viernes, 8 de agosto de 2014

TODOS A RESTAURAR

Resulta inevitable el hecho de que exista una cierta tendencia a confundir el término restauración, tan de moda en la actualidad, tan empleado hoy en día en su acepción más próxima al ciudadano, que tiene que ver con todo aquello que tiene relación con la gastronomía y la hostelería, pero que posee varios significados más como el que hace mención a la conservación y mantenimiento de obras de arte, y otras más que se refieren al restablecimiento de un régimen político que existía y que ha sido sustituido por otro, o a la reposición en el trono de un rey que fue destronado, separado del mismo por imperativos diversos, o incluso también puede emplearse para señalar el comienzo del período histórico de dicho reposición, con el cual, agotamos cuantas acepciones posee este término, tan empleado hoy en día, más bien diría machacado por el uso e incluso el abuso que del mismo se hace, y que ocupa cada día más páginas en los medios de comunicación escritos, y no digamos en televisión, donde un alud de programas que giran alrededor de la gastronomía y del chef de turno, pretenden formar en este terreno tan agradecido para el paladar y la buena vida, tanto a cocineros más o menos reputados, como a iniciados, principiantes, padres, niños, e imagino que muy pronto tendremos a los abuelos, al mando de los fogones.
En un País donde los recortes están dejando las infraestructuras de todo orden, sobre todo aquellas que nos son más visibles, como son las viarias, carreteras y autopistas – vean si no la autopista N-1, en su recorrido desde las cuestas de Venturada hasta las estribaciones del puerto de Somosierra, que conozco muy bien y que parece una carretera vecinal abandonada – poco se puede esperar en cuanto a la recuperación y no digamos restauración de edificios monumentales de distinto orden, bien sean palacios, iglesias, ermitas, catedrales, museos, y otros que podríamos citar, todos ellos relacionados con el arte y la cultura en general, que sufren del abandono, el desestimiento y la desafección más absolutas, por parte de quienes debieran velar por aquellos bienes que a todos nos pertenecen y que provienen del legado de unos antepasados que renegarían de esta sociedad si pudieran contemplar el estado en el que se encuentran las obra de arte que con pasión, paciencia y maestría, crearon para la posteridad.
Ojeando las cifran del paro y de la ocupación, fundamentalmente estacional, la conclusión es que los puestos de trabajo que últimamente se han puesto en el mercado laboral, proceden en su mayoría de la hostelería y de todos sus derivados, bares, restaurantes y hoteles, y todo ello durante las fiestas, bien de semana santa, de puentes, algunos de ellos prácticamente encadenados, con lo cual se extienden a casi una semana completa, y de tantas fiestas como disfrutamos y que los ciudadanos, pese a la crisis permanente aprovecha para huir de las ciudades y lanzarse a las playas fundamentalmente, consiguiendo que la ocupación hotelera, la restauración en definitiva, alcance cotas inimaginables teniendo en cuenta los tiempos que corren y que hacen dudar acerca de la situación por la que está pasando este País, que no llega a creerse que pese a todo, las carreteras se bloqueen y que los hoteles estén a tope en toda España, y todo con la que está cayendo, que pese a las razonables dudas que pudiéramos tener, constituye una auténtica realidad que todos percibimos en nuestro entorno.
El futuro laboral no está en la investigación, ni en la industria ni en la restauración artística, sino en la gastronómica, aunque sea temporal. Así que todos a los fogones, todos a restaurar, que ahí está el futuro.

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