viernes, 2 de mayo de 2014

BIENVENIDA, SEÑORA PRESIDENTA

Jamás una mujer ha presidido el gobierno de este País, ni ha ostentado el cargo de primera ministra, tal como lo han hecho apenas una treintena en todo el Planeta, a lo largo de una historia que ha visto pasar por estos cargos de máxima relevancia a millares de presidentes y primeros ministros, todos de sexo masculino, en un alarde de falta de visión humana y sobre todo de una sensibilidad política, ausente a todas luces, que queda en evidencia después de repasar la tambaleante historia y comprobar los innumerables altibajos, desatinos y horrores sin cuento, que han llevado a cabo los mandatarios de un mundo permanentemente instalado en el desequilibrio constante, plagado de conflictos, guerras e injusticias continuas, que han caracterizado los milenios que nuestro mundo puede constatar a través de los relatos que los hombres han ido dejando tras de sí, y que muestran un paisaje desolador, en el que los varones han sido los que han tomado siempre las decisiones, que han llevado a la especie humana y al hábitat natural donde se desenvuelve, a una especie de callejón sin salida, que no parece que nos pueda conducir a una decisiva, continua y permanente etapa de paz, justicia y equidad, en feliz armonía con la naturaleza que nos acoge.
Qué duda cabe, que los personalismos de los dirigentes, han influido poderosa y decisivamente a la hora de la toma de decisiones que afectan a millones de seres humanos y al ámbito donde se desenvuelven, dependiendo de ello la vida y la hacienda de pueblos y civilizaciones que se han visto sometidos a sus designios más o menos visionarios, caprichosos e interesados, en un alarde de irracionalidad que conllevan las decisiones que una sola persona toma y que repercute en el destino de enormes poblaciones y países que quedan así expuestas al estado de ánimo o a la interesada disposición de un único ser humano, que elevándose por encima de todos los demás, decide por ellos, no siempre con su permiso explícito otorgado políticamente, materializando una sinrazón humana como es la del sometimiento de la mayoría a la voluntad impuesta por unos pocos, a su vez doblegados por la imposición de quién ostenta el poder absoluto.
¿Cabe entonces, tiene algún sentido, posee alguna lógica preguntarse, plantearse, proponerse, qué habría sido de este mundo, de su historia, de sus gentes, de su entorno natural, si invirtiendo los términos en cuanto a sus dirigentes se refiere, hubieran sido las mujeres, las ciudadanas de sexo femenino, las que en su inmensa mayoría hubiesen ostentado el poder durante estos milenios? ¿Estaríamos en las mismas? ¿Podría suponerse que este mundo no sería el mismo si ellas lo hubiesen gobernado en lugar de los hombres?
Sin duda las mujeres están dotadas de una sensibilidad, de una inteligencia y de unas capacidades, que sin duda, sin ser mayores o menores que las de los varones, sí son diferentes, con otra visión, otros valores y otras percepciones del mundo, que quizás hubieran deparado otra sociedad diferente, más tolerante, menos conflictiva, más dialogante, más humana, lo cual hubiera supuesto un destino distinto para nuestra sociedad, que ahora estaría instalada en otra historia que contar, que con toda seguridad, en nada se parecería a la que los textos nos relatan.
Hemos de ponernos de vez en cuando en la posición de los demás, en ese estado mental y de ánimo tan de moda en la actualidad que se conoce por el nombre de “empatía”, para saber cómo sería todo si invertimos o cambiamos los términos, aunque sólo sea momentáneamente, huyendo de nuestros férreos e inamovibles postulados y de nuestra sólida y rutinaria posición.
Es por todo ello, que deberíamos quizás plantearnos, cómo sería, no ya nuestro mundo, sino nuestro País, si una mujer ostentara el cargo de primera ministra. Y es que ya va siendo hora de ello, de que las mujeres lleguen al poder y tengan la capacidad de decidir y de dirigir un gobierno, que hasta ahora se les niega sin que exista razón alguna para ello, sin que pueda argumentarse nada en contra, por lo que desde aquí, las animo a ellas y a una población, que estoy seguro que las votaría con una muy posible aplastante mayoría que pienso que iba a sorprender a todos. Bienvenida, Sra. Presidenta.

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