El juraméntico jamás cumplídico
es el causántico del desconténtico. Es éste uno de los preclaros y rotundos
versos que corresponden a una canción de Violeta Parra, cuyo título es el que
aparece en la cabecera de este escrito, que deja expuesto a la brillante luz
del día a día, su actualidad, la límpida claridad que desprende su mensaje, sin
dudas ni vacilaciones, sin ambages y falsas pretensiones y la brillantez con la
que en aquellos años sesenta, Violeta escribió y cantó, como lo hicieron
después en los años setenta Claudina y
Alberto Gambino, describiendo una
situación política y social, que hoy, cincuenta años después, continúa
golpeando a una sociedad que sigue afirmando y lanzando a los cuatro vientos la
misma verdad que esos versos proclaman con pertinaz y decidida insistencia: el
incumplimiento falaz de los políticos.
Una sociedad que desde entonces
ha cambiado profundamente en todos los órdenes, muy diferente de aquella época
de duro hierro, que impedía todo movimiento tendente a la búsqueda de unas
libertades que se nos negaban tozuda y férreamente, y de cuya consecución fueron
en gran parte responsables los cantautores ya citados, así como tantos otros,
tantos, que citando a sólo algunos de ellos, pido disculpas a cuantos habré de
dejar de lado, no por su menor relevancia, sino por cuestiones de espacio, y
quizás de oportunidad, ya que una importante mayoría de posibles lectores,
quizás jamás tuvieron noticia de ellos, o al menos, no coincidieron en el
tiempo.
Hablo, además de los citados, de
Víctor Jara, de Atahualpa Yupanqui, de Mercedes Sosa, de Facundo Cabral, de Pablo
Milanés, Silvio Rodríguez, Hilario Camacho, de Quilapayún, entre los
cantautores y grupos sudamericanos, así como de una interminable lista de
españoles como Luis Pastor, Joan Manuel Serrat, Raimon, Lluis Llach, Joaquín
Sabina, Javier Krahe, Luis Eduardo Aute, José Antonio Labordeta, Patxi Andión,
Ana Belén, Víctor Manuel, y de otros muchos cantantes y grupos, que desafiando
una situación política de ausencia de libertades, lanzaron sus canciones al
viento pregonando las ansias de una ciudadanía por romper las cadenas que la
mantenían presa de una insostenible y
tenaz dictadura, en una España que ya no se resignaba al silencio y a un
acatamiento impuesto por quienes ostentaban un omnímodo poder.
Es por ello, que después de
tanto tiempo pasado, al volver la vista atrás y escuchar las voces de aquellos
juglares del siglo XX, su mensaje parece continuar hoy en un estado de total
vigencia, ya que salvo en lo referente a la búsqueda de una democracia
participativa y del logro de las libertades más elementales, conseguidas ya entonces,
el resto es perfectamente asumible y susceptible de perseguir, debido a que con
la consecución de una democracia formal, como la que ahora poseemos, los
objetivos se creían haber alcanzado, y sobraba por lo tanto la búsqueda de
otras reivindicaciones que se suponían estaban implícitas en un régimen de
libertades.
Y hoy contemplamos con asombro,
cómo al escuchar de nuevo la voz de aquellos cantautores, la mayoría relegados
al olvido, su canto continúa siendo actual, como si el tiempo no hubiera
pasado, como si continuasen en activo, reclamando derechos, valores y
reconocimientos sociales, algunos de los cuales se han perdido en el curso del
tiempo, hasta el extremo de reclamarlos hoy, como si hubiésemos retrocedido
decenios, debido a los recortes, la corrupción y los despilfarros.
Todos estos lamentables hechos,
provocan un descontento generalizado de rechazo y repudia, ante unos políticos
que han perdido el poco crédito del que disponían, ante una población que no
soporta tanta iniquidad, por lo que la voz de aquellos cantautores y su mensaje
cargado de oposición y descontento, bien pudieran volver para airear el rechazo
ante una clase política que hoy continúa detestada.
Su lugar la han ocupado las
innumerables tertulias plagadas de contradicciones en sí mismas y las redes
sociales amparadas en el anonimato, que en todo caso no están logrando el eco
que entonces tenían aquellas otras voces, hoy calladas, pero que continúan
presentes en la memoria de quienes tuvimos la ocasión de escucharlos entonces,
antes, durante y después de una transición política, que muchos consideran aún
inacabada, en la que jugaron un indudable papel por todos reconocido
Termina Violeta Parra: Ni los
obréricos / ni los paquíticos / tienen la cúlpita señor fiscálico / y más no
cántico porque no quiérico/ tengo flojérica en los zapáticos / en los
cabéllicos en la camísica /en los riñónicos y en el bolsíllico.
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