viernes, 16 de febrero de 2007

Censura nupcial

Me asombra el hecho de que en esta sección no haya aparecido ningún comentario sobre la famosa boda que nos ha deleitado/atormentado durante los dos últimos meses.
En este tiempo he enviado al menos dos colaboraciones sobre el tema, de las cuales no se ha publicado ninguna y estoy seguro, que alguien más lo ha intentado y, como yo, no ha encontrado eco en esta revista.
Cabe pensar que el motivo ha sido el de su escasa calidad literaria, aunque no creo que el tema sea tan exigente como para que esta sea la causa o quizás la falta de interés del tema, y estoy absolutamente seguro de que este no ha sido el motivo.
Solamente encuentro una explicación: Se ha tratado por todos los medios de evadir un tema que en caso de ser crítico con la monarquía, podría resultar incómodo a los responsables de esta revista.
Al menos, han tenido la delicadeza de no publicar los comentarios halagadores y zalameros de quienes están encantados con esta boda y de paso con la monarquía y la familia real y que nos han martirizado y machacado hasta extremos insoportables.
No obstante hubiera preferido que se hubieran publicado ambos, tanto los que aplauden y están encantados, como los que como yo tratan de mostrar su total oposición a la monarquía y a los tremendos gastos, que, sobre todo con esta boda han ocasionado.
Siete días es una revista local, que por lo tanto debe tratar sobre todo temas locales, más próximos a los ciudadanos. De acuerdo, ¿pero hay algo más próximo y que más nos afecte que una familia que se ha gastado tres mil millones del tesoro público en una boda?.
Sean estas líneas o sean las de cualquier otro colaborador, espero que en esta revista que siempre han cabido todas las voces, quepa una voz crítica con un tema que por el buen estado de la salud democrática de este país debe estar abierto al debate y a la opinión. Nada ni nadie, en una democracia, pueden ni deben ser intocables.
Todo es cuestionable

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