viernes, 16 de febrero de 2007

En el día Internacional de la mujer

Con respeto hacia el ser humano que ha sido menospreciado, humillado y maltratado a lo largo de la historia de la humanidad, por el mero hecho de ser mujer.
Con indignación porque semejante aberración, que no tiene explicación alguna, siga manteniéndose a lo largo de los tiempos.
Con vergüenza, porque yo, como hombre que repudia semejante discriminación, represento al sexo opuesto, responsable de esta situación.
Mujeres maltratadas y en muchos casos asesinadas por unos maridos que en la mayoría de los casos no les llegan ni a la suela de los zapatos y que no pueden admitir que la mujer tome en libertad sus propias decisiones.
Mujeres infravaloradas en el mundo laboral que poseyendo la misma capacidad perciben inferiores salarios encontrando vedado su acceso a determinados puestos reservados para el hombre.
Mujeres rebajadas a la condición de objetos en determinados países, donde tienen que ocultar su condición de mujer convirtiéndose en espectros vivientes y ante cuya visión deberíamos sonrojarnos para siempre por permitirlo.
Mujeres, que ya desde niñas son brutalmente mutiladas sexualmente o entregadas al varón como si se tratara de un objeto negociable.
Mujeres con doble vida laboral, que trabajan en la empresa y trabajan en casa, y donde el marido, como yo y como tantos, le "ayudamos", le echamos una mano.
Mujeres que se ven obligadas a prostituirse para poder sobrevivir.
Mujeres que son víctimas de las leyes elaboradas, promulgadas y ejecutadas por los hombres.
Mujeres que desde la noche de los tiempos han sido relegadas y supeditadas al hombre. La iglesia, organización machista por excelencia, siempre ha mantenido una actitud hostil hacia la mujer. La consideraban imperfecta. Hoy han cambiado tanto, que hasta le reconocen el puesto de esposa y madre amantísima.
La mujer tiene pleno y absoluto derecho a ocupar el mismo puesto que el hombre en la sociedad. Resulta irracional el hecho de plantearse esta cuestión.
Pero los hechos están ahí y muestran un panorama desolador. Muchas mujeres no se verán aquí reflejadas o consideren excesivo cuanto expongo. Quizás se ofendan y en ese caso les pido disculpas. Pero quizás en el piso de al lado ó en el de arriba ó en el departamento de personal una mujer esté sufriendo en silencio.
Esto no puede ser una denuncia más. Las hay a miles. La sociedad denunciando y los poderes públicos actuando deben tomar partido de inmediato para que esta situación termine.
Y termine ya.

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