaron, y que ahora cambian el sentido de su voto hacia quienes representan el polo opuesto de los habituales partidos de siempre.
Turnándose en el gobierno, los dos grandes grupos políticos, en un ejercicio de suprema, desesperante y rutinaria forma de ejercer el poder, han llegado a distanciarse de la gente, hasta el extremo de identificarlos como si de uno sólo se tratara, dada la escasa distancia que les separa, sobre todo en una manera de gestionar la economía que parece ser única y exclusiva, dependiente en extremo de Europa, a la que siguen fiel y disciplinadamente, que no les permite, según parece, un ápice de libertad, pero que no ha supuesto obstáculo alguno para que la corrupción y el despilfarro haya surgido en sus filas.
Y ahí está Syriza, partido griego que guarda amplias similitudes con Podemos y que ha obtenido una amplia victoria, con el consiguiente sobresalto en Europa, y fundamentalmente aquí, en España, dónde populares y socialistas, se han esforzado en minorar, unos considerándolos flor de un día, con unas feroces y desmedidas críticas, acusándolos de populistas y demagogos, mientras que los otros, temerosos de perder una gran parte de su electorado, considerándolos unos oportunistas, a la par que los emplazan a que traten de demostrar cómo llevarían a cabo unas medidas económicas que consideran irrealizables.
Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar, afirma una de las sentencias populares, que al contrario que muchas otras, refleja plena y certeramente una situación como la que nos ocupa en esta ocasión, y de la que unos y otros deberán tomar buena nota, porque ya no se trata de un ensayo, de una suposición, de una encuesta, sino que han llegado los nuevos tiempos, que definitivamente están cambiando, y que lo han hecho para cambiar las cosas, porque las urnas así lo han decidido.
Ha sido el pueblo soberano quien ha hablado. Nadie puede ponerle obstáculo alguno, ni pega de ningún tipo que trate de empañar un resultado democrático, que no les gusta y que les cuesta aceptar, después de décadas de manejar unas riendas que las urnas les han quitado, en justa lid, a una derecha y centro izquierda que son las tendencias que imperan hoy y desde hace mucho tiempo en una Europa, que no ve con buenos ojos, cómo por primera vez, se impone en las urnas una Izquierda con mayúsculas, es decir, una izquierda a la izquierda de la izquierda.
Mientras Syriza se queda a  dos escaños de la mayoría absoluta, PSOE y PP se miran en el espejo, incrédulos y consternados, a la par que desempolvan la espuma y la brocha de afeitar. Falta les va a hacer.

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