Resulta inevitable el hecho de
que exista una cierta tendencia a confundir el término restauración, tan de
moda en la actualidad, tan empleado hoy en día en su acepción más próxima al
ciudadano, que tiene que ver con todo aquello que tiene relación con la
gastronomía y la hostelería, pero que posee varios significados más como el que
hace mención a la conservación y mantenimiento de obras de arte, y otras más
que se refieren al restablecimiento de un régimen político que existía y que ha
sido sustituido por otro, o a la reposición en el trono de un rey que fue
destronado, separado del mismo por imperativos diversos, o incluso también
puede emplearse para señalar el comienzo del período histórico de dicho reposición,
con el cual, agotamos cuantas acepciones posee este término, tan empleado hoy
en día, más bien diría machacado por el uso e incluso el abuso que del mismo se
hace, y que ocupa cada día más páginas en los medios de comunicación escritos,
y no digamos en televisión, donde un alud de programas que giran alrededor de
la gastronomía y del chef de turno, pretenden formar en este terreno tan
agradecido para el paladar y la buena vida, tanto a cocineros más o menos
reputados, como a iniciados, principiantes, padres, niños, e imagino que muy
pronto tendremos a los abuelos, al mando de los fogones.
En un País donde los recortes
están dejando las infraestructuras de todo orden, sobre todo aquellas que nos
son más visibles, como son las viarias, carreteras y autopistas – vean si no la
autopista N-1, en su recorrido desde las cuestas de Venturada hasta las
estribaciones del puerto de Somosierra, que conozco muy bien y que parece una
carretera vecinal abandonada – poco se puede esperar en cuanto a la
recuperación y no digamos restauración de edificios monumentales de distinto
orden, bien sean palacios, iglesias, ermitas, catedrales, museos, y otros que
podríamos citar, todos ellos relacionados con el arte y la cultura en general,
que sufren del abandono, el desestimiento y la desafección más absolutas, por
parte de quienes debieran velar por aquellos bienes que a todos nos pertenecen
y que provienen del legado de unos antepasados que renegarían de esta sociedad
si pudieran contemplar el estado en el que se encuentran las obra de arte que
con pasión, paciencia y maestría, crearon para la posteridad.
Ojeando las cifran del paro y
de la ocupación, fundamentalmente estacional, la conclusión es que los puestos
de trabajo que últimamente se han puesto en el mercado laboral, proceden en su
mayoría de la hostelería y de todos sus derivados, bares, restaurantes y
hoteles, y todo ello durante las fiestas, bien de semana santa, de puentes,
algunos de ellos prácticamente encadenados, con lo cual se extienden a casi una
semana completa, y de tantas fiestas como disfrutamos y que los ciudadanos,
pese a la crisis permanente aprovecha para huir de las ciudades y lanzarse a
las playas fundamentalmente, consiguiendo que la ocupación hotelera, la
restauración en definitiva, alcance cotas inimaginables teniendo en cuenta los
tiempos que corren y que hacen dudar acerca de la situación por la que está
pasando este País, que no llega a creerse que pese a todo, las carreteras se bloqueen
y que los hoteles estén a tope en toda España, y todo con la que está cayendo,
que pese a las razonables dudas que pudiéramos tener, constituye una auténtica
realidad que todos percibimos en nuestro entorno.
El futuro laboral no está en la
investigación, ni en la industria ni en la restauración artística, sino en la gastronómica,
aunque sea temporal. Así que todos a los fogones, todos a restaurar, que ahí
está el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario