lunes, 7 de abril de 2025

El universo ese gran desconocido

 Jamás, en la ya dilatada historia de la Humanidad, la necesidad de desvelar los ingentes misterios que nos guarda el Universo y que nos quedan aún por descifrar, habían desatado una carrera tan intensa y espectacular, tan apasionante y esperanzadora como la que se viene llevando a cabo en todo el mundo desde apenas unos años, durante los cuales, y gracias a los potentes telescopios que se han puesto en órbita terrestre, y mucho más allá, están permitiendo a los científicos nuevos descubrimientos de infinidad de galaxias y otras estructuras cósmicas situadas a distancias colosales, hasta hace poco tiempo inimaginables, que nos están permitiendo hallazgos sorprendentes que nos acercan cada día más a los orígenes y evolución de un Universo que seguimos desconociendo en gran medida, lo que nos permite y obliga a elaborar continuamente nuevas y avanzadas teorías, algunas de ellas extremadamente novedosas, que satisfagan el ansia de conocimiento de una comunidad de científicos y astrofísicos que  no cesan de obtener nuevos datos acerca de un Universo que nos sorprende cada día.

 Ello supone una absoluta urgencia para el ser humano, que nunca debería cejar en el empeño de saber y conocer acerca de cuánto le rodea, con preferencia de aquello que nos afecta de una manera especial, por el hecho de resultarnos especialmente complicado y próximo a la vez, como es el caso de un universo en el que nos encontramos inmersos, por el que navegamos en una sorprendente nave llamada Tierra, acompañados de otros planetas, girando todos alrededor del Sol, en una danza celestial en el interior de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que a modo de nave nodriza nos conduce por el colosal universo en un viaje que dura ya miles de millones de años, del que desconocemos casi todo acerca de su gigantesca dimensión, y del que, ocupados en nuestro diario y mundanal ajetreo, se nos olvida que somos pasajeros de un viaje galáctico a bordo de una nave que no conoce paradas ni destino conocido adónde llegar.

Necesario resulta recordar, y de paso asumir, el concepto de año luz, utilizado con suma frecuencia en astronomía, y que solemos leer y oír en los medios de comunicación, entendido como una unidad de longitud necesario para medir las distancias en el universo, ya que las habituales que conocemos, se quedan excesivamente pequeñas ante la magnitud del cosmos, y que se define como la distancia recorrida por un rayo de luz en un año, y considerando que ésta viaja a 300.000 kilómetros por segundo, nos arroja una cifra de 9 billones de kilómetros, es decir, un nueve con doce ceros, que nos sirven para mostrar los valores de nuestra galaxia, un disco de cien mil años luz de diámetro y dos mil años luz de espesor.

Se estima que nuestro universo se originó a partir de la gran explosión o Big Bang, hace 14.000 millones de años, expandiéndose desde entonces en una gigantesca carrera, en la que las galaxias se van separando unas de otras, a una velocidad que es tanto mayor cuanto más separadas se encuentran, y así, indefinidamente, salvo que algo detenga esta apasionante carrera, como podría ser la gravedad aportada por la escurridiza materia oscura, cuyos efectos son conocidos, que no su presencia ( que hoy se pone en duda), que lograría contrarrestar la velocidad de escape de las galaxias, algo que no podemos aventurar, ni los científicos asegurar, salvo que el universo en expansión parece ser un hecho admitido por la inmensa mayoría de la comunidad científica a una velocidad nada desdeñable, superior a los setenta kilómetros por segundo

Las galaxias se reúnen en cúmulos de galaxias, que a su vez se agrupan en un gigantesco supercúmulo, que se conoce como red cósmica, dónde se mantienen unidad entre sí a través de filamentos de hidrógeno y materia, a modo de redes neuronales se mantienen unidas formando una colosal estructura, cuyo diámetro se cifra en 520 millones de años luz, es decir, la luz , viajando a 300.000 km/s, tarda 520 millones de años en cruzar la portentosa red cósmica de galaxias, lo que da una ligera idea de la descomunal magnitud del universo, dónde se estima que el número de galaxias, alcanzaría la cifra de dos billones un dos con doce ceros, conteniendo cada una de ellas hasta 400.000.000.000 de estrellas, cuatrocientos mil millones, lo que da una idea de  algo que supera nuestra limitada capacidad  de entendimiento, que no puede asumir semejante valor, algo que nos emociona y maravilla ante la magia y la colosal grandeza del majestuoso  universo en el que nos encontramos.

Seguimos, no obstante, con un desconocimiento muy importante, tanto acerca del origen del universo, como de su evolución, y gracias a modernos telescopios situados en órbita terrestre como el Hubble y el James Web, entre otros, conocemos más en profundidad un universo, cuyos secretos más escondidos se nos escapan, y aunque progresamos, lo hacemos muy lentamente, como el conocimiento de los agujeros negros, zonas del universo con una colosal capacidad de atrapar cuanta materia se encuentra en sus proximidades, incluida la luz, que siguen constituyendo un tema aún muy discutido por los astrónomos, y que siguen procurando una amplia capacidad de información dado su enorme complejidad al no ser posible estudiarlos más que por métodos indirectos.

Albert Einstein, afirmó que tenía dos certezas sobre lo infinito: la estupidez humana y el universo, y de esto último,  no estaba seguro, lo que nos da una idea sobre esta cuestión, ya que no podemos asegurar nada en este sentido, salvo que el universo se encuentra en expansión, y hasta este extremo, como el del Big Bang, últimamente se están poniendo en cuestión por parte de la comunidad científica, en cuyo seno se debaten teorías que afirman que la edad del universo es el doble de la que se admitía hasta ahora, es decir, de 28.000 millones de años, o las que afirman que el universo es un ser pensante, con una estructura neuronal parecida a la de nuestro cerebro, o la que propugna que somos parte de un gigantesco experimento dirigido por una inteligencia superior o la teoría más reciente, que afirma que el universo es un soberbio e inmenso ordenador cuántico, lo que resulta apasionante en cualquier caso, sobre todo considerando que nuestro hogar, el planeta Tierra, navega en ese inmenso mar que hemos dado en llamar universo.

Sí podemos afirmar con casi total seguridad, datos acerca de las impresionante distancias que nos asombran poderosamente, como la del objeto observado más lejano, situado 14.000 millones de años luz, lo que supone que la luz de ese objeto que ahora nos visita, salió de allí, hace 14.000 millones años, como en el caso de la luz solar, que supone que la imagen que en un momento vemos del sol, es la que corresponde a la que tenía dicho astro hace ocho minutos, que es el tiempo que tarda la luz en recorrer los 150 millones de kilómetros que nos separan del astro rey, mientras que la estrella más cercana a nosotros después de la nuestra, es Próxima Centauri, a poco más de cuatro años luz.

Cada día, la ciencia nos sorprende con nuevos datos y cifras, que no dejan de sorprendernos y que confirman el sobrecogedor tamaño de un universo sometido últimamente a continuas teorías como el de los universos paralelos que plantean varios universos o realidades relativamente independientes, así como las que se refieren a su final, entre las que aseguran que se expandirá eternamente, y las que afirman que llegará un momento que se contraerá, para llegar de nuevo al punto inicial de origen y comenzar con un nuevo Big Bang, proceso que se repetiría infinitamente, y por último, la que precisa que el universo se evaporará, basada en una teoría original de Stephen Hawking, con lo que el destino de esta colosal maravilla, alcanzaría probablemente su final, en una majestuosa y sobrecogedora acción autodestructiva, que nuestra mente no puede ni remotamente imaginar.

Las últimas teorías acerca del Universo, y por ende de nosotros sugieren que podríamos ser los protagonistas de una gigantesca simulación creada por una civilización extraterrestre capaz de manejarnos a su antojo, como si de un inmenso juego se tratara, mientras que otra teoría  afirma que nuestro Universo estaría inmerso en un colosal agujero negro, y otras que podríamos citar, que lo que nos sugieren es que los secretos que alberga el Universo, son tantos y tan extraordinarios, que sin duda seguiremos tratando de desvelarlos y saciar nuestra sed de desconocimiento acerca de tan colosal estructura que hemos dado en denominar Universo, dónde tenemos la casi total seguridad de que la vida, tan buscada para sentirnos algo menos solos, nos espera en cualquier rincón aún inexplorado por el ser humano.


Moneda de cambio

 Se nos agotan los argumentos para continuar descalificando a un gobierno que utiliza descaradamente el infame recurso de cambiar inmunidad por votos, privilegios varios por apoyos, concesiones dinerarias y en especie por fidelidad, cesiones competenciales por mirar hacia otro lado, y en fin, cuanto puedan requerir los de siempre, con el objeto de satisfacer sus cuitas a cambio del apoyo necesario para seguir atados al poder, incluyendo a sus socios de coalición, tan remisos antaño cuando tan alejados estaban de unas esferas que entonces detestaban por  acomodas y burguesamente inmovilistas, y a las que hoy se adhieren, siguen y disfrutan con auténtica fruición, una vez que han comprobado lo fácil que es imitar comportamientos, transgredir sus trasnochadas éticas, y  dejarse llevar por la inercia del poder, dónde tan confortablemente se encuentren.

Apenas se molestan ya tratando de disimular sus trapicheos políticos con quienes intercambian sus interesados y mercantilizados devaneos, utilizando la moneda de cambio oportuna, algo que por otra parte ya no sorprende a una ciudadanía harta y cansada de estas malas e infames artes, que han llegado ya a interiorizar como algo habitual y corriente en política, cuando en realidad son prácticas detestables y profundamente antidemocráticas, que este gobierno está llevando a cabo desde hace ya demasiado tiempo, convirtiéndolo en algo habitual, que suelen sacar adelante con el beneplácito de los independentistas que han encontrado un auténtico filón en este ejecutivo al que exprimen sin rubor, a sabiendas de que cederán siempre que los garanticen su continuidad en el gobierno.

Dispuestos están a utilizar cualquier moneda de cambio, ya sea motu propio o a demanda, llegando incluso a sugerir parar una huelga en Renfe   a cambio de ceder la competencia en los Rodalíes catalanes, ya que todo se compra y se vende, nada queda al margen de una posibilidad de sumar días a pasar uno más en La Moncloa, residencia del jefe del ejecutivo que posee una ambición de poder tan desmedida, que no le importa que en Europa lo señalen ya como un consumado aprendiz de autócrata que no repara en nada para seguir en el cargo, recurriendo cada vez con mayor frecuencia al decreto si lo considera necesario o a otras artimañas para evitar dictámenes preceptivos de organismos oficiales que de otra forma podría complicar sacar adelante sus oscuras y siniestras maniobras a las que nos tiene acostumbrados.

El último ejemplo de este perverso modo de gobernar, es el de la utilización de los menores migrantes como moneda de cambio, repartiéndolos por las comunidades autónomas, privilegiando a Cataluña y el País Vasco y perjudicando  a otras, en una maniobra que persigue, como siempre, obtener su favor que se sustanciará en apoyos parlamentarios que los mantengan en el poder, todo ello en un malévolo, sucio y rechazable  juego político, al que recurren sin inmutarse, pretendiendo disfrazarlo de un modus vivendi político perfectamente ético, cuando no es más que un siniestro, tenebroso y truculento modo de ejercer la política, con una codiciosa ambición, sin escrúpulos de ningún tipo y con una ausencia absoluta de la necesaria y honesta dignidad de la que carece por completo.


Cinco años de infame desmemoria

 Cuando se cumplen ahora cinco años del estado de alarma, cuando el confinamiento a todos los niveles tocaba a su fin, cuando los sufridos ciudadanos respiran con alivio, cuando la memoria atormentada despierta de su letargo de tres durísimos e interminables meses de confinamiento, cuando sobre todos aún pesa y pesará un brumoso trauma, cuando comenzamos a respirar de nuevo, yo,  en nombre de muchos dolidos e indignados ciudadanos que no olvidan,  manifiesto y señalo:

Al prepotente gobierno de este País por no reconocer sus errores, por no pedir, no ya perdón, sino unas mínimas y necesarias disculpas, de airear sus más que dudosos aciertos a la hora de gestionar la pandemia, permitiéndose su presidente el ominoso y falaz “viva el 8 M”, en sede parlamentaria, que fue todo un insulto a la vida, y a la sensibilidad de los familiares de las víctimas que en ese temerario acto enfermaron, cuando ya se conocía y se presentía la tragedia que se cernía sobre nuestro país 

 A unos negligentes gobernantes que cometieron graves e imperdonables errores a la hora de tomar medidas drásticas, cuando ya conocíamos los casos de china y de Italia, que debieron ser más que suficientes para actuar de inmediato y no lo hicieron.

Al gobierno por permitir que prevalecieran condicionamientos de orden político y de oportunidad, para no avisar a la población del peligro que corrían al asistir a manifestaciones y actos multitudinarios de todo tipo, cuando las señales de peligro eran más que evidentes.

 A las autoridades correspondientes, de permitir la manifestación del 8 de marzo de entonces, y otras anteriores y posteriores, que causaron sin duda infinidad de contagios, cuando el día 7, es decir un día antes del 8 M, se confinaron a 40 personas contagiadas en la ciudad riojana de Haro, con lo que quedaba de manifiesto el terrible drama que comenzaba a cernirse sobre la indefensa ciudadanía.

A los responsables de no escuchar a la OMS, que con tiempo, y como está documentado, avisó a las autoridades sanitarias acerca del aprovisionamiento de material sanitario para responder a la epidemia que se avecinaba.

A las autoridades de este País, de autorizar unas concentraciones y de prohibir otras, antes del confinamiento, en una ceremonia de la confusión, que responde a oscuros intereses de variada, siniestra e inconfesable índole, que en absoluto se pueden justificar.

A los responsables gubernamentales, por privilegiar sus intereses electorales y populistas sobre los de la población, hasta el punto de no tomar medidas por aquello de esperar a ver qué pasa ahí afuera, a ver quién pone el cascabel al gato, y por miedo a la impopularidad que ello representaba.

Al gobierno de ser el culpable de la situación trágicamente anárquica de los hospitales, sin material suficiente, pese al aviso de la OMS, y, sobre todo de las dramáticas consecuencias en un heroico personal sanitario en general, que se vio absolutamente inerme ante la avalancha de enfermos, sin material, desprovistos de lo más elemental, como la ropa protectora que tuvieron que confeccionarse ellos mismos.

A quienes corresponda, por el espantoso porcentaje de fallecimientos entre el personal sanitario, que es, para vergüenza y oprobio del gobierno, fue el más alto del mundo, tal como quedó registrado en aquellas fechas.

A  quienes corresponda, por irresponsabilidad y dejadez manifiesta en la gestión de las residencias de ancianos, por dejarlos morir, por acción u omisión, en un vergonzoso y detestable acto de malvada dejación, en lo que ha supuesto uno de los peores maltratos en la historia de este País hacia sus ciudadanos.

En mi nombre, y en el de los familiares de las víctimas en general, de los falsos datos que proporcionan las autoridades sanitarias sobre el número de los fallecidos, así como del tratamiento vejatorio hacia ellas, al citarlas como meros números a contabilizar.

 A as autoridades aquí  citadas, de carecer del más elemental rastro de una elemental y piadosa humanidad,  en una penosa demostración que supone un acto de vileza absoluta, al tardar más de dos meses en declarar una semana de luto, lo que denota una patética e inexcusable ausencia de sensibilidad, sin disculpa posible alguna.

Señalo, en fin, a un gobierno, que proclamándose progresista y de izquierdas,  mostró un talante soberbio y engreído, farsante y embustero, incapaz de reconocer error alguno y de asumir sus culpas, que dejó un País en ruinas, tanto social, como laboral, como económicamente, por su ineptitud manifiesta, que cinco años después, lejos de entonar un mea culpa, cargan sobre terceros una responsabilidad que en gran medida les corresponde, y que tratan de evadir a toda costa, en un acto indigno e infame que los deshonra ante una población que sufrió lo indecible y que pese a su silencio, jamás olvida. 


Una situación alarmante

 Definitivamente, a estas alturas, a nadie puede quedarle ya duda alguna, que el presidente del gobierno está decidido  a continuar en el cargo al precio que le imponga el titiritero jefe, fugado de la justicia de nuestro país, al que se le permite regresar  cuando chulescamente se le antoja desde allende la frontera, sin que tema por una detención que sabe no va a tener lugar, porque tiene patente de corso concedida expresamente para él, para que no se enoje, no se enfade, y ponga con ello en peligro la estabilidad de un gobierno que hace aguas por todas partes, pero cuyo jefe del ejecutivo ha decidido  mantener  a toda costa,  moviendo los hilos que controla 

Inquieta la alarmante y al mismo tiempo aparente tranquilidad de la ciudadanía de este país, que parece no ser consciente de una situación creada en éstos últimos tiempos, en el que la crispación a flor de piel y la polarización in crescendo permanente y visible en la calle y en los medios de comunicación, están sometiendo a esta sociedad a una dura prueba en la que cada vez toma menos partido, dejando las manos libres a una clase dominante, léase gobierno, que está colonizando las instituciones y los poderes del estado, sometiéndolos a su interés y capricho personal y de partido.

 Algo que de ninguna forma deberíamos permitir, pero que nadie, incluyendo una oposición política demasiado permisiva y extremadamente débil en su obligada acción de contrapoder, se muestran incapaces de controlar a un ejecutivo que campa a sus anchas, devastando cuanto encuentra a su paso, apropiándose de cuánto puede serle de utilidad para mantenerse en el poder, ya fueren instituciones, personas u organismos varios, que continuamente y sin escrúpulo alguno, va incorporando a la tupida red que va urdiendo inexorablemente sin aparente oposición alguna.

Ejerciendo un férreo control sobre la estructura estatal, mantiene un rígido control perfecta y estrictamente sistematizado desde Moncloa, centro neurálgico desde dónde se originan, planean y dirigen las acciones a llevar a cabo con el objeto de que nada ni nadie pueda obstaculizar la decidida y taxativa intención de continuar al mando por tiempo indefinido, y caiga quien caiga, en su frenético y ambicioso plan de retener el ejecutivo al precio que sea necesario.

No es una cuestión baladí, es un hecho constatable cómo este gobierno se aferra a su poltrona con una desmedida voluntad que más que  pretender con ello ejercer la representación de los ciudadanos a través de su acción de gobierno, prima en ellos el hecho de permanecer en su puesto a nivel personal, tal es la energía, la agresividad y la estrategia seguida, impropia de unos representantes elegidos por los ciudadanos de un país, que no contemplan, ni de lejos, la posibilidad de tener que abandonar un día su privilegiada posición.

Causa asombro, a la par que sonrojo, escuchar al presidente pronunciarse en contra de la oposición en unos términos ofensivos de una belicosidad sorprendente, no exenta de una ordinaria y rechazable vulgaridad, impropias de su cargo, y sobre todo fuera de lugar políticamente hablando, ya que se limita a expresiones despectivas e insultantes que no pretenden más que desacreditar al opositor y al partido que representa, en una inútil y desesperada intención que le descalifica personalmente, como político, y como orador que necesita recurrir a semejantes artimañas.

Alarma poderosamente el hecho de que el jefe del ejecutivo, y de paso el gobierno, han perdido los papeles de tal forma y manera, que parecen haberse olvidado que son los más altos representantes de un País democrático, cuyos ciudadanos los eligen libre y voluntariamente en las urnas, decisión que les corresponde a ellos en exclusiva exigiéndolos en el cargo, eficacia, responsabilidad, y algo fundamental, como es la honestidad, y permanecer al frente mientras sea absolutamente necesario para los intereses de los ciudadanos, y no para los propios como es el caso.

 Un gobierno en estado de desguace, recurriendo a artimañas de todo tipo, y creando con ello un estado de alarma en la población, de la que no parecen ser conscientes, tal es el estado de obsesiva desesperación por continuar a toda costa, pero de la que los ciudadanos, afortunadamente cada día van percibiendo más claramente, algo que es siempre deseable en una democracia que se precie de serlo, con el objeto de que el ejecutivo se entere clara y taxativamente, que el poder no les pertenece, que es una delegación temporal que no admite apropiaciones indebidas, ni turbios manejos que no son fruto sino de la desmedida ambición que caracteriza  a este gobierno.


domingo, 9 de marzo de 2025

La dignidad perdida.

 Definitivamente, a estas alturas, a nadie puede quedarle ya duda alguna, que el presidente del gobierno está decidido  a continuar en el cargo al precio que le imponga el titiritero jefe, fugado de la justicia de nuestro país, al que se le permite regresar  cuando chulescamente se le antoja desde allende la frontera, sin que tema por una detención que sabe no va a tener lugar, porque tiene patente de corso concedida expresamente para él, para que no se enoje, no se enfade, y ponga con ello en peligro la estabilidad de un gobierno que hace aguas por todas partes, pero cuyo jefe del ejecutivo ha decidido  mantener  a toda costa, permitiendo, cediendo y consintiendo lo indecible, lo inexplicable, lo vergonzante y profundamente indigno que el titiritero fugado de Waterloo le ordene en cada momento, bien desde sus cómodos aposentos, o bien en ellos,  a los que con frecuencia le obliga a acudir y adónde sumisa y obedientemente envía a sus fieles para rendirle pleitesía, y  de paso, escuche las nuevas exigencias y las últimas órdenes que haya dispuesto para su lacayo.

Y así, se le ha ocurrido que podría disponer del control de la inmigración y las fronteras – una competencia de Estado como ha afirmado - capricho que sabe va a conseguir con sólo sugerirle que es imprescindible para seguir manteniéndolo calentito en su encantador palacete de la Moncloa al que tanto aprecio ha tomado, y dónde piensa continuar hasta su jubilación, siempre con el permiso y el placet de quién maneja los hilos de su destino político, de quién depende y a quién no osa ni defraudar ni desobedecer en ningún momento, con el objeto de continuar una larga tradición que ya viene de lejos, y que al margen del país que representa, él administra siguiendo su proverbial y desmedida ambición personal, fruto de una exacerbada soberbia y una insólita y desmesurada falta de escrúpulos. 

Inquieta la alarmante y al mismo tiempo aparente tranquilidad de la ciudadanía de este país, que parece no ser consciente de una situación creada en éstos últimos tiempos, en el que la crispación a flor de piel y la polarización in crescendo permanente y visible en la calle y en los medios de comunicación, están sometiendo a esta sociedad a una dura prueba en la que cada vez toma menos partido, dejando las manos libres a una clase dominante, léase gobierno, que está colonizando las instituciones y los poderes del estado, sometiéndolos a su interés y capricho personal y de partido, ejerciendo un férreo control sobre la estructura estatal, manteniendo un rígido control perfecta y estrictamente sistematizado desde Moncloa, centro neurálgico desde dónde se originan, planean y dirigen las acciones a llevar a cabo con el objeto de que nada ni nadie pueda obstaculizar la decidida y taxativa intención de continuar al mando por tiempo indefinido, y caiga quien caiga, en su frenético y ambicioso plan de retener el ejecutivo al precio que sea necesario.

No es una cuestión baladí, es un hecho constatable cómo este gobierno se aferra a su poltrona con una desmedida voluntad que más que  pretender con ello ejercer la representación de los ciudadanos a través de su acción de gobierno, prima en ellos el hecho de permanecer en su puesto a nivel personal, tal es la energía, la agresividad y la estrategia seguida, impropia de unos representantes elegidos por los ciudadanos de un país, que no contemplan, ni de lejos, la posibilidad de tener que abandonar un día su privilegiada posición.

Causa asombro, a la par que sonrojo, escuchar al presidente pronunciarse en contra de la oposición en unos términos ofensivos de una belicosidad sorprendente, no exenta de una ordinaria y rechazable vulgaridad, impropias de su cargo, y sobre todo fuera de lugar políticamente hablando, ya que se limita a expresiones despectivas e insultantes que no pretenden más que desacreditar al opositor y al partido que representa, en una inútil y desesperada intención que le descalifica personalmente, como político, y como orador que necesita recurrir a semejantes artimañas.

Alarma poderosamente el hecho de que el jefe del ejecutivo, y de paso el gobierno, han perdido los papeles de tal forma y manera, que parecen haberse olvidado que son los más altos representantes de un País democrático, cuyos ciudadanos los eligen libre y voluntariamente en las urnas, decisión que les corresponde a ellos en exclusiva exigiéndolos en el cargo, eficacia, responsabilidad, y algo fundamental, como es la honestidad, y permanecer al frente mientras sea absolutamente necesario para los intereses de los ciudadanos, y no para los propios como es el caso.

 Un gobierno que ha perdido por completo la dignidad, un ejecutivo en estado de desguace, recurriendo a artimañas de todo tipo, y creando con ello un estado de inestabilidad del que no parecen ser conscientes, pues tal es el estado de obsesiva desesperación por continuar a toda costa, pero de la que los ciudadanos, afortunadamente cada día van percibiendo más claramente, algo que es siempre deseable en una democracia que se precie de serlo, con el objeto de que el ejecutivo se entere clara y taxativamente que el poder no les pertenece, que es una delegación temporal que no admite apropiaciones indebidas, ni turbios manejos que no son fruto sino de la desmedida ambición que caracteriza  a este gobierno.


domingo, 2 de marzo de 2025

La falsa superioridad moral

 Definir algo tan abstracto como es el término moral, no es ni fácil, ni asequible para cualquiera sin recurrir a un medio de apoyo como puede ser un diccionario, una enciclopedia un texto especializado, un ensayo sobre el tema, o, más rápido y versátil en estos tiempos, el compendio de todo el saber, que lo es posiblemente, ese prodigio del conocimiento que conocemos por Internet, que lo define como “disciplina filosófica que estudia el comportamiento humano en cuanto al bien y el mal”, o aquella que se sustancia como “conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad”.

Definiciones que, como todas, no son sino una declaración de intenciones elaboradas por determinadas personas, que a su vez se basan en otras, que previa la correspondiente consulta, elaboran el texto que consideran definitivo, y que no siempre satisface a todos, sobre todo, como en este caso, se trata de un término tan conceptual, tan inmaterial, tan inconcreto, susceptible de un cierto tratamiento subjetivo, que no favorece en absoluto su clara y absoluta percepción, sin posible lugar a duda alguna.

Leo un ensayo, que considero atrevido en extremo, excesivamente personal y radicalmente concebido, que asegura que “los de izquierdas son moralmente superiores a liberales, conservadores y democratacristianos porque sus ideas son la expresión más pura de la mejor forma de vida en sociedad, aquella donde no hay explotación ni dominación y los hombres y las mujeres son, como diría Rosa Luxemburgo, completamente iguales, humanamente diferentes, totalmente libres”.

Esto no deja indiferente a nadie, pues afirma categóricamente algo que no resiste un análisis profundo, no solamente sobre la acepción conceptual de la izquierda, sino sobre la ausencia de una objetividad desapasionada, que brilla por su ausencia en este texto, que no duda en calificar como “superior” la ideología de izquierdas, cuando semejante afirmación, deja serias dudas sobre la imparcialidad de semejante aserto, así como de su “moralidad”, que denota una soberbia personal, y una ausencia de sensibilidad, que desacredita a quién generaliza de semejante y altiva forma.

Nadie puede arrogarse la facultad de estar en posesión de la verdad, como meridianamente queda claro el intento mostrado en las rotundas afirmaciones que en dicho texto se vierten. Nadie está capacitado para apropiarse de una verdad que considera suya, única y excluyente, pues ello supone una concepción autoritaria y tiránica de una posición que por sí misma se desacredita por motivos obvios, porque no hay verdad suprema alguna, porque todo es relativo, y sobre todo, porque somos humanos, seres falibles y susceptibles de errar una y otra vez, por lo que arrogarse semejante, categórica y rotunda afirmación, debería ponernos en guardia, a la defensiva, porque nadie, en su sano y razonable juicio, está en situación de asegurar que la verdad es la suya, la única e incuestionable, que no admite discusión alguna.

Por supuesto, el razonamiento exhibido sería el mismo en caso de invertirse los términos, es decir, afirmar la superioridad moral de la derecha - barbaridades sin cuento han cometido unos y otros a lo largo de la historia - ni de ningún otro caso similar, salvo de declarar la bondad humana como cualidad superior, de la que necesariamente dimanan otras íntimamente relacionadas con ella, y que nadie le negaría su alto valor humano, tan alejado de la soberbia y la tiránica arrogancia de quienes se creen infalibles, en posesión de la única y absoluta verdad, porque tanto la izquierda como la derecha han dado amplios y números ejemplos de no estar en posesión de verdad alguna, sino más bien todo lo contrario, como podemos contemplar ahora con un gobierno de coalición integrado por una izquierda que se dice moderada y otra radical, que están dando incontables muestras de comportamientos caudillistas, con una deriva autoritaria que está sorprendiendo a propios y extraños.

Tal ha sido su deriva, que mintiendo, falseando e imponiendo actitudes impropias de su supuesta ideología, desmienten absolutamente la susodicha afirmación de la superioridad moral de las izquierdas, cometiendo los mismos errores y desmanes que criticaban y censuraban a las derechas, siempre con el objetivo de mantenerse en el poder a toda costa, integrándose en la casta que antes denunciaban, haciéndolo de una forma vergonzante y ruin, cayendo en las mismas miserias que decían rechazar, y donde ahora parecen haber encontrado su confortable lugar.

Carl Sagan, eminente científico estadounidense, afirmaba que en la ciencia, la única verdad sagrada es que no hay verdad sagrada, en un rotundo y radical aserto, que es válido en el ámbito dónde él se desenvolvió, en el que solamente la demostración y la experimentación de los hechos demostrables tienen valor científico, algo que es en parte trasladable al tema que nos ocupa, en el sentido de que nadie posee la verdad absoluta, que todo es relativo, que tratar de apropiarse de la única verdad, arrogándose su exclusivo patente de corso, es además de una soberana insensatez, propio de majaderos y mentecatos, de cuya soberbia altanería y estúpido alarde, se ríen y burlan quienes tienen dos dedos de frente.


La dama de las catedrales cumple 500 años.

 Nuestra hermosa, insigne y bellísima catedral, cumple quinientos años en este dos mil veinticinco, cuya construcción, según datos fidedignos, comenzó el ocho de junio de  mil quinientos veinticinco, en el lugar donde se encontraba el antiguo convento de Santa Clara la Nueva, prolongándose las obras durante ciento sesenta y tres años, finalizándose en mil seiscientos ochenta y seis,   fecha que da término y fin definitivo al estilo gótico en España.

Quinientos años después, esta joya que tenemos el honor y la fortuna de disfrutar, continúa gallardamente en pie y celebrando por todo lo alto su medio milenio de historia para el disfrute y contento de todos los ciudadanos de Segovia, de nuestro país y de todos los amantes del arte y la belleza  del mundo entero, dónde es conocida, junto con el colosal acueducto y el soberbio Alcázar, conformando estos tres prodigios, las obras de arte que hacen de esta monumental ciudad de Segovia una de las más admiradas y bellas de todo el mundo.

Conocida como la Dama de las catedrales, por sus dimensiones y su elegancia, se ciñe al estilo gótico, con rasgos renacentistas, que ya entonces era el estilo que se prodigaba en Europa. Su arquitecto fue Juan Gil de Hontañón, firmándose el contrato el siete de mayo de mil quinientos veinticuatro, colocándose la primera piedra el ocho de junio de mil quinientos veinticinco, reutilizando varios elementos de la antigua catedral, como el claustro al completo, el coro, rejas y otros elementos tanto decorativos como arquitectónicos, iniciándose su construcción por la fachada occidental, es decir, por los pies de la catedral, cuando solía empezarse por la cabecera.

En el interior se puede apreciar su estilo gótico tardío. Posee una estructura en tres altas naves, las cuales reciben el nombre de nave del Evangelio y nave de la Epístola; y girola, destacando sus hermosas ventanas de complicada y fina tracería calada así como la extraordinaria calidad de los numerosos vitrales. El interior muestra una notable unidad de estilo, excepto en la cúpula de mil seiscientos treinta, y presenta un aspecto imponente y sobrio. Sus bóvedas góticas se elevan a treinta metros de altura y mide de ancho cincuenta metros y ciento nueve de longitud. El crucero está cubierto con una cúpula finalizada por Pedro de Brizuela en el siglo diecisiete, alcanzando la imponente torre una altura de noventa metros.

Dicha torre, originalmente tenía un chapitel de madera de caoba americana, pero en el año 1614 se construyó el actual chapitel de piedra después de que un rayo causase un incendio en el chapitel original. En el año 1686 se comenzó la construcción de la capilla de los Ayala. La catedral fue consagrada el 16 de julio de 1789 por el obispo Don José Martínez Escalzo. 

Es importante señalar que la catedral tuvo tres etapas constructivas: la primera entre 1525 a 1557 con el arquitecto Juan Gil de Hontañón, su hijo Rodrigo y García de Cubillas. La segunda etapa transcurre entre 1578 a 1607 a cargo de Rodrigo de Solar, Juan Pescador, Diego de Sisniega y otros; la última campaña constructiva se realizó entre 1607 a 1685 con Pedro de Brizuela o Francisco de Viadero, debido a su construcción peculiar.

La cabecera no fue cerrada hasta el último año de esta etapa, a partir de la cual, Segovia y el mundo tuvo la feliz oportunidad de disfrutar de una de las catedrales más hermosas, gracias al genio y al amor y dedicación al arte de los maestros constructores y de cuantos seres humanos intervinieron en la creación de ésta portentosa maravilla, que generosamente donaron a la posteridad, para disfrute de cuántos valoran, disfrutan y aman la belleza, consustancial al arte, expresión máxima de la  capacidad humana para mostrar su rostro más amable.


Control absoluto.

 La política de este gobierno a la hora de colonizar y controlar las diversas instituciones públicas para convertir este ejecutivo en uno representativo de una república bananera, ha dado un salto significativo hacia adelante con el intento de controlar la educación a través de la elección a dedo de los inspectores, con el objeto de llevar cabo un adoctrinamiento perverso, que repugna a la más elemental de las esencias democráticas cada día más deficitarias a la hora de juzgar a este ejecutivo que parece enloquecido y desquiciado dispuesto a todo por conservar un poder que considera puede estar escapándosele de las manos.

Si alarmante es el caso citado, no se queda atrás el del intrigante ministro de exteriores que después de cesar al embajador en Corea del Sur por entrevistarse con la presidenta de la Comunidad de Madrid, ahora lo ha hecho extensivo al resto de embajadores al llevar a cabo una limpieza total, eligiendo a dedo a los partidarios afines a la “causa”, y cesando a los sospechosos de no serlo.

Si a lo citado, unimos la ley que han registrado en el Congreso para limitar la acción popular, con efectos retroactivos, y las “acciones judiciales abusivas”, la alarma es impactante, controlando al poder judicial, y tratando de paso de beneficiarse tanto a nivel particular, como a nivel de un partido roto por sospechas de corruptelas varias que lo están dejando irreconocible, controlado con puño de hierro por un jefe del ejecutivo que ejerce su acción con un control absoluto.

Inquieta la alarmante situación de cómo la crispación a flor de piel y la polarización permanente y visible en la calle y en los medios de comunicación, están sometiendo a esta sociedad a una dura prueba en la que cada vez el ciudadano toma menos partido, dejando las manos libres a una clase dominante, léase gobierno, que está colonizando las instituciones y los poderes del estado, sometiéndolos a su interés y capricho personal y de partido.

En unas recientes declaraciones, escucho con asombro, cómo la portavoz del gobierno, en un lenguaje cuasi vulgar y abiertamente chabacano, comenta  “ cómo se ataca al fiscal general, mientras apenas se habla de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, al que a este paso va a tener que devolverle Hacienda”, comentando de paso en términos de “hasta ahí podríamos llegar, sólo faltaría eso”, en algo que no compete al gobierno, y que denota lo alterado, roto y desnortado que se encuentra un ejecutivo absolutamente sobrepasado, incapaz de salir del estado de desesperación y desgobierno en que se encuentra.

Es un hecho incontrovertible cómo este gobierno se aferra a su poltrona con una desmedida voluntad que más que  pretender con ello ejercer la representación de los ciudadanos a través de su acción de gobierno, prima en ellos el hecho de permanecer en su puesto a nivel personal, tal es la energía, la agresividad y la estrategia seguida, impropia de unos representantes elegidos por los ciudadanos de un país, que no contemplan, ni de lejos, la posibilidad de tener que abandonar un día su privilegiada posición.

Causa asombro, a la par que sonrojo, escuchar al presidente pronunciarse en contra de la oposición en unos términos ofensivos de una belicosidad sorprendente, no exenta de una ordinaria y rechazable vulgaridad, impropias de su cargo, y sobre todo fuera de lugar políticamente hablando, ya que se limita a expresiones despectivas e insultantes que no pretenden más que desacreditar al opositor y al partido que representa, en una inútil y desesperada intención que le descalifica personalmente, como político, y como orador que necesita recurrir a semejantes artimañas.

Alarma poderosamente el hecho de que el jefe del ejecutivo, y de paso el gobierno, han perdido los papeles de tal forma y manera, que parecen haberse olvidado que son los más altos representantes de un País democrático, cuyos ciudadanos los eligen libre y voluntariamente en las urnas, decisión que les corresponde a ellos en exclusiva exigiéndolos en el cargo, eficacia, responsabilidad, y algo fundamental, como es la honestidad, y permanecer al frente mientras sea absolutamente necesario para los intereses de los ciudadanos, y no para los propios como es el caso.

 Un gobierno  que recurre a artimañas de todo tipo, creando con ello un estado de alarma en la población, de la que no parecen ser conscientes, tal es el estado de obsesiva desesperación por continuar a toda costa, pero de la que los ciudadanos, afortunadamente cada día van percibiendo más claramente, algo que es siempre deseable en una democracia que se precie de serlo, con el objeto de que el ejecutivo se entere clara y taxativamente, que el poder no les pertenece, que es una delegación temporal que no admite apropiaciones indebidas, ni turbios manejos que no son fruto sino de la desmedida ambición que caracteriza  a este gobierno, cuyo presidente pretende ejercer un poder absoluto para que nada ni nadie, escape a su control.


jueves, 6 de febrero de 2025

La patética arrogancia del ingenuo presidente

 Contemplar al presidente del gobierno intentando destacar en una esfera internacional dónde este país apenas tiene relevancia, causa como mínimo, incredulidad y sorpresa, no exenta de un cierto patetismo ante una situación que lo descoloca por completo y de la que no parece ser consciente un jefe del ejecutivo, que con sus aires autoritarios no deja indiferente a nadie, tratando por todos los medios de destacar , bien a través de una solapada crítica, de una buscada y furtiva foto, o de un paseíllo fugaz junto a algún líder internacional que le ofrezca una cierta relevancia que le suponga un rédito político que es más virtual que real, más lamentable que efectivo,  más negativo que positivo, ya que la carga de intencionalidad de mejorar una deteriorada imagen, queda manifiestamente patente.

Y así, comete un error tras otro, intentando erigirse en un líder con pies de barro, en un referente de occidente, mientras se enfrenta al nuevo presidente de Estados Unidos, permitiéndose el absurdo lujo de increparle, llamándole la atención, en una incalificable y ridícula demostración de una soberbia muy propia de él, como siempre poco inteligente  y manifiesta afinidades con países como China y otros cómo los llamados emergentes, englobados en América del Sur, África y Asia, en un absurdo intento de convertirse en el líder del sur global, en una ceremonia de la confusión que parece más una huída hacia adelante dada su complicada situación  política, como siempre en la búsqueda de la necesaria imagen perdida, que una exigible y exigida acción política a nivel internacional que nadie le demanda.

Cada día nos sorprende un poco mas, un jefe del ejecutivo incapaz de gobernar su país, dado el difícil equilibrio de fuerzas existente, y al que pese a todo se aferra, a sabiendas de que unas posibles elecciones posiblemente las perdería, algo que con la soberbia que lo domina y su insólito apego al cargo, le resulta insoportable de aceptar, por lo que se lanza a la esfera internacional, dónde intenta destacar de una manera ridícula, intentando sobresalir, cuando ni tiene altura de miras ni entidad suficiente para desarrollarlas.

Patético e histriónico al mismo tiempo, no es capaz de recoger velas y dedicar su tiempo  a su gobierno que lo tiene hecho unos zorros, y por ende a su país, que no se merece a un narcisista con una desmedida ambición de poder, incapaz de reconocer error alguno, tratando de llevar a cabo un control absoluto de instituciones y personas, como el incalificable acoso y control a los jueces, o la inaudita defensa de un fiscal general que indigna profundamente a toda la institución.

Cada vez más encerrado en sí mismo, más acorralado por los problemas judiciales que afectan a su entorno político y a su familia, se empeña en continuar, a costa de gobernar por decreto, con leyes trampa como la ómnibus, auténtico chantaje político, que ve cómo se la rechazan, para aprobarla después, a gusto de quienes siempre consiguen un rédito político, al mando del titiritero jefe, que es el que ordena y manda, y ante el que este patético presidente rinde cumplida y permanente pleitesía.


Todas las líneas rojas superadas

 La hipocresía y el cinismo de este gobierno no tiene límite alguno, habiendo llegado hasta el extremo de permitirse hablar de una oposición que juega con las cartas marcadas, con unos jueces que practican la politización de la justicia que se encargan de pasar información a sus oponentes, cuando es dicho ejecutivo el principal impulsor de ese siniestro juego que utiliza desde la posición privilegiada que ostenta, sin respeto alguno hacia el poder judicial, al que le falta continuamente el respeto debido, denunciado en varios ocasiones por la Unión Europea, sin el cual la democracia pierde todo su sentido.

 Sin escrúpulo alguno, con una soberbia inaudita, y siguiendo las directrices de un presidente dotado de una ambición sin límites, han ido saltándose cuantas líneas rojas existen en este sentido, el judicial, y en tantos otros, que sitúan a este ejecutivo al borde de un  totalitarismo siempre profundamente rechazable, que a estas alturas debe tomarse en seria consideración, ante el giro autoritario que las últimas y controvertidas decisiones está tomando un gobierno que pretende mantenerse en el poder a toda costa.

Un presidente del gobierno que se siente acorralado por varias imputaciones y corruptelas en su entorno más próximo, tanto personal como político, insoportable para un personaje soberbio y altivo, con una absoluta falta de escrúpulos, que lo convierten en un político indeseable para una democracia que exige dirigentes con unas características radicalmente opuestas a las que presenta el jefe de un ejecutivo que ha perdido decididamente los papeles al verse envuelto en una maraña de conflictos judiciales y políticos, a los que se enfrenta, como siempre ha hecho, con insultos, improperios y una batería completa de descalificaciones, que no hace sino confirmar una extrema debilidad que pretende contrarrestar con una política agresiva que compense su temor a perder un poder al que no está dispuesto a renunciar.

Un jefe del ejecutivo que utiliza las instituciones, como es el caso de la fiscalía, con un fiscal general, imputado por el tribunal supremo, por revelar información secreta de la pareja de su mayor contrincante político, la presidenta de la Comunidad de Madrid, un personaje siniestro, fiel esclavo de su amo, siempre dispuesto a satisfacer los deseos de su amo, en una demostración vergonzante que causa sonrojo e ira a cualquier amante de una democracia en la que cuesta trabajo creer a la vista de lo que es capaz este gobierno, y que denigra y deshonra a toda una institución judicial, que pide por unanimidad el cese de dicho fiscal general, ante la inaudita defensa del presidente del gobierno.

Pero no satisfechos con todo esto, la última muestra del absolutismo gubernamental ha llegado a través de su partido político que ha registrado en el Congreso una iniciativa frente al acoso derivado de “acciones judiciales abusivas”, con el que pretende limitar la iniciativa de la acción popular ante los jueces, reconocida en la Constitución, con el oscuro fin de sortear los conflictos judiciales, tanto personales como de partido, lo que resulta de una desfachatez, que decididamente no conoce límites, al tiempo que corresponden más a un país totalitario, que a una democracia como la que afortunadamente disfrutamos, pese a hechos como los aquí citados, impropios de un país moderno, demócrata y avanzado como el nuestro.


Una situación alarmante

 Inquieta la alarmante y al mismo tiempo aparente tranquilidad de la ciudadanía de este país, que parece no ser consciente de una situación creada en éstos últimos tiempos, en el que la crispación a flor de piel y la polarización in crescendo permanente y visible en la calle y en los medios de comunicación, están sometiendo a esta sociedad a una dura prueba en la que cada vez toma menos partido, dejando las manos libres a una clase dominante, léase gobierno, que está colonizando las instituciones y los poderes del estado, sometiéndolos a su interés y capricho personal y de partido.

 Algo que de ninguna forma deberíamos permitir, pero que nadie, incluyendo una oposición política demasiado permisiva y extremadamente débil en su obligada acción de contrapoder, se muestran incapaces de controlar a un ejecutivo que campa a sus anchas, devastando cuanto encuentra a su paso, apropiándose de cuánto puede serle de utilidad para mantenerse en el poder, ya fueren instituciones, personas u organismos varios, que continuamente y sin escrúpulo alguno, va incorporando a la tupida red que va urdiendo inexorablemente sin aparente oposición alguna.

Ejerciendo un férreo control sobre la estructura estatal, mantiene un rígido control perfecta y estrictamente sistematizado desde Moncloa, centro neurálgico desde dónde se originan, planean y dirigen las acciones a llevar a cabo con el objeto de que nada ni nadie pueda obstaculizar la decidida y taxativa intención de continuar al mando por tiempo indefinido, y caiga quien caiga, en su frenético y ambicioso plan de retener el ejecutivo al precio que sea necesario.

No es una cuestión baladí, es un hecho constatable cómo este gobierno se aferra a su poltrona con una desmedida voluntad que más que  pretender con ello ejercer la representación de los ciudadanos a través de su acción de gobierno, prima en ellos el hecho de permanecer en su puesto a nivel personal, tal es la energía, la agresividad y la estrategia seguida, impropia de unos representantes elegidos por los ciudadanos de un país, que no contemplan, ni de lejos, la posibilidad de tener que abandonar un día su privilegiada posición.

Causa asombro, a la par que sonrojo, escuchar al presidente pronunciarse en contra de la oposición en unos términos ofensivos de una belicosidad sorprendente, no exenta de una ordinaria y rechazable vulgaridad, impropias de su cargo, y sobre todo fuera de lugar políticamente hablando, ya que se limita a expresiones despectivas e insultantes que no pretenden más que desacreditar al opositor y al partido que representa, en una inútil y desesperada intención que le descalifica personalmente, como político, y como orador que necesita recurrir a semejantes artimañas.

Alarma poderosamente el hecho de que el jefe del ejecutivo, y de paso el gobierno, han perdido los papeles de tal forma y manera, que parecen haberse olvidado que son los más altos representantes de un País democrático, cuyos ciudadanos los eligen libre y voluntariamente en las urnas, decisión que les corresponde a ellos en exclusiva exigiéndolos en el cargo, eficacia, responsabilidad, y algo fundamental, como es la honestidad, y permanecer al frente mientras sea absolutamente necesario para los intereses de los ciudadanos, y no para los propios como es el caso.

 Un gobierno en estado de desguace, recurriendo a artimañas de todo tipo, y creando con ello un estado de alarma en la población, de la que no parecen ser conscientes, tal es el estado de obsesiva desesperación por continuar a toda costa, pero de la que los ciudadanos, afortunadamente cada día van percibiendo más claramente, algo que es siempre deseable en una democracia que se precie de serlo, con el objeto de que el ejecutivo se entere clara y taxativamente, que el poder no les pertenece, que es una delegación temporal que no admite apropiaciones indebidas, ni turbios manejos que no son fruto sino de la desmedida ambición que caracteriza  a este gobierno.


Acoso al poder judicial

 La indiferencia es quizás el mayor error que se puede cometer ante determinadas actitudes políticas que consideramos nefastas para la ciudadanía de un país, como las que estamos presenciando en el nuestro, dónde presenciamos los continuados desprecios que este gobierno muestra ante el poder judicial, uno de los pilares de la democracia, sometiéndolo a una persecución y un enconado hostigamiento inadmisible en un país democrático, acorralándolo, cuestionándolo y faltándole el respeto de tantas formas y en tantas ocasiones, que la Unión Europea ha llamado la atención en varias ocasiones a un ejecutivo que no obstante no ha tomado nota en absoluto, continuando con el injustificable asedio hacia uno de los poderes más representativos y esenciales del Estado Social y de Derecho.

Sin una absoluta independencia del poder judicial, no cabe hablar de un estado democrático, sin una libertad completa a la hora de ejercer sus funciones, y de una total ausencia de dependencia del ejecutivo, no cabe pensar, ni por un momento, en un país libre que se precie de serlo, sino de una farsa democrática, ante la que una postura de indiferencia o de una incalificable transigencia ante semejante desacato, constituiría un error imperdonable de fatales y negativas consecuencias para el país, sus ciudadanos y su sufrida y castigada sociedad a todos los niveles, que ahora contempla con estupor, cómo uno de sus socios en el gobierno con representantes en el mismo, presenta una reforma legal llena de acusaciones a la carrera judicial con el propósito de controlar a los jueces, lo que resulta demoledor, a la par que rechazable y absolutamente preocupante, como la vergonzante ley que preparan para limitar la acción popular, que no es sino una oscura maniobra para utilizarla en beneficio propio ante las imputaciones que persiguen al presidente tanto a nivel familiar como político.

Está sucediendo aquí, en este país que no parece ser consciente de una carencia democrática como es el desprecio y la desconsideración hacia la justicia y sus representantes los jueces, a los que desde el gobierno se ningunea, cuando deberían ser sus principales valedores y defensores a ultranza, acusándolos de politizar la justicia, de imparcialidad manifiesta, y de una inexistente persecución judicial hacia un ejecutivo, cuyo partido está acorralado por una corrupción galopante, así como de familiares del presidente que están siendo sometidos a investigación judicial. 

El ninguneo y el indignante control al que someten al poder judicial es tal, que utilizan incluso a la abogacía del estado para defender intereses particulares y de partido como es el caso del presidente del gobierno, que mantiene en su puesto a un impresentable fiscal general imputado por el tribunal supremo, acusado de revelación de información secreta, repudiado por toda la carrera judicial a la que indigna, deshonra y avergüenza, sin que por ello consigan que dimita y mucho menos que lo cese quién lo nombró, y a cuyas órdenes se mantiene como fiel y servicial esclavo, que en lugar de actuar como fiscal general del estado, lo hace como fiscal general del presidente del gobierno, a cuyo incondicional servicio parece dedicar su tiempo.

No contento con tratar de acorralar al poder judicial, este ejecutivo manipula sin sonrojo el poder legislativo, utilizando los decretos ley ante su debilidad a la hora de disponer de los apoyos necesarios para sacar adelante sus leyes, y utilizando las leyes ómnibus, auténticas trampas legislativas, incluyendo varias leyes en una, que constituyen todo un chantaje para una oposición que en algunas ocasiones se ve obligado a votarla sin que responda a su criterio,  y en otras debe negarse a ello pese a que no coincida con su línea ideológica, como ha sucedido con la última ley de este tipo, dónde incluían dentro de la misma ley  una relativa a las pensiones, a la que no podían negarse, y  otras de exclusivo interés del gobierno, a las que debían oponerse.

Si a estas auténticas encerronas gubernamentales, que afectan al poder judicial por un lado y al legislativo por otro, sumamos los desmanes habidos desde que están en el poder, utilizando a sus anchas el poder ejecutivo, la perfecta tormenta democrática de asalto a los tres poderes estatales está servida, y ante ello, la indiferencia, sin duda, no es la respuesta.


lunes, 20 de enero de 2025

Todas las líneas rojas superadas

 La hipocresía y el cinismo de este gobierno no tiene límite alguno, habiendo llegado hasta el extremo de permitirse hablar de una oposición que juega con las cartas marcadas, con unos jueces que practican la politización de la justicia que se encargan de pasar información a sus oponentes, cuando es dicho ejecutivo el principal impulsor de ese siniestro juego que utiliza desde la posición privilegiada que ostenta, sin respeto alguno hacia el poder judicial, al que le falta continuamente el respeto debido, denunciado en varios ocasiones por la Unión Europea, sin el cual la democracia pierde todo su sentido.

 Sin escrúpulo alguno, con una soberbia inaudita, y siguiendo las directrices de un presidente dotado de una ambición sin límites, han ido saltándose cuantas líneas rojas existen en este sentido, eljudicial, y en tantos otros, que sitúan a este ejecutivo al borde de un  totalitarismo siempre profundamente rechazable, que a estas alturas debe tomarse en seria consideración, ante el giro autoritario que las últimas y controvertidas decisiones está tomando un gobierno que pretende mantenerse en el poder a toda costa.

Un presidente del gobierno que se siente acorralado por varias imputaciones y corruptelas en su entorno más próximo, tanto personal como político, insoportable para un personaje soberbio y altivo, con una absoluta falta de escrúpulos, que lo convierten en un político indeseable para una democracia que exige dirigentes con unas características radicalmente opuestas a las que presenta el jefe de un ejecutivo que ha perdido decididamente los papeles al verse envuelto en una maraña de conflictos judiciales y políticos, a los que se enfrenta, como siempre ha hecho, con insultos, improperios y una batería completa de descalificaciones, que no hace sino confirmar una extrema debilidad que pretende contrarrestar con una política agresiva que compense su temor a perder un poder al que no está dispuesto a renunciar.

Un jefe del ejecutivo que utiliza las instituciones, como es el caso de la fiscalía, con un fiscal general, imputado por el tribunal supremo, por revelar información secreta de la pareja de su mayor contrincante político, la presidenta de la Comunidad de Madrid, un personaje siniestro, fiel esclavo de su amo, siempre dispuesto a satisfacer los deseos de su amo, en una demostración vergonzante que causa sonrojo e ira a cualquier amante de una democracia en la que cuesta trabajo creer a la vista de lo que es capaz este gobierno, y que denigra y deshonra a toda una institución judicial, que pide por unanimidad el cese de dicho fiscal general, ante la inaudita defensa del presidente del gobierno.

Pero no satisfechos con todo esto, la última muestra del absolutismo gubernamental ha llegado a través de su partido político que ha registrado en el Congreso una iniciativa frente al acoso derivado de “acciones judiciales abusivas”, con el que pretende limitar la iniciativa de la acción popular ante los jueces, reconocida en la Constitución, con el oscuro fin de sortear los conflictos judiciales, tanto personales como de partido, lo que resulta de una desfachatez, que decididamente no conoce límites, al tiempo que corresponden más a un país totalitario, que a una democracia como la que afortunadamente disfrutamos, pese a hechos como los aquí citados, impropios de un país moderno, demócrata y avanzado como el nuestro.


La arrogancia de los ineptos

 Admiro profundamente la capacidad de análisis de la gente, que observando la realidad que nos rodea, llegan a conclusiones plenas de una inteligente objetividad que  me parece sumamente respetable, describiendo la situación política y social, de una manera brillante y absolutamente ejemplar y razonable, a la par que magníficamente resumida, y siempre con una absoluta convicción, fruto de una seguridad propia que surge de una bienintencionada necesidad de expresar una realidad que considera no debe ni puede callar, sino airearlo a los cuatro vientos.

Y es que una vez leí una descripción de la situación política actual, entre las innumerables que ocupan los medios de comunicación cada día, con la que comulgo plenamente, y que rezaba más o menos como sigue:  “Tenemos una clase política cínica, irresponsable y envenenada por el poder, que no trabaja para unirnos, sino para separarnos, que considera el engaño un instrumento legítimo, y pueril la mínima exigencia ética. Hemos tocado fondo”.

Verdad absoluta y demencialmente real como la que estamos viviendo, con un gobierno que no destaca por gobernar para todos, sino para mantenerse en el poder a toda costa, no importa lo que haya que ceder ante quienes los mantienen en la poltrona a costa de un chantaje permanente ante el que saben van a conseguir lo que pidan, ya que a ello los tienen acostumbrados, tal es la increíble, deleznable y desmedida ambición de un presidente del ejecutivo, cuya soberbia y ausencia total de escrúpulos lo mantiene aferrado al poder de una manera que jamás habíamos contemplado en la historia democrática de esta país.

Con una absoluta incapacidad para mostrar un talante democrático, se obstina en afianzarse el poder de una manera obsesiva, que le ha llevado a cometer esperpentos como el del retiro monacal de cinco días, en una ceremonia de la confusión de tal magnitud, que en Europa lo calificaron de showman y aquí ni nos inmutamos, ya que sabíamos que era una farsa más de las que suele montar, que  lo descalifica para un cargo, que dice, échense a temblar, piensa ocupar por muchos años más, con el apoyo incondicional e interesado de sus palmeros, léase ministros, ministras y ministres, si los hubiere. 

Entre las que se encuentra la inolvidable sobreactuación de su viceministra primera, alias la hooligan del grupo, pidiéndole a gritos que no se fuera, que se quedara, que no dimitiera, cuando todos sabíamos que no iba a irse, que no era sino una patética demostración mas de su apego al poder, de su incalificable ambición que nos arrastra a todos, junto con su ineptitud y su arrogancia absoluta para mostrarse como un presidente digno y honorable, algo que no parece formar parte de su ética personal.

Incapaces de reconocer errores, de rectificar abusos como los que han cometido con el poder judicial, con una falta de respeto hacia sus representantes que les ha supuesto serias advertencias de Europa, con una desastrosa actuación en la catástrofe de Valencia, dónde debieron declarar de inmediato el estado de emergencia nacional, ante la magnitud de la tragedia humana y natural, enviando sin esperar, sin demora alguna, todos los recursos de todo tipo con los que cuenta el Estado.

Con todo esto y otros desvaríos e ineptitudes varias que podríamos citar, la humildad, la honestidad, y el reconocimiento de los errores cometidos debería ser la norma y no la excepción, ya que la huída de la responsabilidad y la descarga de la misma sobre los demás, suele ser su forma de afrontar unos hechos que le comprometen, evadiéndolos y cargándolos sobre otros, mientras los palmeros hacen encaje de bolillos para proteger y blindar a su jefe con el fin de que nada le salpique y comprometa cubriéndolo y encerrándolo en una burbuja inexpugnable, que su vez, los proteja a ellos, confirmando con ello la arrogante ineptitud de quiénes gobiernan este sufrido país.


viernes, 10 de enero de 2025

Ramalazos totalitarios

 El gobierno, a través de su partido político, registra en el Congreso una iniciativa frente al acoso derivado de “acciones judiciales abusivas”. Este titular no procede de un país carente de una democracia social y de derecho dónde las libertades, la separación de poderes y las garantías individuales de los ciudadanos estuvieran conculcadas por un poder absoluto y dictatorial.

No, craso error. Semejante y temeraria iniciativa, tiene su origen en España, en Europa, dónde la democracia se consideraba consolidada, dónde el respeto del gobierno por la separación de poderes se supone un hecho incontrovertible, y la justicia se manifiesta libremente sin posibilidad alguna de ser intervenida y cuestionada por un ejecutivo que ahora comprobamos con incredulidad, pretende amordazarla y controlarla, y así, convertirla en sierva de sus siniestras y autoritarias intenciones, plenamente totalitarias e incompatibles con un país democrático.

No es un asunto baladí, no es un tema para tomar a la ligera, es una medida lo suficiente grave y seria como para considerarla en su justa y perversa trascendencia, que no obstante, y como tantos otros excesos cometidos por este ejecutivo, no son tomados en cuenta por una ciudadanía que parece haber abandonado toda esperanza de reconducir una situación que está llevando a este gobierno a una deriva autoritaria que no acepta, pero que bien el cansancio, bien la indiferencia, los induce mantenerse al margen de una necesaria crítica que obligue a este gobierno a reconducir una desquiciada política dirigida exclusivamente a perpetuarse en el poder a toda costa.

No es la primera vez que este gobierno ha intentado maniatar y acorralar al poder judicial, y por ende, a sus representantes los jueces, habiendo sido por ello amonestado repetidamente por Europa, a la que ha hecho caso omiso una y otra vez, en una ceremonia de la confusión que denota una absoluta falta de respeto hacia esa institución ante la que debería rendir cuentas como una democracia más de las que la integran, y que no salen de su asombro, sobre todo desde la farsa del retiro conventual del presidente, al que entonces lo calificaron de showman, y que aquí lo vivimos como un irrisorio esperpento.

Rodeado de una corrupción galopante, de un descrédito imparable y de unas estadísticas, que en la actualidad, lo sitúan en una posible derrota electoral, algo inasumible para la altiva y desmedida soberbia que caracteriza al jefe del ejecutivo, incapaz de reconocer la desastrosa gestión de una legislatura deplorable, con una división patética entre los miembros del gobierno y una incapacidad cada día más galopante para sacar adelante los proyectos de ley, teniendo que recurrir a los decretos, un ejecutivo desquiciado, incapaz de reaccionar de una forma democrática, ha optado por tratar de frenar a una justicia que lo tiene acorralado, adoptando una medida dictatorial y perversa, impropia de una democracia.

El intento de amordazar, silenciar y dirigir a los jueces en su crucial y trascendente labor democrática, es una auténtica felonía, de una gravedad extrema, seguramente inconstitucional, absolutamente rechazable, y profundo, arbitrario e injustamente ilícito, que confiamos no se lleve a cabo, porque sentaría un precedente de consecuencias nefastas para nuestro país, sus ciudadanos, y para una democracia que quedaría seriamente dañada por una ejecutivo que no repara en nada para eternizarse en el poder.


La paz del Sanchismo

 Este país no sale de su asombro ante los bandazos continuos que a modo de un siniestro baile de máscaras ejecuta un gobierno empeñado en una enloquecida búsqueda por apuntarse un tanto ante su electorado, por mejorar una desquiciada imagen que se le escapa a su férreo y obsesivo control, algo que le resulta insoportable y absolutamente alejado de unos objetivos que se ha fijado a decenios vista, tal como se deduce de los ambiciosos y autoritarios planes de un presidente del gobierno que parece haber perdido el sentido de la realidad.

Algo que se intuye a la vista de sus alocados planes, rodeado de una corrupción galopante, de un descrédito imparable y de unas estadísticas, que en la actualidad, lo sitúan en una indudable derrota electoral, algo inasumible para la altiva y desmedida soberbia que caracteriza al jefe del ejecutivo, incapaz de reconocer la desastrosa gestión de una legislatura deplorable, con una división patética entre los miembros del gobierno y una incapacidad cada día más galopante para sacar adelante los proyectos de ley, teniendo que recurrir a la nefasta costumbre de los secretos, algo de poco recibo en una democracia que se precie de serlo.

Es por todo ello, que ha puesto en marcha la siniestra maquinaria de un gabinete de imagen que desarrolle una agresiva campaña que desmonte las negativas perspectivas que se le presentan, que obstinadamente niega, pero que no ignora, que le resultan insoportables, y que no está dispuesto a aceptar, utilizando cuantos recursos están a su alcance, que son muchos y de toda índole, y que dada su absoluta y total falta de escrúpulos, no dudará en utilizar.

Parece ser que ha desestimado recurrir a un nuevo y absurdo retiro monacal, que ya le supuso en Europa el título de showman, ante el espantoso ridículo que hizo con aquella irrisoria espantada, que a nadie engañó aquí, en nuestro país, impropias por completo de un presidente del gobierno de una democracia europea, que debería haber bastado para una dimisión más que justificada, que en cualquier caso, dado el perfil del personaje que nos ocupa, entra de lleno en el terreno de la ciencia ficción.

 Dado el hecho de que no tiene escrúpulo alguno a la hora de utilizar las instituciones en su beneficio, así como de desprestigiar acorralar y actuar de forma despectiva con el poder judicial y sus representantes los jueces, por lo que ha sufrido varios varapalos de la Unión Europea, así como de mantener en su puesto a un fiscal general que ofende y denigra a toda la judicatura, no tiene nada de extraño que dejando de lado la separación de poderes, sea capaz de llevar a cabo cualquier manejo de los mismos para lograr sus fines, que no son otros que mejorar su imagen mostrándose como el líder indiscutible que necesita este sufrido país y sus ciudadanos, que no merecen tanta afrenta y tanto desatino como muestra este  presidente.

Pues bien, ya tenemos plan para remontar los malos presagios que acucian al gobierno: conmemorar los cincuenta años de la muerte de Franco, algo que se nos había pasado de largo a la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país, que no tienen ningún interés en rememorar aquellos tiempos, aunque ello no supone olvidar aquella época que no tiene nada de conmemorable, salvo para este presidente, que destaca además, que este evento destaca el hecho de que llevamos cincuenta años de paz – suena a ecos del pasado – y de libertad, como si el resto de los paises europeos estuvieron enfrascados en conflictos bélicos por recuperar su libertad.

Y para “celebrar” tal efemérides, ha dispuesto hasta cien actos conmemorativos invitando a los jóvenes a participar en semejante e irrisoria estupidez, cuando más le valdría que se preocupara por ellos - inmersos en un paro galopante, sin trabajo, sin vivienda y sin futuro – medida que está causando estupor a propios y extraños y que nos hace sentir nostalgia de aquel presidente del retiro monacal que nos divertía con sus lacrimosas cartas acerca de una penosa meditación sobre una dimisión que todos sabíamos no llevaría a cabo, como tampoco ahora llegará a ningún puerto con este kafkiano esperpento con el que espera ganar adeptos erigiéndose en protagonista absoluto de este circo  y mejorar así una imagen tan deteriorada que no tiene solución posible más que una dimisión, que conociéndolo, se nos antoja tan surrealista como el evento propuesto.


Un país desquiciado

 Observo con auténtica preocupación, cómo cada día que pasa, la polarización política y la crispación social van en progresivo e imparable aumento, creciendo hasta niveles inimaginables hasta ahora, fundamentalmente en el último año, con una perspectiva que nada positivo augura, dónde cualquier posición mantenida en cualquier sentido subjetivo y personal, acerca de cualquier tema, se interpreta de inmediato en clave política.

Traduciéndose a este nivel como un indudable posicionamiento a derecha  o izquierda – a sus extremos – colocando al sujeto en cuestión, en una inusitada situación de tal calibre, que se ve obligado a preguntarse qué está pasando para que lo encuadren en uno u otro bando, si sus preferencias a la hora de decidir su elección,  nada tienen que ver con la política ni contemplan en absoluto un determinante de ese cariz para llevar a cabo su libre elección.

Y así, si muestra su intención de ver un determinado programa televisivo, lo pueden tachar de facha, en oposición a su rival directo que es considerado como una opción progresista, en una absurda y ridícula acción que indica una pobreza mental y cultural aplastante, que puede extenderse a cualquier caso, en el que una persona decide llevar a cabo una elección en cualquiera de los órdenes de la vida, y es clasificado por ello, situándolo en uno u otro extremo sin haber mediado ninguna intencionalidad de índole político, aunque tuviera, como es lógico, pleno y libre derecho a ello.

La perplejidad es la primera reacción ante semejante desafuero, tamaño desatino, desolador y rechazable siempre, que se está llevando a extremos inimaginables como sucede hoy con determinados programas televisivos de contenidos absolutamente alejados de intencionalidad política alguna y que hoy se politizan, se contemplan como focos de la “blogosfera” más recalcitrante, por lo que cualquiera que los vea, en su afán de disfrutar de sus acostumbrados e inocuos contenidos, será tachado de inmediato de facha recalcitrante.

Resulta desalentador comprobar cómo estos hechos se van extendiendo a velocidad de vértigo, como si de una acción contagiosa se tratara, como si se hubiera institucionalizado una costumbre que resulta patética y ruin, que no responde a una lógica constatable,  sino a una desafortunada y vulgar moda, que no es patrimonio, como pudiera pensarse de una juventud, a veces poco reflexiva, sino que han caído en sus redes ciudadanos de una cierta edad, con una estable posición social que considera progresismo esta ridícula actitud.

Cuando en realidad se trata de tergiversar unos hechos que consideran vulgares y conservadores, cambiándolos por unos modos y formas de pensar, que piensan se corresponden con un progresismo moderno y audaz, manifestando que quien no piensa así se hace acreedor de encuadrarse en lo que denominan blogosfera, término utilizado incluso por el presidente del gobierno, culpable en gran parte, junto con sus leales, de esta negativa crispación polarizada en extremo, y con lo que pretenden de una manera despectiva, ofender y faltar el respeto  a quienes no consideran que puedan competir con ellos a nivel ideológico, cuando en realidad no son más que unos snob, aprendices de un progresismo que los descalifica como los adelantados demócratas que creen ser, y que están consiguiendo que la animadversión y el enfrentamiento creciente, se instale con una inusitada fuerza en un país, que es lo último que necesita, y que no ayuda en absoluto a lograr un necesario y saludable entendimiento entre sus ciudadanos.


jueves, 2 de enero de 2025

Un triunfalismo decadente

 Instalado en una autocomplacencia irreal, altiva y surrealista, como ya comienzan a calificar algunos sectores próximos de su partido, así como cada vez más votantes decepcionados con un ejecutivo enrocado en sí mismo, alejado de una realidad que se empeñan en negar a toda costa, el presidente del gobierno se empecina en mostrarnos un paradisíaco país inserto en un imparable  progreso en todos los órdenes, ofreciéndonos un panorama idílico del mismo, líder en la defensa de una democracia que sufre a consecuencia de sus continuos ataques y desafíos a la separación de poderes, como es el caso del acoso al continuo poder judicial y a los medios de comunicación entre otros.

La absoluta falta de respeto hacia el poder judicial, así como el insoportable acoso hacia sus responsables, los jueces, hacen de este gobierno, tan acostumbrado a ningunearlos y a faltarlos el respeto, objetivo permanente de una Europa que los ha llamado la atención en varias ocasiones, sin que hayan dado muestras de corregir tales desmanes, permitiéndose el lujo y la osadía de utilizar la abogacía del estado en los conflictos judiciales que afectan a su entorno.

Un ejecutivo que no duda en utilizar recursos como el decreto ley para sacar adelante lo que le niegan sus compañeros de viaje que lo tienen secuestrado, ante los que el jefe del ejecutivo se humilla constantemente, en una legislatura que se empeña en continuar pese a las continuas trabas a las que le someten, para lo que está dispuesto incluso a entrevistarse con  un prófugo de la justicia del que depende su estabilidad en el gobierno, en un acto que causa rechazo y vergüenza a propios y extraños.

Afirma sin pudor alguno que la economía del país progresa por encima del resto de los países europeos, con unas cifras macroeconómicas que desmienten absolutamente la situación de los ciudadanos de a pie, de la economía de bolsillo de quiénes contemplan cómo la cesta de la compra continúa en valores inalcanzables para un importante sector de la población que no puede entender cómo el presidente se manifiesta con un aire triunfalista que no responde a la realidad de la calle, ignorando la situación real de millones de personas que tienen serias dificultades para llegar a fin de mes.

Oculta deliberadamente datos que conoce y que no le interesa airear, como que un veinte por ciento de la población de este país se encuentra en una situación de pobreza severa, que el paro, con una tasa del doce por ciento, es el más alto de Europa, que en el caso de los jóvenes llega a valores insoportables, sin esperanzas de encontrar un trabajo que les permita independizarse y quizás soñar con una vivienda, aunque sea en un alquiler imposible, que les permita llevar a cabo una vida plena a la que tienen derecho, algo que hoy se les niega a quienes representan el futuro de un país, que contempla cómo muchos  de éstos jóvenes, con frecuencia magníficamente preparados, se ven obligados a emigrar ante las desoladoras perspectivas de un país que no se preocupa por ellos.

Un país que continúa considerando la investigación como un lujo, que desperdicia jóvenes talentos formados aquí, que tristemente han de salir a demostrarlo a otros países, en una desesperada y rechazable demostración de que los que han de inventar son ellos, que parece ha adoptado este ejecutivo tan soberbio y absurdamente triunfalista que, pese a todo, no engaña ya a nadie.

 Ni siquiera a muchos de los suyos, que no comprenden ese aire altivo y soberbio de un presidente del gobierno  envuelto en un halo de ridículo triunfalismo, rodeado de una corrupción galopante y de una defensa injustificable de un fiscal general que abochorna, ofende e indigna a toda la judicatura  del país, y a toda la ciudadanía, en una demostración más de no reconocer sus errores y mantenerse en el poder a toda costa.


Un gobierno a la deriva

 Jamás habíamos contemplado la patética imagen de un gobierno acorralado por imputaciones y corruptelas varias, y por ende, su presidente, que en su entorno más próximo, tanto personal como político, sufre un insoportable acoso judicial, que para un personaje como él, soberbio ambicioso y con una absoluta falta de escrúpulos, que lo convierten en un político nefasto para una democracia que exige dirigentes honrados, honestos y capaces.

 Características radicalmente opuestas a las que presenta el jefe de un ejecutivo que ha perdido decididamente los papeles al verse envuelto en una maraña de conflictos judiciales y políticos, a los que se enfrenta con insultos, improperios y una batería completa de descalificaciones, que no hace si no confirmar su extrema debilidad, que trata de disimular con declaraciones altisonantes en cuanto a su indefinida continuidad en el cargo, para lo que ya piensa en el próximo decenio.

Un presidente del gobierno que utiliza las instituciones, como es el caso de la fiscalía, con un fiscal general, imputado por el tribunal supremo, por revelar información confidencial de la pareja de su mayor contrincante político, la presidenta de la Comunidad de Madrid, un fiscal siniestro, enigmático y fiel esclavo de su amo, siempre dispuesto a satisfacer los deseos de su amo, en una demostración vergonzante que causa sonrojo e ira, incluso entre las filas del partido.

Sobre todo cuando el presidente lo defiende públicamente, sugiriendo incluso que debería pedírsele disculpas, cuando la inmensa mayoría de la institución judicial está pidiendo a gritos que se le cese de un cargo al que está ofendiendo indignamente cada día que continúa en la cúspide de tan alta institución jurídica, a la que con su denigrante actitud está dañando gravemente.

Una ejecutivo que se sirve de instituciones y medios oficiales para conseguir información privada de cualquier tipo de sus opositores, para arrojarla contra ellos, en una ceremonia de la confusión vil y demoledora, de una práctica antidemocrática que ofende e indigna al mismo tiempo, y que creíamos jamás íbamos a contemplar en un país europeo del siglo veintiuno.

 Y es que no hay nada más perverso, nada más ruin, nada más malvado que utilizar las riendas del poder para conseguir sus oscuros e indignos fines, que no son otros que retener el poder a toda costa, llevando a cabo la ignominiosa  compra de votos a cambio de concesiones y cesiones de todo tipo a los de siempre, creando insoportables discriminaciones entre los territorios que conforman nuestro país, y por ende entre sus ciudadanos, que concede inmunidad a cambio de votos a través de una perniciosa amnistía rechazada por la inmensa mayoría de unos ciudadanos a los que no se les ha dado ocasión de manifestar su voto al respecto, cuando de una decisión tan grave se trata y que tantos agravios comparativos ha ocasionado

La absoluta falta de respeto hacia el poder judicial, así como el insoportable acoso hacia sus responsables, los jueces, hacen de este gobierno, tan acostumbrado a ningunearlos y a faltarles el respeto, objetivo permanente de una Europa que les ha llamado la atención en varias ocasiones, sin que hayan dado muestras de corregir tales desmanes, permitiéndose el lujo y la osadía de utilizar la abogacía del estado en los conflictos judiciales que afectan a su entorno.

Un ejecutivo que no duda en utilizar recursos como el decreto ley para sacar adelante lo que le niegan sus compañeros de viaje que lo tienen secuestrado, ante los que el jefe del ejecutivo se humilla constantemente, en una legislatura que se empeña en continuar pese a las continuas trabas a las que le someten, para lo que está dispuesto incluso a entrevistarse, como ha declarado, con  un prófugo de la justicia que continúa manejando los hilos de un gobierno a la deriva que no nos merecemos.