viernes, 16 de febrero de 2007

La Iglesia en su laberinto

Siempre han existido personas y colectivos empeñados en ir contra todo y contra todos en su afán de satisfacer su ego personal, su reputación ó su trayectoria a lo largo de los tiempos.
En alguno de estos casos, quizás en todos, debe de encontrarse la Iglesia Católica, que en su permanente huída hacia adelante se empeña en ir en dirección contraria a los tiempos que corren, defraudando con ello hasta a sus más fieles seguidores, que no acaban de entender hacia donde se dirigen sus inefables pastores.
Es de todos conocida su férrea oposición a todo lo que se refiera al ejercicio de la libertad individual en aspectos como las relaciones sexuales, tanto heterosexuales como homosexuales.
En su última salida de tono, se oponen a todo tipo de relaciones sexuales que no vayan encaminadas a la procreación. Nada de protecciones de ningún tipo, nada de relaciones de nigún tipo, salvo para procrear.
Que Dios decida los hijos que se han de tener, y así lo van proclamando por los países más pobres del planeta que ven aumentada así su terrible miseria. Dios no puede querer ni eso, ni a quien proclama esto.
Amor y Castidad en lugar de Sexo. ¡Que poco saben del amor quienes afirman esto!. ¡Que irresponsabilidad supone esta afirmación! ¡Qué alejados están de la realidad!.
Con la condena de la homosexualidad niegan la condición de seres humanos y supongo que por lo tanto también la de hijos de Dios, a los individuos del mismo sexo que libremente deciden convivir, negándoles de paso su capacidad para casarse ó ejercer de padres.
Según los pastores de la Iglesia Católica, son enfermos, son ovejas descarriadas. Cómo pueden hablar de Amor, quienes mantienen semejantes posiciones tan alejadas de los más profundos valores humanos.
Es Impresentable la posición que mantienen en cuanto a su financiación, no teniendo reparos en poner la mano para que les sigamos financiando. Quienen utilicen sus servicios que los financien. Afortunadamente, parece ser que este gobierno no les hace el juego.
Iglesia/ Estado, por separado, como Dios manda.

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